domingo, 17 de noviembre de 2024

El dilema de Omelas

El libro "Los que se alejan de Omelas" (The Ones Who Walk Away from Omelas) es un relato corto de la escritora Ursula K. Le Guin y plantea un dilema ético profundo sobre el costo de la felicidad colectiva. La historia describe una ciudad utópica, Omelas, donde todo parece perfecto: los ciudadanos son felices, no hay sufrimiento ni opresión, y la comunidad vive en paz. Sin embargo, esta perfección depende de una condición cruel: un solo niño debe permanecer aislado en un sótano oscuro. El niño está desnudo, sucio y vive en condiciones de extrema desnutrición, descuido y sufriendo constantemente. No recibe ningún tipo de consuelo ni amabilidad. Su sufrimiento es absoluto y continuo, pero necesario.

Todos los habitantes de Omelas saben de la existencia de este niño y aceptan su sufrimiento como el precio necesario para mantener su felicidad. 

"Algunos al principio se quedan horrorizados y disgustados [...] Luego, con el tiempo, empiezan a entender que toda la bondad, felicidad y magnificencia de Omelas depende de este sacrificio".

Este proceso se asemeja a cómo las sociedades modernas lidian con injusticias sistemáticas como: la explotación laboral, la pobreza extrema, o incluso los efectos de políticas represivas. Hay un conocimiento inicial, tal vez indignación, pero con el tiempo la mayoría de las personas lo aceptan o lo ignoran en nombre de la estabilidad o el progreso.

La autora Ursula K. Le Guin plantea que en Omelas hay una "sociedad perfecta", pero tiene un costo, que es sostenida por algo no tan perfecto que es el sacrificio de un niño. Esto de fondo revela una verdad incómoda e ineludible: en la vida real, las sociedades rara vez pueden eliminar por completo el sufrimiento o la injusticia. Sin embargo, es la decisión de las personas tolerarlas o resistirlas, y esto define nuestra identidad ética y moral. De ahí que surja la pregunta:

¿Hasta qué punto es justificable sacrificar los derechos o la dignidad de algunos para el beneficio de otros? 

Desde un punto de vista pragmático o realista quedarse en Omelas brinda prosperidad a la mayoría, que vale el sufrimiento absoluto de un solo niño (parecido a lo planteado por Jeremy Bentham en lógica utilitaria: el mayor bien para el mayor número). Los que permanecen en Omelas aceptan esta lógica cruel, pero que es necesaria y eficiente. 

Con sus defectos éticos, esta primera alternativa no siempre implica maldad o indiferencia, sino una elección reconociendo que la perfección es inalcanzable y que algún costo es inevitable. Ya que el sistema vigente aunque imperfecto, les ofrece más beneficios que perjuicios. Sin embargo, este sistema no protege principios absolutos como la justicia o los derechos humanos; ya que todo puede ser negociable si sirve al "mayor bien".

Desde una segunda opción idealista, es mejor buscar otro lugar, que comprometer la ética, el idealismo ético, el sacrificio de un solo individuo es inadmisible (John Rawls en la Teoría de la "Justicia como Equidad" plantea que una sociedad justa debe garantizar igualdad de oportunidades, y nunca lastimar a los más desfavorecidos). En esta opción, la dignidad y los derechos humanos son absolutos y no deben violarse bajo ninguna circunstancia a nadir. Este rechazo incluso significa renunciar a su propia felicidad, en lugar ser cómplices de un sistema moralmente corrupto. 

Es importante destacar que, la obra no idealiza a los que se van; no sabemos hacia dónde se dirigen, ni si encontrarán una alternativa ética "mejor". Esto sugiere que el idealismo no garantiza soluciones, pero afirma la importancia de actuar según principios éticos. Los que eligen irse rechazan con su moral, pero también implica que aceptan la impotencia frente a la injusticia estructural.

En relación al dilema de Omelas se refleja en decisiones sociales y políticas cotidianas, donde aquellos incapaces de soportar lo que consideran injusto, deciden abandonar la ciudad, aunque sin saber exactamente hacia dónde van. Estos son “los que se alejan de Omelas”.

Aunque la situación presentada en el relato de Le Guin puede parecer exagerada, funciona como una metáfora para explorar dilemas éticos que también existen en nuestra vida cotidiana. Estos dilemas son difíciles de identificar porque suelen estar diluidos en sistemas y estructuras complejas. Ya que en lugar de recaer sobre un solo individuo, como en la historia de Omelas, los sacrificios se distribuyen entre grupos sociales enteros, especialmente  hacia los menos favorecidos.

Tal vez en nuestro mundo no existe una felicidad absoluta para nadie ni un sufrimiento absoluto concentrado en una sola persona, como ocurre en Omelas. Sin embargo, la felicidad y el sufrimiento son parte inherente de la experiencia humana, aunque con un profundo nivel de desigualdad. Esto significa que todos experimentan alguna forma de felicidad y sufrimiento, pero en cantidades radicalmente desiguales.

Alguien podría argumentar que "todos sufrimos, tanto poderosos como débiles". Sin embargo, el punto crucial es que las personas en situaciones de vulnerabilidad sufren mucho más, ya que están expuestas de manera desproporcionada a las tragedias y adversidades de la vida.

A partir de su relato, Le Guin nos obliga, como lectores, a enfrentarnos a preguntas éticas fundamentales: ¿Qué hacemos, o dejamos de hacer, para cambiar estas estructuras? ¿Qué tan cómodos estamos con las desigualdades que sustentan nuestra propia felicidad? Si ya reconozco que alguien sufre para que yo sea feliz, ¿qué acciones puedo tomar para reducir el sufrimiento que causo a otros? ¿Sé identificar cuál es mi cuota de responsabilidad en la infelicidad de los demás? ¿Y sé distinguir cuándo el sufrimiento de alguien está completamente fuera de mi control o responsabilidad?

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