La idea de la promoción de lo laico en asuntos públicos significa procurar que no se acuda a justificaciones religiosas en un campo que debe regirse por criterios seculares, no es ser anti-religioso sino tener la capacidad de respetar todas las ideas dentro de la pluralidad. Por otro lado, la estrategia de Dios implica que en los asuntos públicos se utilicen justificaciones religiosas en un campo que debe regirse por criterios seculares, por ejemplo cuando en el ejercicio de un cargo público o para las campañas electorales se hace uso de valores religiosos para generar credibilidad o confianza.
En cuanto a lo estatal, tener un estado laico implica la profesionalización de los servicios públicos, y el cumplimiento a las personas de sus derechos y obligaciones como ciudadanos lo más fielmente posible [más allá de sus propias convicciones religiosas o las de los demás]. La laicidad representa una de las múltiples formas de organización político–social que busca la autonomía e independencia del Estado frente a la religión, para actuar en forma neutral, garantizando la igualdad de las personas.
En un estado laico, una convicción religiosa de una persona no puede atentar contra el derecho a la educación o la salud de otra, además, no utiliza principios o normas religiosas como criterio fundamental sino que es la ética y la ciencia. Dicho esto, se plantean cuatro posibles escenarios que plantean la relación entre laicidad y religiosidad.
En primer lugar, es relativamente fácil identificar cuando hay una persona utilizando un argumento religioso en beneficio político para mejorar su imagen, por ejemplo, sí un diputado carga una imagen y al mismo tiempo una camiseta de su partido (ver imagen anexa) ó sí dice “votaremos por la reforma para que se cumpla la palabra de Dios” (Antonio Almendariz, PCN)[1], estas situaciones mezclan las convicciones religiosas y las políticas, tratando demostrar la adhesión de un candidato a valores religiosos para generar confianza en la población, lo que puede contribuir u obstaculizar aciertos objetivos políticos. Existe un cálculo que la argumentación religiosa puede ser aceptada con facilidad por la credibilidad que aún tienen las instituciones religiosas entre la población, además de la propia identificación de los ciudadanos con valores religiosos. Por tanto, muchos políticos los usan de manera directa o explícita, para sacar beneficio político y apoyo de la población. En este sentido países como Guatemala y costa Rica han desarrollado a través estructuras religiosas fuertes en relación con lo vivido hasta al menos el 2018 en El Salvador.
Otro ejemplo son las estrategias más definidas de legisladores que abordan con claridad una postura religiosa que les sirve, de punto de inicio, para plantear sus políticas públicas En El Salvador Guillermo Gallegos de GANA tiene una postura contra el aborto (ver imagen anexa), y también utiliza discursos y elementos de la religión junto con los de su figura como político. En este caso se tipificaría como religión como instrumento político.
Un segundo escenario es la utilización de un argumento secular (es decir donde no se utilice la religión). Por ejemplo, cuando se busca defender el derecho a decidir sobre el aborto sin ser penalizado. De acuerdo a lo registrado la diputada del FMLN Lorena Peña defiende aborto en ciertas circunstancias[2], como cuando se obliga a niñas de 9 años a convivir con hombres de 30, 40 y hasta 50 años, y a seguir un embarazo que es fruto de un delito (por la edad de las niñas y de los hombres que las embarazan)[3]. Sus argumentaciones se hacen sin utilizar religión. Otro ejemplo es el del diputado de ARENA (2015-2018) Johnny Wright quien presentó una iniciativa para despenalizar el aborto. El diputado aseguró que la propuesta busca preservar la vida y la salud de la mujer en casos muy particulares[4]. En este escenario mencionado en los dos ejemplos, se tipificaría como laicidad hacia el pluralismo y la tolerancia.
El tercer escenario es cuando hay un argumento secular explícito, este no garantiza siempre defender la laicidad. Una argumentación donde no se utilice la religión directamente, también puede ser aceptada con facilidad por fundamentalismo religioso, y del mismo modo, ser aprovechado por políticos que no necesitan usarlos de manera directa o explícita, pero que son aceptados por cristianos a este se le denominará
laicidad religiosa, que es aparentemente secular que en realidad encubre un argumento religioso. El término aplica a aquellos que intentan establecer un poder político utilizando argumentos legales o “morales” pero sus objetivos finales son defendidos por grupos religiosos para satanizar” a quienes quieran ejercer ciertos derechos ciudadanos, como el derecho a abortar. Tomando el caso del diputado de ARENA 2015- 2018 Velásquez Parker, él no tiene la estrategia de Dios como centro de su campaña ni rol como diputado. Pero es la principal cara visible de la defensa del aborto e incluso el endurecimiento de penas. Lo interesante es que el diputado no ha necesitado tomar la estrategia de Dios en su discurso, aunque sí aprovecha el apoyo que amplios sectores religiosos le dan a este tipo de propuestas. Velásquez Parker de Arena: Tiene una postura contra el aborto, sin utilizar religión. Su argumentación es seglar (sin religión) pero con objetivo final que complace a fundamentalistas religiosos. La laicidad religiosa es un peligro para la construcción de un estado tolerante y plural. No toda condena hacia el aborto se fundamenta en la religión directamente y que puede haber alguien que no sea religioso que defienda el aborto es decir, alguien no religioso que defienda el aborto. Laicidad no garantiza que no se utilicen las creencias religiosas.
No se necesita utilizar argumentos religiosos para tomar ventaja de las posturas religiosas de la gente. Laicidad religiosa no utiliza la religión, disfraza de laico lo que es religioso, es decir cuando lo seglar está al servicio de los fundamentalismos. Por tanto, tampoco todo el que deja de utilizar de forma directa los argumentos religiosos, implica promover laicidad.
El cuarto y último escenario es cuando hay religiosidad que fomenta la pluralidad. A esto hay que agregar matices, por ejemplo alguien puede tener una baja religiosidad, o solo utilizar la religiosidad en momentos estratégicos, es decir tener en cuenta que la religiosidad no es homogénea. Habiendo hecho la aclaración las católicas por el derecho a decidir son un grupo que defiende aborto, y que se identifican con una religión generando una especie de religiosidad laica. La religiosidad laica reconoce la importancia de la religión mostrando matices de una religión promoviendo la laicidad.
Por Luis Eduardo Aguilar Vásquez