miércoles, 9 de octubre de 2024

Que es y que no es la realidad nacional

Es fundamental entender que no todas las discusiones, noticias o información giran en torno a la realidad nacional, sino que abarcan diferentes temas. Entre estas situaciones cotidianas o escenarios  podemos reconocer las siguientes: 

1. Que es la Realidad Nacional:
Se refiere al conjunto de condiciones y factores que afectan la vida de una población en un país determinado, y está relacionada con la satisfacción de una serie de necesidades básicas como la salud, educación, vivienda, seguridad, y empleo, que son esenciales para el bienestar de la sociedad (ver pirámide de Maslow).  Para Ignacio Ellacuria es indispensable el análisis crítico y la sensibilidad (empatia) de la realidad nacional y de las condiciones sociales, políticas y económicas y desenmascarar las estructuras que perpetúan la opresión y la pobreza.

El pensamiento crítico (en clases anteriores) se ha dicho que es una herramienta fundamental para comprender y abordar la realidad nacional. El pensamiento crìtico implica la capacidad de informarse adecuadamente, describircomparar y sintetizar información de manera reflexiva, manteniendo una autorregulación constante a lo largo de todo el proceso de análisis. El pensamiento crítico permite evaluar objetivamente los eventos y situaciones que afectan a una sociedad, y, sobre esta base, hacer distinciones claras entre los temas que forman parte de la realidad nacional —es decir, aquellos que afectan directamente la vida social — y aquellos que son espectáculos (distracciones mediáticas), cortinas de humos y doctrinas shocks (crisis o impactos). En ese sentido, antes de hablar de realidad social es necesario hacer un repaso de lo importante de aplicar lo anterior a los análisis. De ahì, que se haga un recorrido de lo visto hasta el momento.

Nota:  En todo análisis es necesario utilizar la falsación, un principio central en el método científico. Este concepto, desarrollado por el filósofo Karl Popper, sostiene que para que una afirmación o teoría tenga validez científica, debe ser susceptible de ser refutada. Es decir, una hipótesis debe poder someterse a pruebas que puedan demostrar si es verdadera o falsa. La falsación exige que cualquier teoría se exponga a una serie de pruebas rigurosas, mediante la observación o la experimentación, con el objetivo de verificar su solidez. Si una afirmación no puede ser sometida a estas pruebas, carece de valor en un contexto de análisis crítico, ya que no puede ser confirmada o rechazada de manera objetiva. 

Ejemplos: 
Afirmación: "El medicamento X cura la enfermedad Y en todos los pacientes."
Falsación: Si se encuentra un paciente que no se cura con el medicamento X, la afirmación se refuta.
Por tanto: "El medicamento X no cura la enfermedad Y en todos los pacientes. Pero los cura en un Z porcentaje determinado"

Afirmación: "Todas las civilizaciones antiguas utilizaron herramientas de piedra."
Falsación: Si se descubre una civilización antigua que no utilizó herramientas de piedra, esta afirmación se refutaría
Por tanto: "No todas las civilizaciones antiguas utilizaron herramientas de piedra."

2. Estrategias de como analizar la realidad  Nacional

Tipo de pensamiento (estrategias de anàlisis): Otro aspecto abordado son las estrategias para analizar la realidad nacional, entendida como la manera en que los individuos interpretan situaciones coyunturales o problemas sociales. Estas estrategias responden a distintos tipos de pensamiento, que pueden variar según la urgencia de la circunstancia, la profundidad requerida en el análisis o el contexto en el que se desenvuelven las personas. Dichos modos de pensar influyen directamente en la forma de interpretar eventos, tomar decisiones y proyectar posibles soluciones.

El pensamiento inductivo es de carácter cualitativo y se orienta a la construcción de teoría. Parte de acciones, testimonios o detalles particulares para generar conclusiones más amplias que permitan explicar fenómenos sociales. Puede describirse como un movimiento de la agencia hacia la estructura, ya que reconoce cómo los individuos, desde su experiencia concreta, ofrecen claves para comprender dinámicas colectivas. De este modo, lo inductivo busca comprender la realidad nacional desde abajo, elaborando marcos interpretativos a partir de lo observado.

En contraste, el pensamiento deductivo se centra en la comprobación o verificación de teorías ya existentes. Este enfoque parte de marcos generales, reglas o principios establecidos y los aplica al estudio de casos específicos para confirmar su validez o mostrar sus limitaciones. Se trata de un movimiento que va de la estructura hacia la agencia, puesto que analiza cómo los sistemas sociales, políticos o culturales condicionan las acciones de los individuos en contextos determinados. Lo deductivo busca, así, validar teorías en escenarios concretos de la realidad nacional.

Por otro lado, Daniel Kahneman en Pensar rápido, pensar despacio distingue entre dos sistemas cognitivos que también influyen en el análisis de la realidad. El pensamiento rápido (Sistema 1) es intuitivo, automático y emocional; se activa cuando se necesita responder de manera inmediata ante un estímulo o situación, priorizando la rapidez sobre la precisión. Es útil para captar la inmediatez de un problema, aunque puede estar expuesto a sesgos.

En cambio, el pensamiento lento (Sistema 2) es más deliberado, analítico y racional; se aplica cuando es necesario reflexionar con profundidad, evaluar alternativas y llegar a conclusiones fundamentadas. Este último se relaciona estrechamente con el pensamiento crítico, y resulta especialmente valioso en situaciones que requieren un análisis profundo de la realidad nacional.

En conjunto, estas perspectivas —inductiva, deductiva, rápida y lenta— no se excluyen entre sí, sino que funcionan como herramientas complementarias. El investigador o analista puede elegir una u otra en función de las exigencias del problema a resolver, del tiempo disponible y de la profundidad requerida en la interpretación.

3. Que no es la realidad nacional

La realidad nacional no es un show ni un espectáculo mediático. Según Guy Debord en La sociedad del espectáculo (1967), el espectáculo no es simplemente un entretenimiento ligero, sino una forma de dominación social que convierte la vida en representaciones. Para Debord, el espectáculo es la “inversión concreta de la vida”, donde lo vivido se transforma en una acumulación de imágenes que sustituyen la experiencia directa. Esto genera una sociedad pasiva, alienada y más dispuesta a consumir narrativas que a cuestionar la realidad material que enfrenta.

En este sentido, el espectáculo se convierte en una forma de control, porque canaliza la atención hacia lo visual, lo superficial y lo mediático, restándole importancia al análisis crítico de los procesos sociales. El peligro está en que lo que se transmite no son hechos en sí mismos, sino representaciones cuidadosamente construidas para evocar emociones y mantener el orden establecido. La realidad nacional, en contraste, debe centrarse en las estructuras sociales, políticas y económicas que configuran la vida cotidiana de un país, y no en la puesta en escena que la sustituye.

Hay casos de  campañas políticas modernas, las propuestas suelen presentarse en grandes montajes mediáticos: discursos rodeados de luces, conciertos, símbolos patrios y narrativas emotivas que buscan conmover. Estos actos pueden mover emociones, pero no necesariamente brindan información sobre cómo resolver problemas estructurales como la pobreza, el desempleo o la desigualdad. Algunos ejemplos concretos de espectáculo son los siguientes: 


a) Cortina de humo o “caja china”

La realidad nacional tampoco es la sucesión de cortinas de humo, entendidas como estrategias de distracción que desvían la atención de problemas estructurales hacia asuntos secundarios. Según los análisis de Noam Chomsky y Edward Herman en Manufacturing Consent (1988), los medios no solo informan, sino que filtran, jerarquizan y orientan la opinión pública de acuerdo con intereses de las élites económicas y políticas. Una cortina de humo, por tanto, es un mecanismo que explota ese control mediático para esconder lo que verdaderamente afecta a la sociedad.

En un contexto político, las cortinas de humo son recurrentes cuando se generan debates artificiales o polémicas de bajo impacto real, mientras se invisibilizan temas como la corrupción, el abuso de poder o la crisis económica. Aunque pueden ser efectivos para manipular la opinión pública a corto plazo, su efecto es superficial porque desvían la atención de los problemas de fondo que constituyen la realidad nacional. La comprensión de esta última requiere desenmascarar las distracciones y poner el foco en las estructuras que condicionan la vida social.

Ejemplo: cuando un gobierno enfrenta denuncias de malversación de fondos, y simultáneamente los medios difunden escándalos de farándula o noticias triviales en primera plana, se está aplicando una “caja china”. La sociedad centra su atención en el espectáculo mediático mientras los problemas reales quedan relegados.


b) Espiral del silencio

La realidad nacional tampoco se reduce a la espiral del silencio, concepto desarrollado por Elisabeth Noelle-Neumann en La espiral del silencio (1974). La autora sostiene que las personas tienden a callar sus opiniones si perciben que son minoritarias, por miedo a la exclusión o sanción social. Esto genera un fenómeno de autocensura en el que las voces disidentes desaparecen del espacio público, produciendo una falsa impresión de consenso en torno a la opinión dominante.

El problema es que la espiral del silencio no describe directamente la realidad nacional, sino cómo las percepciones de mayoría o minoría condicionan el comportamiento expresivo de los ciudadanos. Si bien es un concepto útil para entender la dinámica de la opinión pública, la realidad nacional implica mucho más: no solo lo que las personas dicen o callan, sino las estructuras objetivas —económicas, políticas y culturales— que sostienen esas dinámicas.

Ejemplo: en regímenes autoritarios, donde los medios proyectan únicamente la voz oficialista, muchos ciudadanos prefieren no expresar críticas al gobierno, aunque las tengan. Este silencio colectivo crea la ilusión de que hay consenso social con las decisiones del régimen, cuando en realidad existe un amplio descontento reprimido.


c) Shock

La realidad nacional tampoco puede limitarse a los efectos del shock. Según Naomi Klein en La doctrina del shock (2007), las crisis —ya sean naturales, bélicas o económicas— producen un estado de vulnerabilidad emocional en la población. Ese desconcierto se aprovecha para imponer reformas políticas y económicas que, en condiciones normales, enfrentarían una fuerte resistencia social.

El shock funciona, entonces, como una estrategia para desorganizar la capacidad crítica y debilitar la resistencia ciudadana. La población, ocupada en sobrevivir o adaptarse a la emergencia, acepta medidas que pueden ser profundamente perjudiciales a largo plazo. La realidad nacional no puede analizarse solo desde esa lógica de manipulación coyuntural, sino que requiere examinar cómo esas medidas se insertan en un entramado histórico y estructural.

Ejemplo: tras un terremoto, un gobierno puede aprobar privatizaciones de servicios básicos aprovechando que la población está enfocada en atender la emergencia. La ciudadanía, paralizada por la crisis, se muestra menos capaz de resistir cambios que, en otra coyuntura, habrían sido ampliamente cuestionados.


d) Framing (encuadre)

El framing o encuadre, desarrollado por Erving Goffman en Frame Analysis (1974) y perfeccionado por Robert Entman (1993), se refiere a los marcos interpretativos mediante los cuales los medios presentan un hecho, determinando qué aspectos se destacan y cuáles se omiten. El encuadre influye en la forma en que las personas comprenden los eventos, condicionando la narrativa que se construye alrededor de un tema.

Aunque el framing es útil para entender cómo la percepción pública puede ser orientada, no equivale a la realidad nacional. El encuadre describe cómo se construyen interpretaciones sociales, pero la realidad nacional implica ir más allá de cómo se “cuenta” un hecho, para indagar en las causas, dinámicas y estructuras que lo generan. Limitar la realidad nacional al framing sería reducirla a un asunto de representación mediática, sin analizar su trasfondo real.

Ejemplo: un aumento en los precios del combustible puede enmarcarse como “una decisión necesaria para salvar la economía” o como “una injusticia que golpea a las familias trabajadoras”. En ambos casos, la forma de presentarlo cambia la percepción pública, pero ninguna de las narrativas sustituye al análisis estructural de por qué ocurre ese aumento y cuáles son sus consecuencias sociales.


e) Priming

El priming, conceptualizado por Shanto Iyengar y Donald Kinder en News that Matters (1987), describe cómo la repetición constante de ciertos temas en los medios determina qué problemas perciben las personas como prioritarios. El priming no crea hechos nuevos, pero sí moldea la jerarquía de preocupaciones en la opinión pública.

Aunque esta teoría explica parte de la construcción de la agenda pública, no equivale a la realidad nacional. El priming es un filtro que resalta o amplifica algunos problemas sobre otros, pero la realidad nacional incluye tanto lo visible como lo que permanece invisibilizado. Por eso, analizar la realidad nacional exige identificar no solo lo que los medios repiten, sino también lo que silencian o marginan.

Ejemplo: si los noticieros repiten día tras día noticias de homicidios, la ciudadanía termina percibiendo la inseguridad como el principal problema nacional, aunque los datos muestren que la desnutrición infantil o la falta de empleo afectan a un número mayor de personas.


f) Teoría del cultivo

La teoría del cultivo, propuesta por George Gerbner en los años 70, sostiene que la exposición prolongada a los medios de comunicación moldea la percepción social de la realidad. Según esta teoría, cuanto más se consume televisión o productos mediáticos, más probable es que las personas desarrollen una visión del mundo coherente con lo que ven en pantalla, aunque esté distorsionada respecto de la realidad objetiva.

El cultivo no describe hechos en sí, sino cómo los medios construyen una percepción social acumulativa. Por ello, no puede confundirse con la realidad nacional. La realidad nacional es dinámica, estructural y multifacética, mientras que el cultivo refleja únicamente cómo las imágenes reiteradas en los medios influyen en la visión de la ciudadanía.

Ejemplo: una persona que consume muchas series de narcotráfico puede llegar a creer que la violencia y el crimen organizado son la norma dominante en el país. Sin embargo, aunque esas narrativas tengan base en ciertos contextos, no reflejan el conjunto de dinámicas sociales, económicas y culturales que integran la realidad nacional.




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