miércoles, 16 de octubre de 2024

Desinformaciòn

La desinformación es la difusión de información falsa o engañosa con la intención de manipular, confundir o distorsionar la realidad. Es deliberada y busca influir en las creencias o acciones de las personas, generalmente con el objetivo de lograr un beneficio político, económico o social. Un aspecto clave de la desinformación es que quienes la producen saben que lo que están difundiendo es incorrecto o impreciso, pero lo hacen para obtener un resultado específico. Implica el uso consciente de información falsa para manipular. El primer autor en utilizar el término desinformación de manera explícita en un contexto relevante fue Ion Mihai Pacepa, un ex oficial de inteligencia rumano que desertó a Occidente. En su libro "Disinformation" (publicado en 2013 junto con Ronald Rychlak), Pacepa describe cómo la Unión Soviética empleaba la desinformación como una herramienta clave en la guerra psicológica y política. A través de la KGB, el régimen soviético implementaba campañas de desinformación para desestabilizar a los gobiernos occidentales y manipular la percepción pública global. Sin embargo existen otras definiciones clave de desinformación:

1. Definición según Wardle y Derakhshan (2017)

Wardle y Derakhshan (2017) definen la desinformación como "información falsa que se comparte con la intención deliberada de engañar o causar daño". Este enfoque destaca dos aspectos fundamentales de la desinformación: la intencionalidad de los actores que la propagan y su objetivo dañino, que puede ir desde la manipulación política hasta la confusión social. En su marco teórico, la desinformación se distingue de otros tipos de información errónea, como la mala información, la cual puede ser incorrecta pero sin intención maliciosa. La desinformación, por tanto, se centra en su uso estratégico para generar confusión o manipulación, lo que resalta su peligro para el discurso democrático y la estabilidad social.

2. Definición según Lazer et al. (2018)

Lazer et al. (2018) definen la desinformación como "información falsa, inexacta o engañosa que se difunde deliberadamente con el fin de inducir a error o confundir a las audiencias". Esta definición resalta la naturaleza deliberada de la desinformación, al subrayar que su creación y distribución están orientadas específicamente a engañar. Los autores sugieren que la desinformación puede adoptar múltiples formas —ya sea en datos falsificados, imágenes manipuladas o narrativas engañosas— y afecta significativamente la confianza en las instituciones y el acceso a la verdad. La deliberación en el acto de engañar y la amplia gama de formas que puede tomar, sitúan a la desinformación en un contexto de mayor complejidad, vinculando sus efectos a la era digital y al ecosistema de redes sociales.

3. Definición según Tandoc et al. (2018)

Tandoc et al. (2018) describen la desinformación como "información fabricada que imita el contenido periodístico en forma, pero no sigue los procesos normativos de recopilación y verificación de información". Esta definición resalta una característica clave de la desinformación: su capacidad para simular legitimidad al imitar el formato de las noticias tradicionales. Sin embargo, esta información carece de los principios éticos y metodológicos del periodismo, lo que la convierte en un recurso engañoso que se aprovecha de la confianza del público en los medios de comunicación. La manipulación de la apariencia periodística aumenta la credibilidad percibida, lo que facilita su difusión y amplifica su impacto negativo.

Las tres definiciones coinciden en señalar la intencionalidad deliberada como un elemento central de la desinformación. Tanto Wardle y Derakhshan (2017) como Lazer et al. (2018) subrayan la motivación para engañar y causar daño o confundir a las audiencias, lo cual revela el propósito malicioso detrás de estos actos. Por su parte, Tandoc et al. (2018) aportan una perspectiva más específica al destacar la imitación de los formatos periodísticos, lo que sugiere que la desinformación busca no solo engañar, sino también hacerlo a través de medios que parezcan confiables.

En el contexto de la era digital y el auge de las redes sociales, estas definiciones proporcionan un marco sólido para entender cómo la desinformación puede difundirse rápidamente y ser difícil de detectar. La combinación de información fabricada, la simulación de fuentes legítimas y la explotación de plataformas digitales refuerza la necesidad de estrategias efectivas de detección y prevención.

El análisis de la desinformación basado en estas tres definiciones muestra un fenómeno complejo y multifacético, donde la intencionalidad, la forma en que se presenta la información y su capacidad para engañar a través de medios aparentemente confiables son elementos fundamentales. Este marco conceptual sirve como base para el estudio de los efectos de la desinformación en el discurso público y ofrece un punto de partida para el desarrollo de mecanismos de mitigación en entornos digitales.

Metodología para la identificación de la desinformación

Verificación de la fuente La confiabilidad de una fuente es crucial para evaluar la veracidad de la información (Fletcher & Park, 2017). Se recomienda verificar si la fuente tiene una trayectoria reconocida en la producción de contenido fiable. Autores anónimos o sitios sin reputación son indicadores potenciales de desinformación. Además, se sugiere la revisión del historial de publicaciones de la fuente para identificar posibles patrones de distorsión o manipulación informativa.


Corroboración de los hechos Una característica distintiva de la desinformación es su aislamiento del consenso informativo. Según estudios previos, la corroboración cruzada con múltiples fuentes fiables y contrastables es fundamental para detectar incoherencias o fabricaciones en el contenido (Lazer et al., 2018). Si la información no puede ser verificada por terceros, esto podría indicar la presencia de desinformación.


Análisis del contenido La desinformación a menudo presenta un tono alarmista o apelativo, diseñado para evocar respuestas emocionales inmediatas (Pennycook & Rand, 2019). Se recomienda un análisis textual que identifique señales de sensacionalismo o exageración. Además, los títulos sensacionalistas son una estrategia común en la desinformación para captar la atención del público. Los investigadores sugieren profundizar en el contenido más allá del titular para evaluar la coherencia y relevancia de los datos presentados.


Verificación de imágenes y videos Las tecnologías de edición permiten la manipulación visual, lo que hace necesario un análisis cuidadoso de las imágenes y videos difundidos. Según el método propuesto por Liu et al. (2020), la búsqueda inversa de imágenes a través de herramientas digitales como Google Images o TinEye puede revelar el origen y contexto real de los materiales visuales. Esto permite identificar si las imágenes han sido sacadas de contexto o alteradas.


Revisión de la fecha de publicación Un análisis de la fecha de publicación puede ayudar a identificar desinformación que utiliza noticias antiguas como si fueran eventos actuales. Estudios sugieren que la desinformación tiende a recontextualizar información desactualizada para crear una narrativa falsa (Guess et al., 2019).


Evaluación de citas y estudios La desinformación a menudo se apoya en citas falsas o malinterpretadas, así como en estudios distorsionados para legitimar sus afirmaciones. El análisis crítico de las fuentes académicas o de citas de figuras públicas es una herramienta clave para identificar inconsistencias o malinterpretaciones deliberadas (Nyhan & Reifler, 2010).


Sesgos y motivaciones Según Shoemaker y Reese (2014), las fuentes que presentan un sesgo ideológico extremo o que parecen orientadas a reforzar un marco de pensamiento particular, deben ser evaluadas críticamente. El sesgo de confirmación, en el que los individuos tienden a aceptar información que coincide con sus creencias previas, puede ser un factor que amplifique la propagación de desinformación (Nickerson, 1998).


Uso de herramientas tecnológicas de verificación La verificación de hechos a través de plataformas especializadas, como FactCheck.org, Snopes o Verificado, ofrece un mecanismo eficaz para validar o refutar afirmaciones virales (Graves, 2018). Estas plataformas emplean métodos científicos y verificaciones independientes para determinar la autenticidad de la información.


Conclusión En la era de la información digital, la capacidad para identificar y contrarrestar la desinformación es fundamental para mantener la integridad de la opinión pública y la toma de decisiones informadas. Las estrategias propuestas en este estudio ofrecen un marco integral para la evaluación crítica del contenido informativo, centrándose en la verificación de fuentes, análisis de contenido y el uso de herramientas tecnológicas. La aplicación de estos métodos permite una respuesta efectiva ante la creciente amenaza de la desinformación.


Diferencias de otros sucesos o acontecimientos de la desinformacion

Show político: Diferente de la desinformación en que no necesariamente implica mentiras. El show político se enfoca en el espectáculo y la teatralización para atraer atención y simpatía, a menudo distorsionando el debate público. No es siempre falso, pero desvía el foco hacia lo superficial o emocional, a veces minimizando los hechos sustanciales.

Realidad nacional: describe la situación objetiva de la vida de un país en términos sociales, políticos y económicos. A diferencia de la desinformación, no busca manipular ni distorsionar, aunque los actores políticos pueden reinterpretarla o explotarla para sus fines. Las tácticas de desinformación, de hecho, pueden intentar alterar la percepción de la realidad nacional.

Shock: Es un evento o situación disruptiva que puede ser aprovechada, pero no es en sí una táctica de manipulación. El shock no implica desinformación por sí mismo, pero puede ser utilizado como una oportunidad por actores políticos para implementar medidas impopulares o generar cambios bajo la cobertura de la confusión o el miedo. A veces se puede acompañar de desinformación para justificar acciones.

Cortina de humo: Es una táctica relacionada, pero no implica necesariamente información falsa. La cortina de humo tiene como objetivo desviar la atención de un tema importante a otro menos relevante o fabricado. Aunque no siempre requiere desinformación, a menudo puede estar acompañada de información imprecisa o exagerada para distraer al público de un problema central. Se diferencia de la desinformación en que su objetivo principal es desviar la atención, no necesariamente engañar con mentiras directas.

Referencias

Fletcher, R., & Park, S. (2017). The Impact of Online Information on Political Knowledge and Engagement. Journal of Communication Research, 39(2), 93-112.

Graves, L. (2018). Understanding the Promise and Limits of Automated Fact-Checking. Data & Society Report.

Guess, A., Nyhan, B., & Reifler, J. (2019). Exposure to Untrustworthy Websites in the 2016 US Election. Nature Human Behaviour, 3(5), 427-434.

Lazer, D., Baum, M., Benkler, Y., Berinsky, A., & Greenhill, K. (2018). The Science of Fake News. Science, 359(6380), 1094-1096.

Liu, Y., Jang, S. M., Lee, H. K., & Park, S. (2020). Detection of Fake News on Social Media: The Role of Attention and Engagement. Journal of Data Science, 18(4), 512-524.

Nyhan, B., & Reifler, J. (2010). When Corrections Fail: The Persistence of Political Misperceptions. Political Behavior, 32(2), 303-330.

Pennycook, G., & Rand, D. G. (2019). Fighting Misinformation on Social Media Using Crowdsourced Judgments of News Source Quality. Proceedings of the National Academy of Sciences, 116(7), 2521-2526.

Shoemaker, P. J., & Reese, S. D. (2014). Mediating the Message in the 21st Century. Routledge.


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