Luis Eduardo Aguilar Vásquez 21/01/2021
Nuestro Tiempo (NT) es un partido reciente de oposición. Sus dirigentes más visibles han dicho que en él caben todas las ideologías. Por ejemplo, Aida Betancourt, una de las dirigentes y actual candidata a diputada por el departamento de La Libertad, expresó en una entrevista televisiva el 26 de julio de 2020: "La diversidad dentro de nuestro partido nos da una gran ventaja. Intentamos integrar y articular diferentes formas de pensamiento". Estas declaraciones dan la pauta para preguntarse: ¿Qué tipo de partido es Nuestro tiempo?
Según la ciencia política, a Nuestro Tiempo se le podría clasificar como un partido de notables. Cabe recordar que Juan Valiente, Johnny Wright Sol y Andy Failer, entre otros, fueron miembros orgánicos de Arena. De hecho, Aída Betancourt fue vetada del mismo partido cuando buscaba una candidatura como diputada suplente de Juan Valiente en 2017. Pese a ello, ahora buscan proyectarse como líderes de una plataforma política de relevancia social, económica e incluso más profesional e inclusiva. Sin embargo, parece que ellos mismos rechazan esta etiqueta de “notables” (de ser un grupo reducido con estatus), más bien, su apuesta es proyectarse como partido de centro que ven en la diversidad una ventaja (debido al desprestigio de los partidos de derecha y de izquierda). Tampoco podrían ser un partido de masas, ya que no plantean posturas contra una élite económica, ni tampoco se ha propuesto – explícitamente- la integración de diferentes gremios de trabajadores a puestos de toma de decisión dentro del sistema político.
Entonces, descartadas esas opciones - y a partir de lo dicho por sus líderes- a Nuestro Tiempo se le podría clasificar como un partido "atrapalotodo". Estos partidos, en la práctica, reducen (o dice anular) su ideología, y se centran más en competir en unas elecciones, con objetivos pragmáticos y/o construidos estrictamente alrededor de un líder. Sin embargo, aunque voces en Nuestro Tiempo dicen no tener ideología, tampoco logran ser verdaderamente pragmáticos en construir una identidad en torno a un fin. En su afán de mostrarse abiertos y diversos no consiguen ponerse de acuerdo en temas como el de la idea de familia. Por ejemplo, uno de sus candidatos a diputado ha presentado su postura en torno al “diseño original de la familia” e incluso ha compartido memes en contra del aborto. Estas acciones se contraponen a las ideas que han impulsado algunos de los miembros más visibles del partido, quienes han promovido un discurso progresista que busca reivindicar los derechos sexuales y reproductivos.
La clasificación de un partido es importante, ya que permite identificar el conjunto de ideas y valores comunes que dirigen el actuar de sus miembros. Esto es la ideología. Sin embargo, aunque Nuestro Tiempo ha intentado construir un discurso antipartidos tradicionales, anticorrupción e incluso antibukele, este no se ha convertido en un rasgo identitario del partido, ya que otros partidos nuevos como Vamos también han promovido este mismo tipo de discurso. Su distintivo identitario -que era la defensa de los derechos sexuales y reproductivos- aparentemente solo es un discurso de candidatos con carisma, que hubieran resultado igualmente competitivos como candidatos no partidarios o en otros partidos. Además, su búsqueda en resaltar la defensa de los intereses individuales sobre el Estado tácita o indirectamente defienden el derecho socioeconómico de las minorías privilegiadas a la propiedad privada por sobre las minorías. Para evitar esto último han empleado un discurso de ser un partido abierto.
Sin embargo, ningún partido debería aspirar a ser un reflejo exacto de la diversidad ideológica que existe en la sociedad, sino que debería juntar ideales, principios laborales, doctrinas económicas, mitos, símbolos o prácticas que permitan identificar a su bancada y militancia. El problema de promover un proyecto tan “plural” es que corre el riesgo de ser utilizado por personas que aspiran a una candidatura para un cargo de elección popular únicamente para cumplir un requisito de inscripción, y de volverse un mero taxi electoral. El problema de fondo tiene que ver con: ¿Quién es y qué pretende la “nueva derecha”? Estos aunque con propuestas sectoriales interesantes podrían reencarnar "reajustes” neoliberales, frente al rezago de las propuestas de derecha tradicional (así tambien como las de izquierda).
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