San Salvador, El Salvador, Junio 1, 2004
Asumo este día, por voluntad expresa y masiva de
los salvadoreños, la máxima responsabilidad que puede ser encargada a un
ciudadano: la de conducir los destinos del país desde la Presidencia de la
República.
En primer lugar, quiero agradecer a Dios
todopoderoso el que me haya concedido esta suprema oportunidad para servirle a
mi gente. A él le ofrezco el mandato de gobierno que este día comienza.
A los salvadoreños que me concedieron el honor
de su confianza les reitero mi gratitud más sincera. En homenaje a esa
confianza, me convierto hoy en Presidente de todos, entendiendo a cabalidad que
la esencia de la democracia exige que el Presidente gobierne para todos por
igual.
A mi partido ARENA, bajo cuya bandera joven y
vibrante recorrimos el país de punta a punta, formando una inmensa red de
voluntades encendidas por el anhelo de mejoramiento, de seguridad y de
progreso, le reitero mi cariño y mi gratitud.
Nuestro pueblo reconoce la lucha de ARENA para
superar los tiempos oscuros del populismo y de la guerra. A toda esa gente
arenera, entregada y amante de las libertades, nunca me cansaré de darle las
gracias, por haberse entregado a este nuevo proyecto de renacimiento y
renovación.
Al iniciar este proyecto de servicio quiero
manifestar que sin el apoyo y el amor de mi esposa Ana Ligia y de mis hijos
Gerardo, José Alejandro y Christian no me sería posible enfrentar los enormes
desafíos que nos esperan.
Mi familia, que me acompaña y me da fortaleza,
también me sirve de estímulo para trabajar día tras día, con entusiasmo y
devoción, para que todas las familias salvadoreñas tengan una vida mejor.
En este momento tan decisivo de mi vida quiero
inspirarme en el recuerdo de mis padres, Ricardo Saca y María Luisa González de
Saca, que ya gozan de la gloria de Dios. Fueron ellos quienes me enseñaron los
principios y valores que han hecho posible que hoy me encuentre aquí ante
ustedes.
Tenemos mucho que agradecerle a la comunidad
internacional. Este día, nos honra, nos estimula y nos compromete la asistencia
gentil y solidaria de altísimos dignatarios de muchos países.
Saludamos calurosamente a los Excelentísimos
señores Presidentes que están con nosotros en este momento tan significativo.
Agradezco también la presencia de honorables representantes de gobiernos,
organismos y organizaciones de todo el mundo.
El pueblo salvadoreño y su nuevo Gobierno los
reciben con los brazos abiertos y la disposición sincera de continuar
trabajando con el empeño y la fraternidad de siempre.
Recibimos la Presidencia de la República en una
coyuntura nacional e internacional a la vez, compleja y esperanzadora. El mundo
vive una ola de incertidumbre, y nuestro país no puede apartarse de los efectos
de situaciones adversas, como el terrorismo y los quebrantos económicos.
El Salvador ha logrado notables progresos
políticos, económicos y sociales; pero eso mismo hace que esté cada vez más
claro todo lo que nos falta por avanzar en esos campos. Nos preocupa el
presente y nos inquieta el futuro; pero ya no estamos atados al pasado.
Es cierto que hay múltiples amenazas a nuestra
estabilidad y a nuestro modelo democrático de vida; sin embargo, la convicción
ciudadana es el mejor escudo frente a cualquier intento de regresión.
Nada ni nadie nos hará retroceder.
Por el contrario: nuestro compromiso democrático
es cada vez más vigoroso, y eso nutre nuestro capital nacional de esperanza.
Mi convicción, compartida con la inmensa mayoría
de nuestra población, es que hoy somos más fuertes que nunca para vencer las
adversidades, sustentar el optimismo y seducir el progreso.
Desde que los salvadoreños logramos resolver de
una manera pacífica y ejemplar un conflicto armado tan destructivo como el que
sufrimos por más de una década, El Salvador ha afianzado el camino hacia la
democracia plena.
Desde 1992, hemos ido construyendo, con
sacrificio y dedicación, la institucionalidad que se necesita para que nuestra
sociedad sea segura, estable, pacífica, progresista y moderna.
No podemos hablar de nuestra democracia y de El
Salvador de hoy sin mencionar a nuestra Fuerza Armada, cuyo carácter y
profesionalismo son hoy más ejemplares que nunca. Esta noble institución es el
mejor paradigma de lo que puede lograrse cuando hay verdadera capacidad de
adaptación a los nuevos tiempos y las nuevas misiones. Merece por eso nuestra
admiración y reconocimiento.
Los gobiernos presididos por Alfredo Cristiani,
por Armando Calderón Sol y por Francisco Flores sentaron los cimientos de este
nuevo País, que hoy nos comprometemos a impulsar de manera decidida e
innovadora.
Gracias al coraje, visión y liderazgo de
nuestros antecesores podemos sentirnos seguros de que nuestro país está
preparado para enfrentar, de manera responsable y segura, las exigencias de una
modernización
creciente, que es ejemplar en la región
latinoamericana y en el entorno centroamericano.
Gracias a lo logrado en estos quince años,
nuestro país ha ganado credibilidad internacional, respeto político y
solidaridad financiera. No estamos solos, porque hemos sido responsables. Se
nos cree y se nos reconoce, porque hemos sabido actuar coherentemente.
El Salvador se ha preparado para abrirse al
mundo por primera vez en su historia. Hechos sin precedentes como el Tratado de
Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos nos abren un espacio de
desarrollo incalculable. Hace cuatro días quedó firme el texto de dicho
tratado.
Con el TLC ganamos todos, porque es un
instrumento excepcional para aterrizar los beneficios de la globalización y las
bondades de la apertura, y convertirlos en oportunidades concretas de
prosperidad para los salvadoreños.
Los frutos de la apertura ya comenzaron a
beneficiar a nuestra gente a través de acuerdos suscritos con México, Panamá,
Chile y República Dominicana. Ya iniciamos además un acercamiento comercial con
la Unión Europea, y muy pronto esperamos concluir un acuerdo con Canadá.
Es de justicia reconocer la visión integradora
del presidente Francisco Flores. Quiero hacer una pausa en esta solemne ocasión
para honrar ante todo el país, el trabajo, la dedicación y su esfuerzo de los
últimos cinco años.
Su liderazgo durante los terremotos del 2001 y
las obras completadas por su Gobierno nos han permitido vestir al país con un
rostro de modernidad. El país lo recordará además como el Presidente que nos
condujo a cruzar el puente hacia la integración en el nuevo siglo.
Hermanos salvadoreños:
Hoy comienza una nueva etapa en nuestra
historia. Mi primera tarea es presentarle al país y a la comunidad
internacional mi visión del tipo de gobierno que los salvadoreños dibujaron en
las urnas el pasado 21 de marzo.
Con claridad incuestionable los salvadoreños
escogieron un gobierno que ante todo defienda las libertades, que genere
oportunidades, que se abra a entendimientos, que vele por el cumplimiento de la
ley y que garantice la seguridad ciudadana.
En esta línea de valores, los salvadoreños se
han pronunciado masivamente por un gobierno que tenga como proyección principal
la cercanía a las necesidades del ciudadano común, que sea tolerante en el buen
sentido de la palabra y ejerza la voluntad solidaria para entender y atender
las exigencias y las aspiraciones populares.
Como Presidente, recibo y asumo ese mensaje, y
me comprometo solemnemente a impulsar un gobierno entregado al bienestar de la
gente, atento a la suerte de los más necesitados y decidido a trabajar en esa
línea de servicio, sin un solo minuto de descanso.
Los salvadoreños me verán constantemente cara a
cara, brazo a brazo, a lo largo y ancho del país, no en visitas de ocasión sino
llevando el gobierno a sus comunidades, para que los ciudadanos de todas las
condiciones sientan que el Estado existe, que trabaja para ellos y que es capaz
de responder a sus demandas más sentidas.
La pobreza es una condición a la que ningún
salvadoreño debe resignarse. Los que hemos recibido el encargo de conducir los
destinos del país debemos combatirla de manera frontal.
En tal sentido, nuestro gobierno iniciará de
inmediato la construcción de una red de bienestar social, que tendrá por
objetivo ofrecer los estímulos necesarios a todos aquellos compatriotas que se
encuentren en desventaja económica y marginación social, para incorporarlos a
la vida productiva.
Las prioridades hace 15 años respondían a un
entorno difícil, del que ya hemos salido. El debate económico mundial ahora
replantea una fórmula que priorice lo social sin abandonar la estabilidad
económica y el crecimiento sostenible. Va quedando claro que la modernización
económica no es sostenible sin el desarrollo humano.
En países como el nuestro, la necesidad del
énfasis en lo social es más urgente.
En nuestro Gobierno, lo social no es un
complemento de nada, sino la base de todo.
A partir de esa filosofía elaboramos nuestra
oferta electoral, que hoy se convierte en proyecto de gobierno.
Voy a poner la agenda social en primer
plano...Seremos un gobierno, ante todo, con un profundo sentido humano.
Durante la campaña me comprometí a ser un
Presidente concertador y accesible. Esa promesa la voy a cumplir firmemente
desde este mismo momento.
Pero una cosa es un Presidente tolerante y
abierto que busca entenderse con la oposición constructiva, y otra muy distinta
es que la oposición intransigente quiera chantajear al Presidente. No
confundamos las demandas legítimas con los desmanes políticos... No confundamos
las necesidades con las necedades.
Tengo la sincera esperanza que mi disposición al
diálogo será correspondida por todos aquellos con quienes nos toque hacerlo.
Llego a la presidencia sin prejuicios ni reservas; pero sí con principios y
valores. Esos principios y esos valores nos dan la fortaleza para sostener
nuestras posiciones.
El pueblo salvadoreño, al que nos debemos, nos
verá actuar, y juzgará la transparencia de nuestras acciones. Si alguna cosa no
camina por falta de entendimiento, ese mismo pueblo sabrá dónde están los
obstáculos... ese mismo pueblo, sabio y prudente como es, sabrá empujar a los
que no quieran caminar, a los que no quieran colaborar.
Haremos una gestión de valores. Y al mencionar
valores me refiero en especial a algunos que son esenciales: responsabilidad,
solidaridad, justicia, orden y libertad. Tales valores se asientan en tierra
muy firme: la fe en la divina providencia y la entereza moral.
Y los valores aludidos significan, en el ámbito
institucional, honestidad escrupulosa en el desempeño de la gestión, respeto
irrestricto a la legalidad en todas sus expresiones, apuesta a la superación
del ser humano y concordia social.
Nuestra Presidencia nace bajo el signo del
entusiasmo por el progreso, la fe en la democracia y la búsqueda de la unidad y
la armonía. La inmensa mayoría de los salvadoreños comparten estos valores y
acogen la convivencia pacífica.
A los que están aquí y a los que no están aquí,
a los que comparten nuestro ideario y a los que no lo comparten, a los que le
apuestan al futuro y a los que están atados al pasado, a todos les digo:
tendrán en mí un interlocutor dispuesto a abrir brecha para que el país siga adelante.
A los diputados y a los alcaldes que nos
acompañan y a los que están ausentes les invito a que nos comprometamos en un
proceso de entendimientos sostenibles, para dar a los salvadoreños soluciones
coherentes y consensuadas.
Los salvadoreños merecemos una clase política
constructiva, seria y responsable...Lograrlo es tarea de todos.
A los diputados y alcaldes que, superando
consignas o mandatos partidarios, están aquí con nosotros, los saludamos con
respeto, reconocimiento y admiración.
Este día invito a los diputados, alcaldes y al
sector privado a que, en compañía del gobierno central, conformemos una
Comisión de Entendimientos.
Propongo que abordemos, cuanto antes, puntos
críticos de la agenda nacional, como el municipalismo, la descentralización, el
desarrollo rural y el financiamiento de los gobiernos locales.
Ahora, quiero presentarles las grandes líneas de
mi Plan de Gobierno, País Seguro. En los próximos días, con el equipo de
trabajo que este día se constituye, haremos el lanzamiento oficial de muchas de
las medidas que desarrollaremos dentro de los próximos cinco años.
País Seguro es un proyecto con auténtico sentido
humano, que ha nacido de las entrañas mismas del sentir nacional. Es un
programa que no tiene precedentes, porque es el resultado de la gira “Hablemos
con Libertad”, que nos permitió tener contacto directo con las personas, sus
necesidades y anhelos.
Aquella gira, que nos llevó a cada uno de los
262 municipios del país, fue solo el comienzo de lo que vamos a hacer y que marca
un nuevo estilo de gobierno.
Nuestro despacho será el país...Nuestra oficina
es la casa de todos.
Desde hoy anuncio que estaré en giras periódicas
y sistemáticas, para mantener vivo y fresco el pacto permanente que nos
permitió llegar a la voluntad y al corazón de nuestros compatriotas.
Aquella primera gira era para convencer...las
que hoy emprenderemos son para cumplir. País
Seguro refleja lo que los salvadoreños me han pedido. Un gobierno democrático
siempre debe responder a las necesidades del ciudadano. Estaremos al lado de la gente.
No estamos inventando fórmulas, imaginando
paraísos, ni ofreciendo magia. Venimos de la realidad, vivimos en ella, nos
debemos a ella. Soñamos, desde luego, con un país mejor, pero con los pies en
la tierra. Pondremos la imaginación, el ingenio y la audacia al servicio de la
realidad que queremos transformar para bien de todos.
En ese ejercicio de escuchar a los salvadoreños
de todos los niveles y condiciones, uno de los clamores más sentidos es la
seguridad ciudadana. Como hombre de trabajo y de familia, me he unido a ese
clamor desde hace mucho tiempo. Hoy cuento con las herramientas gubernamentales
para trabajar en serio y a fondo por la seguridad.
Estoy convencido de que la calidad de vida de la
familia salvadoreña mejorará sustancialmente cuando logremos romper la espiral
de la violencia, en todas sus manifestaciones. Problemas como el crimen
organizado y la delincuencia de las maras deben ser extirpadas de nuestra
sociedad. Lograrlo no puede ser sólo responsabilidad de las instituciones:
tiene que participar activamente la ciudadanía. Formaremos un equipo de
seguridad ciudadana que combatirá la delincuencia en todas sus facetas.
Aplicaremos Súper Mano Dura para llevar a los
delincuentes ante la ley, pero a la vez tendremos la Mano Extendida para evitar
que los que están en riesgo delincuencial caigan en él y para rescatar y
rehabilitar a aquellos que buscan reinsertarse en la sociedad.
A nivel institucional, seguiremos fortaleciendo
nuestra corporación policial, para que cumpla sin reservas su delicada misión
dentro de la dinámica democrática.
Otro gran compromiso de nuestro gobierno con
sentido humano es la generación de empleo. A lo largo de nuestro recorrido por
las comunidades del país, la petición más común era oportunidad de trabajo. Por
lo tanto, multiplicar el empleo es el principal desafío nacional. Y sólo
enfrentaremos con éxito ese desafío si creamos y consolidamos las condiciones
para ser un país cada vez más productivo y más competitivo.
Vamos a seguir abriendo las fronteras y dándole
mayor fluidez al intercambio comercial, buscando así hacer más competitivos a
nuestros empresarios. Con el mismo propósito, impulsaremos la asociatividad de
empresas –medianas y pequeñas--, y la agilización y simplificación de trámites
burocráticos.
Lanzaremos además un ambicioso programa
internacional destinad a multiplicar la inversión extranjera. Estamos
dispuestos a estructurar un adecuado sistema de incentivos, que se maneje con
transparencia y efectividad, a fin de animar a los inversionistas nacionales y
extranjeros a poner sus recursos al servicio del desarrollo nacional.
El Salvador tiene un amplio potencial para la
inversión en turismo. Convertir a nuestro país en un verdadero destino
turístico implica, en primer término, que los salvadoreños valoremos las
grandes oportunidades en este campo.
Tenemos que apostarle en grande al turismo. Una
de las grandes ventajas del turismo es que hace posible que participen desde la
grande hasta la microempresa. Nuestro
gobierno dará la pauta, y mejorará la infraestructura básica para facilitar la
inversión privada.
La primera prueba de ello es que por primera vez
en nuestra historia habrá un Ministerio de Turismo, cuya misión es impulsar
esta actividad para convertirla en uno de los motores del desarrollo nacional.
Estoy decidido a encontrar y activar las
herramientas legales e institucionales para proteger el bolsillo de los
salvadoreños.
Con ese fin, crearemos la Defensoría del
Consumidor, que será autónoma y que protegerá los derechos de los consumidores.
Debemos proteger la economía familiar, sabemos que existen abusos... y nuestro
gobierno no los permitirá más. En nuestro gobierno con sentido humano, la
educación será prioritaria. El reto es ampliar la cobertura, y sobre todo
mejorar la calidad.
Los salvadoreños que se eduquen en el sistema
deben estar capacitados no solo para el trabajo, sino fundamentalmente para la
vida, tal como lo exigen los tiempos modernos.
Incluiremos en nuestra gestión educativa un ambicioso
programa de rescate de la Universidad de El Salvador. La Universidad estatal
debe estar preparada en todas sus dimensiones para atender la demanda educativa
de amplios sectores nacionales. Queremos que El Salvador se convierta en la
capital del conocimiento en Centroamérica.
La Salud será otra área que atenderemos con
especial dedicación. Como lo dije durante la campaña, nuestro Gobierno no
privatizará la salud pública. Impulsaremos una reforma integral del sistema,
para lo cual existen ya múltiples insumos técnicos.
Desarrollaremos el Seguro Social, garantizando
honestidad y transparencia en el servicio y manteniendo las cotizaciones tal
como están. Dicha reforma pondrá al ser humano por encima de cualquier otra
consideración, y estará basada en el entendimiento con todos los sectores que
participan en esta tarea de servicio tan esencial.
Nuestro gobierno tomará en serio al medio
ambiente. Vamos a fortalecer el Ministerio encargado de esa problemática a
través de la revisión de los marcos legales, y lanzaremos una campaña masiva
para la preservación y recuperación de nuestros cada vez más escasos recursos
naturales.
Aprovecharemos las fuentes de apoyo
internacional, que son muchas y muy variadas. Trabajaremos en un proyecto
nacional para el desarrollo hídrico; defenderemos el bosque cafetalero; y
fomentaremos la educación ambiental, indispensable para que los salvadoreños
reconozcamos que la naturaleza, así como la historia, es responsabilidad de
todos.
Los caminos hacia el progreso y la modernización
pasan necesariamente por una gestión ambiciosa y efectiva en el área de
infraestructura física. Vamos a consolidar la conectividad interna del país
para avanzar nuestro liderazgo en el proceso de integración regional.
Fomentaremos los sistemas de ciudades
intercomunicadas, poniendo énfasis en la comunicación vial de las pequeñas
poblaciones, muchas de las cuales están hoy prácticamente incomunicadas.
La infraestructura del país debe ser la mejor
palanca para el desarrollo nacional. Una herramienta para combatir la pobreza
es integrar las comunidades aisladas al progreso.
Nuestro Gobierno trabajará sin descanso a favor
de la estabilidad y bienestar de las comunidades de salvadoreños en el
exterior. Trataremos este tema como lo que es: una parte importante de la vida
nacional. Para ellos realizaremos un
agresivo cabildeo a favor del TPS y otros instrumentos legales para favorecer
su estatus migratorio en Estados Unidos.
Este día juramentaré a una nueva funcionaria,
con rango ministerial, que se dedicará, a tiempo completo, a velar por los
intereses de nuestros hermanos cercanos. Vamos
a proteger sus remesas y buscar mecanismos que permitan reducir los costos de
envío. Durante la campaña, prometí que las mujeres ya no estarán solas.
Trabajaremos por el desarrollo integral de la
mujer, sobre todo por aquellas miles de salvadoreñas que son papá y mamá a la
vez, que tienen que enfrentar la vida solas y sudar más de lo debido.
Para ello, facilitaremos la llegada de créditos
y asistencia técnica a aquellas mujeres que quieren salir adelante con su
microempresa .Buscaremos la participación del sector productivo para establecer
más guarderías y centros de bienestar infantil.
Las mujeres que trabajan y que no tienen dónde
dejar a sus hijos, ya no estarán desamparadas. La mujer será el eje principal de nuestro proyecto social. Por eso les
reitero que la mujeres en El Salvador ya no estarán solas.
El futuro de El Salvador está en los jóvenes. No
podemos, no debemos desatenderlos. No puede haber mejor inversión en una
sociedad que apostarle al desarrollo integral de la juventud. La Secretaría de
la Juventud tendrá como misión fundamental garantizar el futuro de nuestra
juventud.
A los agricultores también quiero decirles que
no los dejaré solos. Este día me comprometo
con ustedes que buena parte de mi tiempo como Presidente estará dedicado a
encontrar soluciones a sus problemas. Vamos a encontrar la manera de proveerlos
de insumos agrícolas más accesibles. Y tendremos a un Banco de Fomento
Agropecuario más cercano a ustedes. Crearemos el programa presidencial PROAGRO,
que en forma complementaria a las acciones realizadas por el Ministerio de
Agricultura y Ganadería, buscará soluciones ingeniosas y de corto plazo a
problemas estructurales que propicien la reconversión productiva del sector.
Finalmente, no podemos permitir que los
agricultores se vean amenazados por la inseguridad. Por eso, crearemos la
Policía Rural que, juntamente con la Fuerza Armada, llevará seguridad al campo.
Este es sólo un esbozo de lo que nos proponemos
emprender a partir de este día. Nuestra voluntad, nuestra convicción y nuestra
energía están ya al servicio del país.
Necesitamos que el país nos acompañe. Ninguna
iniciativa de gobierno prospera si no tiene el respaldo ciudadano. Y, además, son
vitales el respaldo legislativo y el respaldo político de sectores claves de la
vida nacional. Nuestra tarea es construir desde el primer día todos esos
respaldos. Ganamos ampliamente el voto popular, y eso nos da una plataforma
extraordinaria para construir gobierno.
El pueblo tiene el poder; nosotros sólo somos
sus representantes.
En esa línea, con la participación de las
distintas fuerzas del país, nuestro Gobierno impulsará un Acuerdo Nacional que
habrá de buscar, entre otras cosas, una inaplazable Reforma del Estado que nos
lleve a una profunda Reforma Electoral cuyo objetivo será fortalecer nuestra
democracia.
En el mismo espíritu, convencido de que no hay
atajos fáciles ni fórmulas mágicas para alcanzar el desarrollo, quiero convocar
a la empresa privada de todos los niveles a que juntos construyamos un gran
Pacto por el Empleo.
A los empresarios del país, que son millones de
salvadoreños emprendedores, les insto a continuar creando riqueza,
comprometiéndose con un futuro de estabilidad, solidaridad y desarrollo
integral.
Para poder gobernar hay que saber escuchar.
Esa es la sencilla pero vital clave del éxito en
el desempeño de la gestión pública. Yo
estoy acostumbrado a escuchar, porque vengo de la escuela de la vida.
Sería incomprensible que al asumir esta
investidura creyera ser el dueño de la verdad. La realidad del país la vamos a
vivir y a resolver juntos.
Quiero una vez más hacer mía la frase de San
Agustín: “No busques qué dar; date a ti
mismo”. Este sabio pensamiento espiritual, que ha guiado constantemente mis
acciones personales, hoy inspira el Proyecto Social del Gobierno que estamos
iniciando. El corazón de nuestro Plan de Gobierno es el Proyecto Social, y el
corazón del Proyecto Social es el ser humano.Nace y tiene su motivación en las
personas, no en las estadísticas.
Mi Gobierno estará siempre con los salvadoreños,
allí donde ellos sufren, allí donde ellos necesitan sentir que alguien
comprende sus adversidades y sus necesidades. Y también allí donde ellos sueñan
y confían en una vida mejor.
El Estado no puede ni debe abandonar a los más
desafortunados. El Estado no puede ni debe desentenderse de la marginalidad,
que es una de nuestras fallas históricas.
Nuestro Proyecto Social responde a una realidad
difícil, compleja y desafiante. Es importante, entonces, dejar claro que, como
Presidente, voy a mantenerme siempre en contacto con la realidad, con los pies
en la tierra y la mirada puesta en el horizonte de lo que queremos y merecemos
llegar a ser como pueblo y como país.
Hoy les reitero mi compromiso de escuchar con
humildad y paciencia, trabajar con seriedad, buscar respuestas con sensibilidad
humana, y actuar siempre como lo que soy...Un ciudadano más que tiene hoy una
responsabilidad trascendental: trabajar al servicio de los demás.
No voy a permitir que los espejismos del cargo
que hoy ostento me roben la naturalidad, la humildad y el buen juicio. No voy a
dejar que las frivolidades del poder me alejen de la misión principal que he
asumido... hacer que el poder sirva como palanca eficaz de la felicidad
colectiva.
Hoy los invito a caminar juntos hacia un País
Seguro. Hacia un país más cálido, más humano y, por consiguiente, más
convivible. Les invito a fortalecer la
confianza en nosotros mismos. No podemos aceptar el chantaje de la violencia ni
los estribillos del desaliento.
Caminemos con entusiasmo y gallardía, porque esa
es nuestra naturaleza. Siempre optimistas, siempre viendo al futuro, siempre
creyentes en nuestra fuerza fundamental, que es la voluntad de seguir adelante.
Caminemos juntos porque El Salvador vale la
pena.
Mi mandato es seguir construyendo un país donde
sea normal tener oportunidades... un país donde ya no se repita el círculo
vicioso de la pobreza estructural... un país donde haya trabajo suficiente para
todos y espacios abiertos para el talento e ingenio individual.
Pero que nadie espere de nuestro Gobierno
prebendas, privilegios ni ventajas irresponsables. No vamos a regalar lo que no tenemos, somos
conscientes de nuestras posibilidades y limitantes.
Actuaremos con plena conciencia de nación,
dentro de las disciplinas de decisión y trabajo público que demanda el sano
ejercicio de la responsabilidad democrática.
Actuaremos con prudencia fiscal para asegurar la
sostenibilidad de las finanzas públicas.No verán en mi Gobierno dogmatismo
económico ni veneración desproporcionada a la lógica del mercado. Tenemos un
rumbo económico, fundado en las libertades, y esa es la ruta que vamos a
seguir.Pero seremos capaces, desde luego, de ejercer la función estatal
vigilante, para que el interés público y el interés privado se potencien
mutuamente.
Esperen de mi Gobierno firmeza, pero también
flexibilidad. Estaremos siempre atentos a
tenderle una mano solidaria a quien la necesita para superarse. Me identifico
con las dificultades y los desafíos que enfrentan el pequeño empresario, el
profesional, el obrero, el ciudadano común.
Estén seguros de encontrar en mi Gobierno
solidaridad efectiva con el agricultor, con el comerciante, con el maestro; en
fin, con todos aquellos que luchan diariamente por salir adelante.
Estimados compatriotas:
Como Presidente, voy a velar porque todos los
salvadoreños encuentren las condiciones favorables de superación que casi nunca
encontré durante los años más duros de mi lucha por construir una vida propia.
Las circunstancias que tuve que enfrentar como
salvadoreño emprendedor fueron difíciles, como lo son para casi todos los que
están en la situación en que yo estuve. El reto es cambiar las condiciones,
para cambiar las vidas.
Yo hice realidad mi propio sueño salvadoreño con
trabajo y sacrificio, con limitaciones y angustias. Ese esfuerzo lo pongo hoy
al servicio del país. Vengo de trabajar,
y voy a trabajar.
Mucha gente me dio
consejos, me abrió puertas, confió en mis capacidades. Tuve una suerte
extraordinaria. Y tuve fe, en Dios y en mí mismo.
Hoy es mi turno de extenderle la mano motivadora
y comprensiva al que lucha por ser mejor, al que trabaja doble turno, al que
suda bajo el sol, a la que transita por las calles vendiendo lo que puede, a
los que se quiebran la espalda para sobrevivir.
Es mi turno de corresponder...Quiero
corresponder...Voy a corresponder.
Hoy dedico mi Presidencia a los miles de
salvadoreños que, sin alarde vanidoso ni reclamo estéril, hacen de El Salvador
una fuente de riqueza moral y de conciencia verdaderamente patriótica. Por
aquellos que hacen de El Salvador el ejemplo de espíritu y de carácter que
despierta la admiración del mundo.
Tal como prometí hace un año en Usulután, mi
tierra natal, el día que anuncié mi candidatura, quiero pagarle a mi país la
deuda que le tengo pendiente. Nunca podré pagar del todo esa deuda, pero la
suerte me ha otorgado la inmensa oportunidad de hacer un abono sustancial.
Quiero entregarme por completo a El Salvador,
porque a mi país y a mi gente les debo todo lo que soy.
A partir de este instante, coloco mi Presidencia
en las manos de Dios, para que inspire cada una de mis decisiones y cada uno de
mis actos. Sé que Él ha puesto en mis manos este encargo trascendental.
Salvadoreños, amigos y compatriotas todos: soy
Tony Saca... su Presidente, y seguiré siendo el mismo, porque el poder no me
cambiará.
Seguiré siendo el mismo que conocen, el que
viene de ustedes, el que pertenece a ustedes.
Hoy inclino mi frente ante Dios todopoderoso
para rogarle los dones de la sabiduría y la humildad. Lo hago con la plena
certeza de que con mi trabajo y el trabajo de todos los salvadoreños, lo mejor
está en nuestras manos... lo mejor empieza hoy a ser realidad.