Antes de iniciar Quiero hacer una mención especial a los invitados ilustres que tenemos este día. Me refiero a uno y cada uno de los salvadoreños que nos acompañan aquí, en esta plaza, y a los que nos ven a través de los medios de comunicación. En otras épocas, ustedes no habrían podido estar en este evento. Esa fue mi primera decisión como presidente electo, que ustedes estuvieran aquí, conmigo, en este lugar, en esta plaza, en este día.
Hace unos días, la tierra tembló en la madrugada y no había pasado ni hora y media cuando los salvadoreños salieron a trabajar, como si nada hubiera pasado. Ningún pueblo del mundo hace eso, más que este. Este pueblo del cual todos nos tenemos que sentir orgullosos.
Hace cuatro meses estuve parado aquí también, en esta plaza. Ese día nos comprometimos (…) a pasar la página de la posguerra, nos comprometimos a hacer un mejor El Salvador, nos comprometimos a garantizar el bienestar social de cada salvadoreño. Eso es lo más importante del compromiso que tuvimos ese día. Hoy vine acá para cumplir esa promesa.
Ustedes son la razón de ser de esa promesa. Ustedes son la razón de ser de que estemos aquí el día de hoy. Ustedes lograron lo que decían que era imposible. En las calles, cada uno, gritaron con fuerza el nuevo El Salvador que querían tener.
Hoy estoy aquí, con ustedes. Este día inicia el nuevo Gobierno de El Salvador. Este día inicia la nueva historia que vamos a construir juntos. He venido a cumplir con ustedes y estar acá con ustedes en esta plaza. El Salvador como lo conocemos es un país que ha sufrido mucho, es un país que nos ha tocado reconstruirlo, es un país que ha enfrentado terremotos, es un país que ha enfrentado gobiernos corruptos, es un país que ha enfrentado tragedias y, sin embargo, hemos seguido adelante, a pesar de todo, a pesar de todo eso, estamos aquí.
Este pueblo es luchador, este pueblo es trabajador. El más trabajador del mundo. Y nadie lo puede negar, porque el salvadoreño sale adelante donde quiera que esté, aquí en El Salvador y fuera de El Salvador. Pero a partir de hoy, no seré presidente de los que votaron por mí. Tampoco seré el presidente de un sector, el presidente de un grupo ni mucho menos el presidente de un partido político. Seré el presidente de todos los salvadoreños, de cada uno de los salvadoreños, los siete millones de salvadoreños que viven acá y los tres millones que viven afuera, de los 10 millones de salvadoreños. Los representaré a cada uno de ustedes, a uno y cada uno de los salvadoreños diseminados por todo el mundo.
Quiero que me escuchen esto, que creo que es importante y por favor reflexionémoslo. Así como una familia que tiene a su hijo enfermo (…), lleva varios días mal, cada día se pone peor. La familia va a hacer lo imposible por salvar al niño, pero no va a ser fácil. Van a tener desvelos, van a acompañarlo, van a estar pendiente de su salud, dándole medicina, van a tener cambios en su rutina, van a sufrir con él; pero no importa todo lo que hagan, porque todo es por el mismo objetivo común: sacar adelante a su hijo, sacar adelante la salud de ese niño.
De igual manera, es como El Salvador, nuestro país es como un niño enfermo. Nos toca ahora a todos cuidarlo, nos toca ahora a todos tomar un poco de medicina amarga, nos toca ahora a todos sufrir un poco, nos toca ahora a todos tener un poco de dolor, asumir nuestra responsabilidad y todos, como hermanos, sacar adelante a ese niño que es nuestra familia, es nuestro país, es El Salvador.
Y sí, habrán momentos duros, habrán momentos difíciles, pero tomaremos esas decisiones con valentía y espero que me acompañen a defender esas decisiones que tomaremos con valentía. Luego, cuando veamos hacia atrás, habremos visto que valió la pena, porque al final de cuentas, El Salvador saldrá adelante y podremos ver una luz en el futuro y saber que hicimos lo correcto y que arreglamos El Salvador.
Este es un pueblo valiente y a quien le debo todo, pero no vamos a poder salir adelante si no nos unimos. Tenemos que unirnos y asumir, cada uno nuestra esperanza, sí; pero también tenemos que asumir, cada uno de nosotros, nuestra responsabilidad. Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad individual y la sumatoria de todas esas responsabilidades individuales se vuelven una responsabilidad colectiva, una responsabilidad colectiva que va a sacar a nuestro país adelante.
Ahora les voy a decir algo que debí haber dicho hace mucho tiempo. (Lenguaje a señas) eso quiere decir que, de ahora en adelante, el poder está en todos nosotros, en cada uno de nosotros, en las manos de nuestros agricultores, en las manos de nuestros profesionales, en las manos de nuestros estudiantes, en las manos de nuestros comerciantes, en las manos de nuestros escritores, en las manos de nuestros artistas, en las manos de nuestros pescadores, en las manos de nuestras amas de casa y, por supuesto, en las manos de nuestras personas con discapacidad, en las manos de todos, de cada uno de los salvadoreños.
Ustedes decidirán cómo quieren ser gobernados. Porque ahora tendremos un Gobierno del pueblo y para el pueblo. Algunos de ustedes dirán “¿y cómo vamos a hacer eso?” y lo entiendo, ya han sido engañados antes. Cuántas veces nos han dicho que vamos a tener un país mejor, cuántas veces nos han dicho que habrá prosperidad para todos, cuántas veces nos han dicho que todos tendrán trabajo, cuántas veces nos han dicho que vamos a acabar con la inseguridad, cuántas veces nos han dicho que en El Salvador habrá vivienda digna, agua potable, hospitales con medicinas, escuelas dignas para que le den buena educación a nuestros niños. Cuántas veces hemos escuchado esto antes y siempre ha sido una mentira, siempre han sido promesas rotas.
La diferencia es que esta vez el cambio no vendrá de un presidente, no vendrá de un político. El cambio vendrá de cada uno de nosotros, cada uno de nosotros vamos a hacer nuestra parte y cada uno de nosotros vamos a cambiar El Salvador, haciendo lo que nos corresponde, a mí como presidente y a todos los demás. Cada uno de los salvadoreños tiene una importante misión de ahora en adelante, de hacer hasta lo imposible por sacar adelante a nuestro país.
Tenemos solo cinco años. No para pasar la página de la posguerra, no para derrotar al bipartidismo, esas cosas ya las hicimos antes. Tenemos cinco años para hacer de El Salvador un ejemplo para el mundo, un ejemplo de que un pueblo puede salir adelante si así lo desea, si lucha por eso y lo logrará con la ayuda de Dios y con el trabajo de todos nosotros.
Yo solo soy un salvadoreño como todos ustedes. Hijo de un padre que dio en su vida todo lo que pudo por nuestro país. Hijo de una madre que me ha enseñado la importancia del amor. Mi esposa Gabriela me ha acompañado desde hace 14 años, cuando yo ni siquiera pensaba en ser político, ni siquiera imaginaba que me iba a meter en política ni me imaginaba que iba a estar parado este día asumiendo la Presidencia de la República. Y sin embargo, lograra lo que lograra, ella siempre me ha dicho la verdad, y siempre ha sido una guía en los momentos malos y en los momentos buenos, y será una guía ahora en este nuevo Gobierno que tendrá la República de El Salvador.
Gabriela sabe que la amo, eso ya está descontado, pero también tiene que saber que la admiro. Tenemos que ganar un mejor país para las futuras generaciones. Nosotros estamos esperando nuestra primera hija. Se llamará Layla y por ella y por los hijos de todos tenemos que hacer un mejor país. Piensen en un niño, en una niña, piensen en un joven.
Imaginen a la persona más cercana a ustedes, un niño, un joven, una niña; piensen en esa persona. ¿Acaso no merece lo mejor para su futuro? ¿Acaso no merece la mejor educación, la mejor salud? ¿Tener seguridad, poder caminar libre en las calles? ¿Acaso no merece un país del que se pueda sentir orgulloso? ¿Acaso no merece sentirse orgulloso de sus padres? Para que cuando nos pregunten “mamá, papá, ¿qué hicieron con El Salvador?”, nosotros podamos decirle “lo cambiamos y lo hicimos un país pujante, vigoroso y vibrante”.
El Salvador aún puede ser el líder en la pujanza y la innovación en Centroamérica, como lo fue en algún tiempo, un tiempo que ya perdimos, pero que recuperaremos, pero no solo llegaremos ahí, sino incluso más allá, hasta donde nuestros sueños y nuestro tiempo lo permita.
Quiero que me permitan contarles una historia. Una historia que está muy cerca de mí. Es la historia de un niño que caminaba las calles de aquí del centro de San Salvador con su papá. Sentado en una esquina, en una cuneta, comiéndome una manzana acaramelada de las que vendían por ahí y el niño curioso le preguntaba todo a su papá. Y le decía “papá, ¿qué hace ese señor que está ahí? Y él le contestaba “ese señor trabaja duro para sacar a su familia adelante”.
“Papá, ¿por qué nuestro país es pobre?” “Hijo, nuestro país no es pobre, en realidad nuestro país es rico, es el mejor país del mundo, aquí nací y aquí quiero morir”. “Papá, ¿pero por qué es el mejor del mundo? Y él le contestaba “porque es el nuestro”. Y ese niño todavía recuerda las enseñanzas de su papá, esas enseñanzas que aprendió en largas pláticas hasta entrada la noche, esas enseñanzas que le enseñó durante años, todavía lo recuerda. Ese niño ahora es presidente de El Salvador.
Y mi papá está en el cielo. Papá, hoy te extraño más que nunca. Quisiera que estuvieras aquí conmigo, quisiera que vieras hoy a tu pueblo. Él me enseñó que la justicia no es justicia si no es igual para todos. Él me enseñó que de nada sirve el dinero si hay gente que tiene hambre. Él me enseñó que un país debe trabajar para las personas más vulnerables. Él me enseñó casi todo lo que sé y la mejor forma de honrarlo será ser el mejor Gobierno en la historia que haya tenido nuestro país.
Desde que hicimos historia el 3 de febrero, nos hemos dedicado a hacer las mejores relaciones para nuestro país, a buscar inversión, a garantizar que nuestro país crezca y a formar un gabinete que, por primera vez en la historia de nuestro país, tendremos un gabinete paritario. Por primera vez en la historia de nuestro país tendremos un gabinete con igual número de mujeres y hombres.
Pero no han sido seleccionados por su género, han sido seleccionados por su currículum y sus capacidades, y les he indicado que tienen que trabajar y hacer lo mejor para el pueblo salvadoreño. Su única tarea será trabajar incansablemente para que los salvadoreños se sientan orgullosos de su país. A cada uno de ustedes, en cada área, les compete que todos los salvadoreños, los que están acá, los que nos ven por televisión, los que nos ven por redes sociales, los que están fuera de El Salvador, que todos los salvadoreños se sientan orgullosos de su país. Esa es la primera orden y la última que les voy a exigir (?). Este no es mi gabinete. Este es su gabinete.
Ser Presidente de la República no me da poder. El poder lo da cada una de las esperanzas que ustedes han puesto en mí y que ustedes han puesto en este proyecto, y sobre todo, que ustedes han puesto en ustedes mismos, que El Salvador puede cambiar.
Debemos de decidir nosotros mismos que debemos dejar de matarnos, que debemos de decidir nosotros mismos que debemos dejar de botar basura en la calle, debemos de decidir nosotros mismos que vamos a trabajar el doble para sacar a nuestro país adelante. Nuestros hermanos en el exterior, que tanto nos envían a El Salvador, también deben unirse. Todo ese talento que está allá debe apoyar lo que podemos hacer acá.
Debemos invertir en nuestros niños. Cuando mencionamos que debemos tomar medicinas, no solo nos referimos a las medicinas en los hospitales, también nos referimos a la inversión en nuestra niñez. Tenemos que invertir en nuestros niños para que en el futuro, a largo plazo, tengamos el país que todos queremos. También vamos a invertir en megaproyectos, vamos a pensar en grande, vamos a pensar en el largo plazo y vamos a dejarle un legado a los salvadoreños, un legado que no se borre con la historia.
Nuestro país va a avanzar. No tengo duda de eso. No tengo duda de eso cuando veo la cara de cada uno de ustedes, porque ustedes mismos se encargarán de que eso se haga realidad. Su Gobierno trabajará por ustedes, sí; pero la única forma que de verdad podemos salir adelante es si cada uno de ustedes decide hacer lo que le toca hacer, para que los 10 millones de salvadoreños empujemos hacia un solo lado. Que se acabe el tiempo cuando un grupo empujaba para un lado y el otro empujaba para el otro. Los lados se acabaron. De ahora en adelante, vamos a empujar hacia adelante, vamos a empujar hacia el futuro y vamos a empujar hacia donde queremos ver a nuestro país.
¿Estamos dispuestos a empujar todos para adelante? ¿Estamos dispuestos todos a ver hacia el futuro? ¿Estamos dispuestos a, con la ayuda de Dios, tener El Salvador que soñamos? Si es así, con la ayuda de cada uno de ustedes, defendiendo la conquista lograda el 3 de febrero, defendiendo este amplio mandato que nos dan para que podamos cambiar nuestro país, luchando cada uno desde su trinchera, con la ayuda de Dios, nuestro país va a salir adelante. Y ese es el juramento más importante que vine a hacer el día de hoy y les pido que lo hagan conmigo.
Juramos trabajar todos para sacar nuestro país adelante, juramos defender lo conquistado el 3 de febrero, juramos que cambiaremos nuestro país contra todo obstáculo, contra todo enemigo, contra toda barrera, contra todo muro. Nadie se interpondrá entre Dios y su pueblo para poder cambiar El Salvador.
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