En primer lugar cuando actúa como un grupo de presión, demandando algo de funcionarios del estado sin buscar ejercer el poder directamente. La(s) iglesia(s) evangélica(s) no son homogéneas, sin embargo, algunos grupos identificados como tales han actuado como grupo de interés político en posturas de oposición al matrimonio homosexual y al aborto, la promoción de la lectura de la biblia en las escuelas, la exención de impuestos, negación a cierto tipo de educación sexual pública, la predicación en centros penales, estas solo por mencionar algunas. Tales ejemplos ayudan a entender cuando actúa la iglesia evangélica como grupo de presión.
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Otros casos son cuando los candidatos a cargos públicos A) asisten a eventos organizados por grupos identificados como evangélicos (ya sea foros, cultos, y/o celebraciones- ver imágenes anexas 1 y 2), B) utilizan la biblia o frases de la misma y hagan referencias a Dios, sobretodo durante la época de campaña , en estos casos más allá de coyunturas específicas no lo utilizan de forma plena como base de su gestión. Desde los más comprometidos hasta los menos, estos casos muestran valores religiosos han sido utilizados por políticos de profesión, lo que se denomina la religión como herramienta política.
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Algunos grupos evangélicos pentecostales denuncian la corrupción política o su inconformidad, y ponen en tela de juicio la acción de los partidos políticos históricos, que los ha llevado en muchos casos (tal es el caso de Costa Rica donde se han formado bancadas evangélicas) a entrar directamente a buscar un cargo de elección popular.
En el pasado la sociedad era percibida por numerosos grupos pentecostales y evangélicos como lugar de pecado, donde se separaba el espacio de la iglesia y mundo. Sin embargo, en el escenario político centroamericano actual crecen nuevos actores políticos confesionales con origen evangélico y pentecostal que hacen notar su pertenencia con una "revolución política" proyectándose como "políticos de Dios", aquellos quienes se identifican la gente organizada religiosamente y que participan de la vida política del país.
En cada uno de los tres escenarios anteriormente planteado, grupos religiosos evangélicos y personas aprovechan la base de crecientes y potentes lazos comunitarios de los políticos que se identifican con iglesias particulares. O de la idea de las iglesias de formar su movimiento político y poner sus propios representantes. Sin duda, gran parte de la sociedad se pentecostalizó y parece haber un cambio en la cultura política. Parece que surgen de las transiciones democráticas han dejado las dictaduras de lado y han permitido en muchos casos el ascenso de la izquierda que no ha sido capaz de revindicar muchas de las promesas realizadas.
Pero la pregunta de fondo es: ¿tendrá(n) fuerza política la(s) iglesia(s) evangélica(s)? Mucho se ha hablado de que son minorías religiosas, sin embargo en los últimos años su aumento es constante y su compromiso muy fuerte, además el desarrollo de sus propias redes de organización de seguridad social (con centros de estudio, hospitales, radios, canales de televisión etc) les permiten ganar notoriedad en la sociedad, y por tanto ya son una fuerza política importante para generar cambios. En cuanto a los cargos políticos formales un pastor posee una “clientela religiosa”, que aunque no garantiza automáticamente que vote por él (sí se lanzara como candidato, pero genera la posibilidad de competir por un diputado (en San Salvador se necesitan 20,000 votos) y mostrar que su reino también puede ser de este mundo.
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