El valor público expresado en Stocker (2006) se
refiere al valor creado por el Estado por medio de la calidad de los servicios
que presta al ciudadano, lo que gestiona para garantizar el bienestar de la
sociedad por medio de la creación de políticas públicas, servicios, leyes, regulaciones y
otras acciones para satisfacer
necesidades de la población. Se basa en un sistema de diálogo e intercambio que
caracterizan las redes de gobernanza, y la habilidad de motivar no solo
dependiendo de reglas e incentivos (para dirigir el servicio público) sino de
respeto mutuo y compañerismo que fomenten el aprendizaje compartido.
Las redes de gobernanza son una especie de lugar de
decisiones políticas caracterizada por un rango amplio de participantes, vistos
como un miembro legítimo del proceso de hechura de la política. En este caso la
confianza inter-organizacional e interpersonal incluso a veces sustituye a la
autoridad. Busca formular un nuevo paradigma para guiar a los servidores
públicos tanto a los políticos como a los administradores. Esta teoría del
valor público compite tanto con la administración pública tradicional y con el
“New public Management” pero va más allá de ambos.
Se enfoca en alcanzar una efectividad en arrancar los
problemas por los que el público se interesa más, además, activa redes y busca no monopolizar el trabajo, el
paradigma propone un sistema más pragmático que busca respuestas más efectivas
para dar solución a un problema. Resulta también interesante destacar que no
busca ni mantener una estructura rígida ineficiente, ni tampoco un paradigma
basado en la empresa. Más bien los políticos solo se dedican a interpretar lo
que la gente desea, son como una especie de canalizadores o intermediarios,
donde las intervenciones se dan únicamente donde la gente lo considere
conveniente. El horizonte que plantea sin duda no solo es importante sino que
es necesario en cualquier administración pública.
Cabe destacar que la perspectiva se hace desde una
perspectiva anglosajona, y debería de tomarse en cuenta la realidad de cada
región para su implementación, en el caso latinoamericano resulta necesario
implementarlo, pero de igual modo difícil. El texto se enfoca mucho en las
ventajas del paradigma y menciona algunas partes el cómo hacerlo. Sin embargo, en lo personal considero que el
concepto está bien desarrollado, además se hace en comparación con los otros
paradigmas lo cual permite establecer
diferencias entre cada uno de ellos. Plantea el deber ser del servicio público.
El texto de Grindle (2010) hace énfasis como su nombre lo
indica en construir, deconstruir y reconstruir la carrera del servicio civil en
Latinoamérica. Lo anterior no resulta una tarea sencilla ya que como lo dice Echeverría
(2005) la burocracia al interior de los países de América Latina no se presenta
como un actor único y homogéneo, y hay una heterogeneidad de elementos constitutivos de la burocracia
estatal. Por tal motivo, es difícil en inicio caracterizarla en base a tipos
ideales, de ahí que medir o establecer clasificaciones puede resultar atrevido
pero sin duda es también necesario. Es decir, la labor descriptiva es sin duda
complicada.
Para realizar esta ardua faena Echeverría propone su tipología
en las siguientes direcciones: A) La burocracia
administrativa clásica caracterizada por una baja capacidad y una autonomía
relativamente alta. B) La burocracia
clientelar caracterizada por una baja autonomía y baja capacidad. C) La burocracia paralela con baja
autonomía y alta capacidad de equipos técnicos o de “proyectos” que poseen
altas capacidades D) La burocracia
meritocrática caracterizada por combinaciones diferentes de alta autonomía
y capacidad.
En esta tipología se presentan dos circunstancias, en primer
lugar es el contraste que existe entre centralizar versus descentralizar los
servicios, y en segundo lugar el tener servicios más rígidos y estructurados
versus servicios más orgánicos y libres. En estos casos, en teoría, los países con
peores servicios públicos son aquellos más centralizados y rígidos, es decir
aquellos que dependen más del ámbito
político de la burocracia clientelar
(con mayor énfasis en nepotismo y compadrazgo). Y aquellos con mejores
servicios que son los de burocracia meritocracia donde predomina el ámbito de la administración pública.
Sin embargo, lo debatible es que pueden haber países donde
exista una administración pública (funcionarios de carrera) que sea
ineficientes e ineficaces y que no produzcan Valor público. Y del mismo modo puede existir una predominancia del
ámbito político (políticos electos) que sí produzca valor público a una
sociedad. Sin embargo, a pesar de esta contradicción (paradoja) no significa
que la tipología no sea importante para tener un punto de partida en el debate.
Se concluye entonces, que la creación de
valor público no depende si las decisiones caen más en el ámbito administrativo
o en el político sino en la ética pública
que cada uno de estos actores tenga, ya que sí buscan realmente los intereses
de los ciudadanos no debería de importar tanto sí se recae en unos o en otros, sino en una integración de ambos
que permite al político ser un vigilante de que lo que los administradores deben
de hacer (y que sin duda saben hacer mejor que el político)
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