lunes, 13 de octubre de 2025

Conceptos clave para entender la afrodescencia en El Salvador

El racismo hacia la población negra en El Salvador ha operado históricamente bajo una lógica de negación y borramiento, más que de segregación abierta. A diferencia de otros países latinoamericanos donde la presencia afrodescendiente es visible en la vida cotidiana, en El Salvador el racismo se ha expresado principalmente en la invisibilización de las raíces africanas dentro del relato nacional, acompañado de la idea falsa de que “aquí no hay negros”. Esta narrativa, profundamente arraigada en el imaginario colectivo, ha servido para construir una identidad nacional mestiza homogénea que excluye y silencia la diversidad racial.

Durante la época colonial, El Salvador —como parte del sistema esclavista de la Capitanía General de Guatemala— recibió población africana esclavizada, utilizada en labores agrícolas, domésticas y portuarias, especialmente en zonas costeras como Sonsonate y La Libertad. Sin embargo, el proceso de blanqueamiento social impulsado por las élites criollas desde el siglo XIX buscó borrar toda huella africana, tanto en el registro histórico como en la representación cultural. El decreto de 1824, que prohibía el ingreso de personas negras y mulatas al país, refleja el racismo institucional que acompañó el proyecto de nación: una aspiración a “purificar” la población para alinearse con los ideales europeos de progreso y civilización.

En el siglo XX, el racismo continuó reproduciéndose de manera sutil y estructural: a través del lenguaje, los medios, el sistema educativo y las relaciones sociales. Los estereotipos sobre “lo negro” —asociado a lo feo, lo servil o lo exótico— se naturalizaron en el habla popular y en la cultura visual. Mientras tanto, los aportes afrodescendientes a la música, la religiosidad popular, la gastronomía o la historia nacional quedaron relegados o apropiados sin reconocimiento.

1. El racismo: es un sistema de creencias, prácticas y estructuras sociales que jerarquizan a las personas según características físicas o culturales, especialmente el color de piel, el origen étnico o la ascendencia.

No se trata solo de prejuicios individuales, sino de un sistema histórico de poder que asigna privilegios a ciertos grupos (generalmente blancos o europeos) y discrimina a otros (pueblos afrodescendientes, indígenas, asiáticos o mestizos).

El racismo funciona tanto en lo explícito —la violencia abierta, las ofensas, la exclusión directa— como en lo estructural y simbólico, cuando la desigualdad se normaliza a través de instituciones, medios o discursos que refuerzan la idea de superioridad e inferioridad racial.

Autores como Frantz Fanon (Piel negra, máscaras blancas, 1952) y Stuart Hall (Representation, 1997) han mostrado que el racismo no solo domina cuerpos, sino también imaginarios: define qué cuerpos se representan como bellos, peligrosos, inteligentes o civilizados.

Un ejemplo se representa en 12 Years a Slave (2013), basada en la historia real de Solomon Northup, un hombre negro libre que fue secuestrado y vendido como esclavo. El racismo aparece aquí como una institución económica y moralmente legitimada, donde la violencia física y simbólica servía para mantener la jerarquía racial del sistema esclavista.

2. Doble conciencia: es una noción central en la obra de W.E.B. Du Bois, describe la experiencia psicológica y social de las personas afrodescendientes que viven entre dos mundos culturales y simbólicos: el de su propia comunidad y el de la sociedad blanca dominante, la doble conciencia es el desdoblamiento del sujeto negro entre su autopercepción y la mirada impuesta. Esta división genera un conflicto interno entre cómo uno se percibe a sí mismo y cómo es percibido por los demás, especialmente por una estructura social que lo oprime o lo inferioriza.

Du Bois la define como “la sensación peculiar de mirarse siempre a través de los ojos de los otros”, es decir, de verse reflejado en el juicio del opresor

A través del concepto de la doble conciencia, Du Bois explicó cómo el racismo no solo oprime materialmente, sino que también divide la identidad y la subjetividad del oprimido, generando una fractura entre el yo interior y la mirada social impuesta.

Durante su juventud, Du Bois vivió directamente esta experiencia. Nacido en Great Barrington, Massachusetts, en un entorno mayoritariamente blanco, fue desde pequeño consciente de su diferencia racial. Cuando ingresó a Harvard University —de donde se graduó en 1890—, se convirtió en uno de los pocos estudiantes afroamericanos en una institución elitista dominada por la clase blanca protestante. Allí experimentó una forma particular de inclusión sin pertenencia: podía compartir aulas y destacar intelectualmente, pero no era aceptado socialmente como igual. Este contraste le reveló los límites del ideal de igualdad estadounidense: por más méritos que tuviera, su color de piel seguía siendo interpretado como signo de inferioridad.

Du Bois lo resumió magistralmente con una frase emblemática:

“Dos almas, dos pensamientos, dos esfuerzos irreconciliables habitan en un mismo cuerpo oscuro, empeñado en no ser destrozado.”

Ejemplos:
En la vida cotidiana, una persona afrodescendiente puede sentirse obligada a adaptar su comportamiento, lenguaje o apariencia para ser aceptada en contextos dominados por valores blancos, mientras intenta preservar su identidad cultural. Esa tensión refleja el esfuerzo constante por equilibrar la pertenencia y la resistencia.

En la cultura contemporánea, la doble conciencia ha sido representada en películas como Moonlight (2016), donde el protagonista enfrenta el conflicto de vivir su identidad negra y gay dentro de una comunidad marcada por el racismo y la homofobia.
Del mismo modo, autores afrodescendientes en América Latina reinterpretan esta idea al mostrar el choque entre la herencia africana y las estructuras coloniales que aún definen la identidad y la exclusión social.

La propia vida de Du Bois en Harvard ilustra esta tensión simbólica: aunque fue el primer afroamericano en obtener un doctorado en esa universidad, nunca dejó de ser visto como “el otro”.
Su trayectoria académica fue un reflejo de la lucha por unir dos almas —la del intelectual estadounidense que reclama igualdad y la del heredero de una cultura negra que exige dignidad— en un solo cuerpo socialmente fracturado.

3. El síndrome Stephen Candy (también llamado “esclavo fiel” o “house negro”): alude a un arquetipo histórico y psicológico del personaje negro que defiende los intereses del amo o del sistema opresor por encima de los de su propia comunidad, defender a los maltratadores. Este revela la interiorización del racismo estructural, donde la persona oprimida adopta los valores, las normas y las lógicas del dominador, creyendo que su proximidad al poder le otorga seguridad o reconocimiento.

Desde la perspectiva de Frantz Fanon en Piel negra, máscaras blancas (1952), este comportamiento encarna la colonización mental, es decir, la alienación del sujeto que busca validación a través de la mirada del opresor. Fanon explica que la persona negra colonizada aprende a desear ser como el blanco, imitando sus formas de hablar, vestir o pensar, y llega incluso a justificar la opresión que lo mantiene subordinado. Se trata de una forma profunda de violencia simbólica: el deseo de aceptación reemplaza el deseo de liberación.

Este síndrome se manifiesta en contextos históricos como la esclavitud o la servidumbre doméstica, donde algunos esclavos asumían los intereses de sus amos como propios. Pero también persiste en la vida contemporánea, cuando personas afrodescendientes reproducen discursos racistas o meritocráticos que legitiman el sistema que los margina.

Un ejemplo emblemático se encuentra en Stephen (Samuel L. Jackson), personaje de Django Unchained (2012). Stephen es el mayordomo negro de una plantación y actúa con un celo casi paternal hacia su amo blanco, Calvin Candie, a quien protege incluso más que a sí mismo. Su lealtad extrema no proviene de un verdadero respeto, sino de una forma de alienación psicológica: ha interiorizado la jerarquía racial al punto de volverse guardián del orden que lo oprime. A través de él, Quentin Tarantino exhibe la violencia más perversa del racismo: aquella que convierte a la víctima en instrumento del sistema.

4. La intolerancia étnica: es una actitud de rechazo, hostilidad o desprecio hacia personas de una etnia, cultura o color de piel distinto, y se expresa tanto en conductas individuales como en estructuras sociales. Puede manifestarse mediante insultos, exclusión, discriminación laboral o política, pero también en estereotipos mediáticos o silencios institucionales que deshumanizan a los grupos minoritarios.

A diferencia del racismo, que se asienta sobre jerarquías históricas de poder, la intolerancia étnica puede existir entre distintos grupos o comunidades que se perciben mutuamente como “otros”. Su raíz se encuentra en el miedo a la diferencia: la tendencia humana —potenciada por la cultura y la política— a ver lo distinto como amenaza.

En América Latina, la CEPAL (2020) ha señalado que la intolerancia étnica persiste en la negación de las identidades afrodescendientes e indígenas, en la burla hacia los acentos, la estigmatización de los cuerpos y la exclusión de los saberes no europeos. No se trata solo de prejuicios individuales, sino de un entramado simbólico que perpetúa el colonialismo en la vida cotidiana.

En Ruanda, los grupos hutu y tutsi hablaban el mismo idioma (kinyarwanda), compartían la misma religión y vivían mezclados, pero la colonización europea (primero alemana, luego belga) impuso una jerarquía racializada. Entre abril y julio de 1994, en apenas 100 días, se produjo el genocidio de Ruanda, en el que murieron aproximadamente 800,000 personas, en su mayoría tutsis, asesinadas por milicias y civiles hutus extremistas.

Un ejemplo cinematográfico puede verse en Crash (2004), donde distintos personajes enfrentan tensiones raciales y étnicas en Los Ángeles. La película expone cómo la intolerancia se reproduce en gestos cotidianos, miradas, comentarios y políticas de seguridad. Aunque algunos personajes no se consideran racistas, sus prejuicios étnicos guían sus decisiones y relaciones, mostrando que la intolerancia es tan estructural como inconsciente.

5. La segregación racial es la separación física, social y simbólica entre grupos raciales, impuesta por leyes, costumbres o prácticas institucionales. No solo divide a las personas en espacios distintos —escuelas, barrios, transporte—, sino que legitima la desigualdad como norma. Representa una de las formas más visibles del racismo institucional, pues el espacio se convierte en instrumento de poder.

Durante gran parte del siglo XX, la segregación fue una política de Estado en países como Estados Unidos y Sudáfrica. En el sur estadounidense, las leyes de Jim Crow (1877–1964) obligaban a negros y blancos a usar servicios separados, con la justificación de que eran “iguales pero separados”. En realidad, esta separación aseguraba la inferioridad material y simbólica de la población afroamericana. En Sudáfrica, el apartheid llevó esta lógica al extremo: la raza determinaba dónde podías vivir, estudiar, amar o morir.

La segregación no ha desaparecido: hoy se expresa en la geografía de las desigualdades urbanas, donde las poblaciones negras o mestizas habitan zonas con menos servicios, educación precaria y mayor violencia. Los guetos y barrios marginales son herencias urbanas de esa lógica racializada.

Un ejemplo cinematográfico contundente está en la pelicula Hidden Figures (Talentos ocultos, 2016) basada en hechos reales, la película muestra a tres científicas afroamericanas —Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson— que trabajaron en la NASA durante la carrera espacial.

A pesar de su brillantez, fueron relegadas a oficinas, baños y cafeterías segregadas, evidenciando cómo incluso en una institución dedicada a la ciencia y al progreso, la exclusión racial regulaba el espacio y el reconocimiento.

Otro ejemplo se ve en The Help (2011), ambientada en el Misisipi de los años sesenta. La película muestra cómo las mujeres negras trabajaban como sirvientas en hogares blancos, pero no podían usar los mismos baños ni comer en las mismas mesas. La distancia física era también moral: un recordatorio diario de que la “raza” dictaba el valor de la persona.

5.1 Guetto: Espacio urbano donde se concentra o confina una minoría marginada, ya sea por imposición legal o exclusión social.

5.2 Appertheid: Sistema político de segregación racial institucionalizada aplicado en Sudáfrica entre 1950 y 1990, bajo el dominio de la minoría blanca. Prohibía los matrimonios interraciales, la participación política y el acceso equitativo a educación o propiedad.

6. La supremacía racial es una ideología que sostiene que ciertos grupos humanos —en particular, los blancos— son superiores por naturaleza. Esta creencia ha servido como justificación para la esclavitud, el colonialismo, la eugenesia y los regímenes de segregación. No se trata solo de una idea, sino de un sistema de poder que organiza el mundo según una jerarquía racial.

El supremacismo blanco articula esa ideología en clave política y cultural: defiende la pureza racial, el nacionalismo etnocéntrico y la exclusión de minorías. Desde el siglo XIX, movimientos como el Ku Klux Klan o el apartheid sudafricano institucionalizaron la supremacía blanca bajo el discurso de la civilización y el progreso. En el siglo XXI, estos discursos resurgen en la alt-right y en grupos neonazis que utilizan internet como espacio de reclutamiento y propaganda.

Autores como Achille Mbembe y Angela Davis han mostrado que la supremacía racial no desapareció con la abolición del racismo legal, sino que se transformó en necro-política: la capacidad del poder de decidir quiénes merecen vivir y quiénes pueden ser abandonados a la miseria o la violencia.

Una representación simbólica puede verse en American History X (1998), donde Derek Vinyard (Edward Norton) encarna el odio racial hasta su transformación. La película desmantela los mitos del supremacismo mostrando su raíz en el miedo, la ignorancia y la herencia familiar. La redención del protagonista no borra el daño, pero revela que la supremacía racial no es una verdad, sino una enfermedad social aprendida.

7. La invisibilización de la población negra es un proceso social, político y cultural mediante el cual se ocultan, minimizan o niegan las raíces afrodescendientes dentro de la identidad nacional.
Esta omisión impide reconocer el papel histórico, económico y cultural de las comunidades negras, y refuerza la idea falsa de una homogeneidad étnica que borra las diferencias y las desigualdades raciales.

En muchos países latinoamericanos, la invisibilización se manifiesta en los censos oficiales, en la educación, en los medios de comunicación y en los relatos nacionales que exponen una identidad “mestiza” sin reconocer la herencia africana.

El documental “En México ni negros hay” (JusticiaTV, 2017) muestra cómo durante décadas el Estado mexicano negó la existencia de poblaciones afrodescendientes, invisibilizando su historia en la narrativa nacional.

8. El etnocentrismo es la creencia en la superioridad de la propia cultura y la tendencia a evaluar a otras sociedades, religiones o grupos según los valores del propio grupo.
Este sesgo genera una visión jerárquica del mundo, donde lo “propio” se considera civilizado, racional o correcto, mientras lo “ajeno” se percibe como atrasado, bárbaro o inferior.

En el contexto racial y colonial, el etnocentrismo ha legitimado la imposición de valores europeos sobre pueblos indígenas y afrodescendientes, justificando la conquista y el colonialismo bajo la idea de “civilizar al otro”.

El caso de Guatemala estudiado en la Gazeta de Antropología (2009) muestra cómo la élite ladina (de ascendencia europea) impuso sus normas culturales sobre los pueblos mayas, considerando sus costumbres “primitivas”.
De igual forma, películas como Pocahontas (1995) o Avatar (2009) reproducen narrativas etnocéntricas donde el salvador blanco guía a culturas “atrasadas” hacia el progreso.

9. El esclavismo es un sistema económico y social basado en la propiedad de personas utilizadas como fuerza de trabajo, tratadas como bienes comerciables sin derechos ni libertad.
Este sistema sustentó las economías coloniales de Europa y América desde el siglo XVI, especialmente en las plantaciones de azúcar, algodón y café.

El esclavismo sentó las bases del racismo moderno, al justificar la deshumanización de los pueblos africanos mediante discursos pseudocientíficos que los presentaban como inferiores o destinados al trabajo forzado. Películas como 12 Years a Slave (2013) o Amistad (1997) muestran la brutalidad del sistema esclavista y la violencia simbólica de convertir cuerpos humanos en mercancías.

Ambas obras reflejan cómo la esclavitud moldeó la estructura económica y cultural del mundo atlántico.

10. El sesgo racial se refiere a los prejuicios inconscientes hacia determinados grupos raciales que influyen en percepciones, juicios y decisiones, incluso sin intención consciente.
Estos sesgos se forman por la exposición prolongada a estereotipos culturales y pueden afectar ámbitos como la educación, el empleo, la justicia o la tecnología.

Un estudio publicado por Europa Press (2020) evidenció que los sistemas de reconocimiento de voz y facial tienen menor precisión con voces o rostros de personas negras, porque fueron entrenados con bases de datos dominadas por ejemplos blancos.
En el ámbito educativo, docentes pueden interpretar como “indisciplina” comportamientos de estudiantes negros, reflejando sesgos inconscientes en la evaluación escolar.

11. Black Lives Matter es un movimiento social internacional nacido en Estados Unidos en 2013 tras la absolución del asesino de Trayvon Martin, un adolescente afroamericano.

Su objetivo es denunciar la violencia policial, la impunidad y el racismo institucional, así como promover la dignidad y la vida de las personas negras en todo el mundo.

El movimiento redefine la lucha por los derechos civiles en clave contemporánea, articulando activismo digital, arte, educación y protesta social. El lema “I can’t breathe” (No puedo respirar), pronunciado por George Floyd antes de morir asfixiado por un policía en 2020, se convirtió en símbolo global del antirracismo. Protestas inspiradas por BLM se replicaron en más de 60 países, mostrando que la desigualdad racial es un fenómeno transnacional

12. El blackwashing: es una práctica mediática, artística o política en la que se utiliza la representación de personas negras como símbolo de diversidad o inclusión, pero sin un compromiso real con la equidad racial o la transformación estructural.

Se considera una forma de “lavado de imagen” similar al greenwashing ambiental o el pinkwashing de género. Algunas campañas publicitarias o producciones cinematográficas incluyen personajes afrodescendientes solo para proyectar una imagen “progresista”, sin cambiar los valores racistas de fondo o sin dar espacio real a creadores negros.

La inclusión superficial en marcas de moda tras el auge de Black Lives Matter ha sido criticada por figuras como Kimberlé Crenshaw y bell hooks como parte del consumo simbólico de la diversidad.

13. El Ku Klux Klan (KKK): es una organización supremacista blanca fundada en 1865 en Estados Unidos tras la Guerra Civil. Defiende el racismo, el antisemitismo, la homofobia y el nacionalismo cristiano extremo, y ha sido responsable de linchamientos, incendios, amenazas y asesinatos de afroamericanos y otros grupos minoritarios. Por ejemplo: El filme Mississippi Burning (1988) muestra la brutalidad del Klan y su influencia en la política local del sur estadounidense.

Más recientemente, BlacKkKlansman (2018), de Spike Lee, ironiza sobre la infiltración de un policía negro en el Klan, revelando cómo el odio racial se adapta a los tiempos.

14. El término White Fragility fue acuñado por Robin DiAngelo (2011, 2018) para describir las reacciones defensivas que muchas personas blancas muestran cuando se enfrentan a conversaciones sobre racismo o privilegio. Estas respuestas —culpa, enojo, negación o silencio— actúan como mecanismos de autoprotección que impiden reconocer el racismo estructural y preservan la comodidad del privilegio racial. En espacios educativos o laborales, cuando se aborda el racismo, algunos individuos blancos desvían la conversación o se declaran “no racistas”, sin cuestionar los sistemas que los benefician.

15. La afroconciencia o conciencia negra es el proceso de orgullo, afirmación y acción política en torno a la identidad afrodescendiente. Combina la memoria histórica, la autoestima colectiva y la resistencia cultural frente al racismo estructural, promoviendo la transformación social y la recuperación de las raíces africanas. En Brasil, el Día de la Conciencia Negra (20 de noviembre) conmemora la muerte de Zumbi dos Palmares, líder quilombola que luchó contra la esclavitud.

En el arte, obras como las de Kehinde Wiley o la música de Gilberto Gil reivindican la belleza negra como resistencia estética y política.

16. La justicia restaurativa es un enfoque ético y jurídico que busca reparar el daño causado por un conflicto o delito mediante el diálogo, la responsabilidad compartida y la reconstrucción de relaciones.
En el contexto afrodescendiente, este concepto se amplía a la justicia reparativa histórica, que reconoce y busca compensar los efectos duraderos del colonialismo, la esclavitud y el racismo. Iniciativas internacionales proponen reparaciones económicas y simbólicas a los descendientes de personas esclavizadas, como las discusiones en la ONU sobre compensaciones coloniales o la restitución de bienes culturales africanos.

17: El reconocimiento racial es el proceso individual, colectivo o institucional de admitir la existencia del racismo estructural y los privilegios derivados de la blanquitud.
Constituye el primer paso hacia la justicia racial, al reconocer que las jerarquías históricas moldean la distribución de poder y oportunidades. En Estados Unidos, universidades como Georgetown o Harvard han reconocido su vínculo con la esclavitud y creado fondos de becas para descendientes de personas esclavizadas. En América Latina, proyectos de educación intercultural buscan visibilizar las raíces africanas y crear políticas de inclusión racial.

18. El racismo inverso es un término del discurso público, especialmente en Estados Unidos, usado para describir supuestas actitudes de discriminación contra personas blancas por parte de grupos racializados. Sin embargo, desde la teoría crítica de la raza, se considera un concepto erróneo, ya que el racismo no se reduce a la hostilidad individual, sino que implica una estructura de poder histórica que privilegia a los grupos blancos. Cuando una empresa o institución implementa políticas de acción afirmativa para promover diversidad racial, algunos sectores las interpretan como “racismo inverso”. En realidad, dichas políticas buscan corregir desigualdades estructurales, no invertirlas.

19. El antirracismo: es un conjunto de ideas, prácticas y movimientos que buscan identificar, denunciar y desmantelar el racismo estructural. No se limita a rechazar el racismo individual o explícito, sino que promueve la justicia racial, la reparación histórica y la transformación institucional. La filósofa y activista Angela Davis ha vinculado el antirracismo con el feminismo y el abolicionismo carcelario, argumentando que las estructuras raciales y de género deben desmantelarse juntas. En la cultura popular, deportistas como Colin Kaepernick, que se arrodilló durante el himno de EE. UU. para protestar por la violencia policial, representan el activismo antirracista contemporáneo.

martes, 7 de octubre de 2025

Conceptos clave para comprender la desigualdad de la mujer

El feminismo ha dado nombre a muchas experiencias de desigualdad que antes eran invisibles. Al poner palabras a estas situaciones, se han abierto espacios para cuestionar estructuras de poder en el trabajo, la política, la vida familiar y la cultura. Los términos que se presentan a continuación no son simples etiquetas, sino herramientas que permiten comprender cómo opera la discriminación en la vida cotidiana y en las instituciones que se dividiran en cuatro grupos.

1. Conceptos positivos de la mujer se refiere a aquellos términos que visibilizan las formas de empoderamiento, resistencia y transformación impulsadas por las mujeres en distintos contextos sociales, económicos y culturales. (Mujer +)

Feminismo: Es un movimiento social, político, filosófico y cultural que busca la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, así como el reconocimiento y ejercicio pleno de los derechos de las mujeres en todos los ámbitos de la vida. El feminismo parte del análisis crítico del patriarcado —un sistema histórico de dominación masculina— y propone transformaciones estructurales que eliminen la discriminación, la violencia y la desigualdad de género.

Sororidad: Concepto central del feminismo latinoamericano que designa la solidaridad política, ética y afectiva entre mujeres, basada en la empatía, el apoyo mutuo y la lucha compartida contra las desigualdades de género. Fue ampliamente desarrollado por Marcela Lagarde en sus obras sobre los cautiverios y las relaciones entre mujeres. La sororidad busca reemplazar la competencia o el juicio entre mujeres por la alianza y la cooperación, reconociendo que la transformación social requiere vínculos de confianza y colaboración. Ejemplo son redes de mujeres que acompañan procesos de denuncia por acoso, crean colectivas feministas o impulsan leyes para la protección de derechos.

Empoderamiento femenino: Proceso mediante el cual las mujeres adquieren confianza, autonomía y control sobre su vida, sus decisiones y su entorno, tanto en el ámbito personal como económico, político o simbólico. Este concepto ha sido desarrollado por quienes destacan que empoderarse no implica solo fortaleza individual, sino también acción colectiva para transformar las relaciones de poder. El empoderamiento femenino promueve la independencia, la autoestima y la capacidad de incidir en los espacios públicos y privados. Ejemplo son las mujeres rurales que se organizan en cooperativas productivas y logran autonomía económica y participación política en sus comunidades.

Resiliencia femenina: Hace referencia a la capacidad de resistir, adaptarse y transformar el dolor o la opresión en fuerza personal y colectiva. Desde una perspectiva feminista, la resiliencia no se entiende como simple resistencia pasiva, sino como un proceso de reconstrucción identitaria que convierte la experiencia adversa en impulso para la acción y la solidaridad. Ejemplo son las mujeres que, tras vivir violencia doméstica o sexual, fundan refugios, redes de apoyo o movimientos comunitarios para acompañar a otras mujeres.

Trabajo doméstico no remunerado: Conjunto de tareas de cuidado, limpieza, alimentación y mantenimiento del hogar que históricamente han sido realizadas por mujeres sin salario ni reconocimiento social. El feminismo marxista, especialmente a través de autoras como Silvia Federici (Calibán y la bruja, 2004), ha demostrado que este trabajo constituye la base invisible del sistema económico, pues sostiene la fuerza laboral y reduce costos al Estado y al capital. Reconocer su valor implica cuestionar la división sexual del trabajo y exigir políticas de corresponsabilidad. Ejemplo son las mujeres que cocinan, limpian, cuidan niños o personas mayores y organizan la economía doméstica sin recibir remuneración ni prestaciones laborales.

Trabajo de cuidados: Concepto ampliado que incluye tanto el trabajo doméstico como el cuidado físico, emocional y afectivo de otras personas, ya sean niños, enfermos, personas mayores o dependientes. Este trabajo es esencial para la reproducción social, pero ha sido históricamente subvalorado, feminizado e invisibilizado por el mercado y las políticas públicas. Feministas como Nancy Folbre, Amaia Pérez Orozco y Lourdes Benería destacan que sin este trabajo, las economías y las sociedades no podrían sostenerse. Ejemplo son las maestras, enfermeras, niñeras o madres que sostienen el bienestar familiar y comunitario sin el mismo reconocimiento económico o simbólico que el trabajo asalariado.

Economía del cuidado: Marco analítico y político que busca reconocer, redistribuir y remunerar el trabajo de cuidados, situándolo en el centro del desarrollo económico y del bienestar social. Este propone que la sostenibilidad de la vida depende tanto del trabajo productivo como del reproductivo. La economía del cuidado plantea la corresponsabilidad entre Estado, mercado, comunidad y familia en las tareas de cuidado. Ejemplo son las políticas de licencia parental compartida, los sistemas nacionales de cuidados y las encuestas de uso del tiempo que miden las horas dedicadas al cuidado no remunerado.

2.  Conceptos negativos hacia la mujer, hace referencia a actitudes, comportamientos o estructuras simbólicas de opresión desde lo predominantemente masculino (Hombre -), o bien, a fenómenos en los que se manifiestan conflictos derivados de la desigualdad de género desde la perspectiva femenina. Estos conceptos permiten analizar cómo, en algunos contextos sociales y culturales, la respuesta a la dominación patriarcal puede transformarse en discursos o prácticas de oposición, exclusión o resentimiento hacia los hombres, reproduciendo estereotipos y tensiones de género.

Machismo: Es un sistema de creencias y actitudes que otorga superioridad a lo masculino y subordina o desprecia lo femenino. Se manifiesta en comportamientos, valores, instituciones y lenguajes que reproducen la idea de que los hombres deben tener poder, autoridad o control sobre las mujeres. Por ejemplo, cuando se asume que un hombre no debe llorar porque “eso es de mujeres”, o cuando se espera que la mujer renuncie a sus estudios para dedicarse al hogar.

Androcentrismo: Se refiere a colocar lo masculino como la medida universal de lo humano, invisibilizando o subordinando las experiencias femeninas. Durante siglos, la ciencia, la historia y la cultura se construyeron desde la mirada del varón, considerándola como neutra o representativa de toda la humanidad. Por ejemplo, durante décadas los estudios médicos se realizaron solo con cuerpos masculinos, lo que provocó errores en la dosificación de medicamentos para mujeres.

Patriarcado: Es un sistema social, político y cultural basado en la dominación masculina, donde los hombres ocupan los espacios de poder y las mujeres son relegadas a roles secundarios o de cuidado. Este modelo establece jerarquías que definen lo masculino como norma y lo femenino como subordinado. Por ejemplo, en muchas familias se espera que las decisiones importantes las tome el padre o el hijo mayor, mientras las mujeres quedan al margen de la autoridad y del control económico.

Violencia simbólica: Es aquella que se transmite a través de mensajes, imágenes y representaciones culturales que refuerzan la subordinación de las mujeres. No requiere agresión física, pero actúa moldeando creencias, deseos y conductas, de modo que la desigualdad se percibe como natural. Por ejemplo, la publicidad que muestra siempre a mujeres limpiando, cocinando o cuidando, y rara vez en roles de ciencia, política o liderazgo, refuerza la idea de que esos son sus lugares “propios”.

Micromachismos: Son las formas pequeñas y cotidianas del machismo que pasan desapercibidas pero sostienen la desigualdad. Incluyen interrupciones constantes, bromas sexistas, gestos paternalistas o descalificaciones sutiles hacia las mujeres. Por ejemplo, en reuniones de trabajo las mujeres suelen ser interrumpidas o ignoradas cuando exponen una idea, mientras los hombres reciben más atención; a este fenómeno se le conoce como “manterrupting”.

Feminicidio: Es el asesinato de una mujer por razones de género. El caso de Ciudad Juárez en México, con decenas de mujeres asesinadas desde los años 90, visibilizó este problema en América Latina. Se trata de un crimen que no es individual, sino estructural, porque ocurre en un contexto de desprecio hacia la vida de las mujeres.

Gaslighting: Es un tipo de manipulación que hace que las mujeres duden de sí mismas, de sus recuerdos o percepciones. Puede darse en relaciones de pareja, en la familia o en el trabajo. Muchas mujeres que denuncian acoso laboral o violencia doméstica escuchan frases como “estás exagerando” o “eso nunca pasó”, lo cual las lleva a desconfiar de su propia palabra.

Mansplaining: Ocurre cuando un hombre explica algo a una mujer de manera condescendiente, aunque ella ya lo sepa o incluso sea experta. Esto pasa con frecuencia en reuniones de trabajo o espacios académicos, donde las voces femeninas son interrumpidas o minimizadas. A Kamala Harris, por ejemplo, le pasó en audiencias del Senado estadounidense, donde colegas hombres insistían en “corregirla” mientras ella hacía preguntas técnicas.

Incel: proviene del inglés involuntary celibate (“célibe involuntario”) y designa una subcultura digital compuesta principalmente por hombres heterosexuales que se autodefinen como incapaces de establecer relaciones sexuales o afectivas pese a desearlo.  Aunque en sus orígenes —a mediados de la década de 1990— el concepto se utilizaba de forma neutral para describir experiencias de soledad o rechazo amoroso, su significado ha evolucionado hacia comunidades en línea caracterizadas por la misoginia, el resentimiento hacia las mujeres y el rechazo de los discursos feministas. Estas comunidades conforman un fenómeno de estudio relevante dentro de la psicología social, los estudios de género y la sociología digital por su vínculo con procesos de radicalización y violencia simbólica y física en el espacio virtual.

Doble jornada: El llamado “segundo turno” describe cómo muchas mujeres trabajan fuera de casa y al llegar deben encargarse además de la mayoría de las tareas domésticas y de cuidado. Durante la pandemia se hizo muy evidente: además de su empleo, millones de mujeres organizaron clases virtuales, cocinaron y cuidaron de familiares enfermos, acumulando una carga invisible que pocas veces se reparte de forma justa.

Brecha salarial de género: Se refiere a la diferencia entre lo que ganan hombres y mujeres, incluso en puestos similares. No siempre es un salario menor en el mismo cargo, a veces son los sectores feminizados (educación, cuidados, comercio) los que están peor pagados. En la mayoría de países de América Latina las mujeres siguen recibiendo menos ingresos, lo que limita su autonomía económica.

Techo de cristal: Este término habla de barreras invisibles que frenan a las mujeres en su camino hacia los puestos más altos. Pueden tener los méritos, la preparación y la experiencia, pero las reglas del juego cambian cuando aspiran a cargos de mayor poder. Las cifras lo muestran: en las grandes empresas internacionales, la presencia de mujeres en las direcciones generales sigue siendo mínima.

Suelo pegajoso: Es la otra cara del techo de cristal: no se trata de que no puedan llegar arriba, sino de que muchas ni siquiera logran salir de los trabajos más bajos y precarios. Empleadas domésticas, trabajadoras de maquila o de servicios suelen permanecer en condiciones de informalidad sin opciones reales de movilidad social.

Carga mental: Más allá de hacer tareas, está el hecho de tener que recordarlas, planificarlas y organizarlas. Esa es la carga mental: ser la persona que piensa qué falta en el refri, quién debe ir al médico o cuándo pagar un recibo. Aunque el hombre ayude en algunas cosas, la planificación suele recaer sobre la mujer.

Techo de cemento: No siempre son los hombres quienes bloquean el avance; a veces las propias mujeres, por haber interiorizado estereotipos, sienten que no deberían aspirar a más. Muchas rechazan ascensos porque creen que “no podrán con la familia” si asumen responsabilidades mayores. No es culpa de ellas, sino de una cultura que les inculca ese límite invisible.

Escaleras rotas: La desigualdad empieza incluso antes del techo de cristal: muchas mujeres nunca alcanzan el primer ascenso. Esa “escalera rota” explica por qué las empresas siguen siendo dirigidas por hombres: las mujeres se quedan en niveles medios y no logran subir de allí.

Precipicio de cristal: Se refiere a los casos en que las mujeres acceden a cargos de poder justo cuando las cosas ya van mal. En apariencia es un avance, pero en la práctica suele ser una trampa: si fracasan, se refuerza la idea de que las mujeres “no son buenas líderes”. Un ejemplo claro fue el de Theresa May en Reino Unido, nombrada Primera Ministra tras el Brexit, en medio de una crisis política casi imposible de manejar.

El impuesto rosa (pink tax): se refiere a la diferencia de precios que pagan las mujeres por productos o servicios equivalentes a los de los hombres, solo porque están dirigidos al público femenino. No es un impuesto oficial, sino una forma de desigualdad económica y de consumo basada en el género. Una rasuradora rosa cuesta más que una azul, aunque ambas tengan las mismas funciones; o los cortes de cabello “para mujeres” tienen precios más altos que los de “hombres” por servicios similares.

Body shaming: Se refiere a la práctica de avergonzar a las mujeres por su cuerpo, ya sea por su peso, su altura o cualquier rasgo físico. Lo sufrió la cantante Adele, criticada primero por tener sobrepeso y luego por haber adelgazado, lo que muestra que el problema no es el cuerpo en sí, sino las expectativas irreales que se imponen sobre las mujeres.

Slut-shaming: Es la descalificación de las mujeres por su vida sexual o por su forma de vestir. Durante años, figuras como del cine, la musica y el entretenimiento fueron atacadas públicamente bajo este esquema: su vestimenta y actitud eran motivo de cuestionamiento, mientras que los hombres con conductas similares eran celebrados.

Violencia de género: Es un concepto amplio que abarca cualquier forma de violencia contra mujeres por el hecho de serlo: física, sexual, psicológica o económica. En El Salvador, los informes anuales de organizaciones feministas registran decenas de casos, desde agresiones domésticas hasta feminicidios.

Lovebombing: es una técnica de manipulación emocional en la que una persona abruma a otra con atenciones, halagos, regalos y muestras excesivas de cariño al inicio de una relación para ganarse su confianza y dependencia emocional. Una vez que la persona objetivo se siente vinculada, el manipulador retira el afecto o ejerce control, generando confusión y dependencia.

3. Negativo por parte de la mujer, se refieren a comportamientos, roles o dinámicas sociales que, de manera consciente o inconsciente, reproducen los valores, jerarquías y mecanismos del sistema patriarcal. Estos conceptos permiten comprender que la desigualdad de género no solo se sostiene por la imposición masculina, sino también por la internalización y reproducción de los patrones de dominación por parte de las propias mujeres, producto de procesos históricos y culturales (Mujer -).

Síndrome de la abeja reina: es un concepto que describe un comportamiento de competencia y distanciamiento entre mujeres, especialmente en espacios laborales o de poder, que reproduce las jerarquías patriarcales en lugar de cuestionarlas. Aunque puede parecer un rasgo “individual”, en realidad es un fenómeno estructural, producto de la cultura machista que enseña a las mujeres que el éxito es un recurso escaso entre ellas.

La pared de cristal: explica la segregación horizontal que concentra a las mujeres en sectores laborales de bajo poder económico o político —como la educación, la salud o los servicios—. En América Latina, más del 70% del personal docente de primaria son mujeres, pero menos del 20% ocupa puestos de alta dirección educativa.

Feminismo neoliberal: Describe un feminismo que se enfoca en el éxito individual y en el marketing, en lugar de cuestionar las estructuras de desigualdad. Varias empresas globales han usado eslóganes feministas en sus campañas, mientras mantienen condiciones laborales precarias para trabajadoras en otros países.

Purplewashing: Es el uso superficial del feminismo por parte de instituciones o gobiernos para mejorar su imagen. Se ve cada 8 de marzo, cuando edificios públicos se iluminan de morado mientras se recortan presupuestos para programas de igualdad.

Techo de cemento: representa las limitaciones autoimpuestas o internalizadas por las propias mujeres (miedo, culpa o creencias de incapacidad).

Pared de cristal: Es la segregación horizontal: las mujeres no solo ascienden menos, también se concentran en sectores de menor poder económico o político. En la educación, salud y cuidados ellas son mayoría, mientras que en finanzas, tecnología o energía predominan los hombres.

Misandria: Se manifiesta en prejuicios, estereotipos o comportamientos discriminatorios dirigidos al género masculino. El término proviene de las palabras griegas misos (odio) y andros (hombre). En otras palabras, la misandria describe actitudes o acciones que devalúan, marginan o desprecian a los hombres por el hecho de serlo.

Síndrome de Penélope: es un concepto metafórico dentro de la psicología y los estudios de género que describe la tendencia de algunas mujeres a vivir en la espera emocional o existencial de otra persona, generalmente un hombre, posponiendo su propio desarrollo personal, profesional o afectivo. El término proviene del personaje de Penélope en La Odisea de Homero, quien pasa veinte años tejiendo y destejiendo un manto mientras espera fielmente el regreso de su esposo Ulises.

Colaboracionismo patriarcal: es la participación activa o pasiva de las mujeres en la reproducción del orden patriarcal, al asumir, defender o aplicar sus normas y jerarquías como si fueran naturales o necesarias. Se manifiesta cuando una mujer vigila, sanciona o somete a otras mujeres en nombre de valores morales, religiosos o sociales que en realidad refuerzan la subordinación femenina. Simone de Beauvoir (1949), en El segundo sexo, señala que “el opresor no sería tan fuerte si no tuviera cómplices entre los oprimidas

4, Hombres en positivo, se incluyen los términos positivos en relación con los hombres, que buscan visibilizar las transformaciones, aportes y actitudes constructivas de los varones en el proceso hacia la igualdad de género. Estos conceptos no pretenden idealizar la figura masculina, sino reconocer los esfuerzos de aquellos hombres que cuestionan los privilegios del patriarcado, replantean sus masculinidades y participan activamente en la construcción de relaciones más justas, empáticas y equitativas.(Hombre +)

Nuevas masculinidades: modelos alternativos de ser hombre que buscan romper con los patrones tradicionales de dominación, silencio emocional y violencia asociados a la masculinidad hegemónica. Expresión emocional sin miedo a la vulnerabilidad Rechazo a la violencia como forma de resolver conflictos, corresponsabilidad en las tareas domésticas y de crianza, respeto y consentimiento en las relaciones afectivas y sexuales.

Responsabilidad emocional: es la capacidad de asumir, comprender y expresar las emociones propias sin recurrir a la violencia, la negación ni el silencio como mecanismos de poder. Aprender a pedir perdón y a hablar de miedo, frustración o ternura, desmontando la “coraza emocional” masculina. Implica desmontar la idea patriarcal de que la vulnerabilidad es debilidad, reconociendo que la apertura emocional es una forma de madurez ética. Participación activa en la transformación social hacia la igualdad de género. Un hombre que, tras una discusión, no evade la conversación ni responde con agresividad, sino que explica cómo se sintió y escucha el malestar de la otra persona, buscando reparar el vínculo.

Deconstrucción: implica cuestionar las propias creencias y privilegios, reconocer los sesgos culturales y asumir que el cambio personal y social es un ejercicio permanente, no una meta alcanzada una vez. No se trata de “culparse”, sino de hacer consciente lo inconsciente: preguntarnos de dónde vienen nuestras ideas sobre el amor, el poder, el éxito o la masculinidad, y si esas ideas contribuyen a una vida más justa o más dañina. Hemos aprendido a relacionarnos desde el miedo o el control, no desde el respeto o la empatía. Cuando no revisamos esas conductas, terminamos repitiendo lo que nos dañó: herimos a otros, o seguimos cargando con la culpa, la frustración y el vacío que deja vivir en un modelo de poder o de género que no nos permite ser libres.




Los conceptos feministas permiten darle nombre a realidades que, aunque comunes, muchas veces pasaban inadvertidas. Hablar de techo de cristal, carga mental o feminicidio no es solo teoría: son maneras de explicar lo que viven millones de mujeres en el mundo. Reconocer estos fenómenos es un primer paso para transformarlos, tanto en la vida cotidiana como en las políticas públicas.

El feminismo ha demostrado que nombrar la desigualdad es también empezar a desarmarla. Estos veinte términos son parte de un lenguaje crítico que ayuda a mirar con otros ojos la sociedad en que vivimos y a imaginar caminos hacia mayor justicia e igualdad.

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Pirámide de la Violencia Política en El Salvador (con ejemplos históricos y actuales)

La violencia es el uso intencional de la fuerza o del poder —ya sea de manera física, psicológica, verbal, sexual, económica, simbólica, estructural o cultural— contra una persona, grupo o comunidad, que produce o tiene una alta probabilidad de producir daño físico, sufrimiento emocional, privación, limitación de derechos, trauma o incluso la muerte.

No se reduce únicamente a agresiones visibles como los golpes o asesinatos, sino que incluye prácticas más sutiles o normalizadas, como el lenguaje discriminatorio, la exclusión social o la desigualdad estructural, que generan condiciones de vida dañinas y perpetúan relaciones de dominación.

La pirámide de la violencia es un modelo analítico que permite comprender cómo las expresiones más extremas de violencia, como los homicidios o los feminicidios, no surgen de manera aislada, sino que se sostienen en una base amplia de prácticas, actitudes y discursos que normalizan y legitiman el daño. En su parte inferior se encuentran formas “invisibilizadas” o naturalizadas de violencia —como el lenguaje discriminatorio, el acoso cotidiano o la exclusión social— que, aunque no resulten letales, contribuyen a crear un ambiente de tolerancia hacia niveles más altos de agresión. A medida que se asciende en la pirámide, estas prácticas se intensifican en violencia física, sexual o psicológica hasta llegar a los crímenes más graves.

Este enfoque permite comprender que la violencia es un fenómeno estructural y cultural, más amplio que los homicidios, porque incluye desigualdades de género, prácticas discriminatorias, relaciones de poder abusivas y microviolencias que refuerzan un sistema de dominación.

Entre los autores que han trabajado este enfoque se encuentran Johan Galtung.

Nivel 1. Romantizar la violencia

Definición: Narrativas que justifican, embellecen o normalizan la violencia como algo noble, inevitable o heroico.
Ejemplos en El Salvador:

  • Durante la guerra civil, tanto la guerrilla del FMLN como el ejército usaban la idea de los “héroes caídos” o “mártires” como ejemplo a seguir. En discursos y canciones, se exaltaba la entrega total a la causa, incluso si implicaba morir o matar.

  • En el período reciente, Nayib Bukele y sus funcionarios han hablado de la “guerra contra las pandillas” en términos de misión patriótica. Frases como “Dios está con nosotros en esta batalla” legitiman la represión y naturalizan violaciones a derechos humanos como parte de un sacrificio necesario.

  • El discurso que presenta a la población carcelaria como “animales” o “demonios” también romantiza su eliminación como un acto de justicia divina.

  •  Efecto: Al presentar la violencia como heroísmo, se vuelve aceptable socialmente, incluso antes de que se materialice en actos de agresión directa.

Nivel 2. Burlarse o hacer chistes

Definición: Ridiculizar o caricaturizar a adversarios políticos para restarles legitimidad.
Ejemplos en El Salvador:

  • En la Asamblea Legislativa (2018–2021), diputados de Nuevas Ideas y aliados usan sobrenombres despectivos contra opositores. Por ejemplo, se ha llamado “dipurrata” a los diputados críticos, o se les ridiculiza por su forma de vestir o hablar.

  • En redes sociales, funcionarios cercanos al oficialismo difunden memes burlándose de periodistas como Carlos Dada (El Faro) o de opositoras políticas como Claudia Ortiz (VAMOS), restando seriedad a sus posturas mediante ridiculización.

  • En campañas pasadas, candidatos como Mauricio Funes (2009) utilizaron anuncios en los que se ridiculizaba a Rodrigo Ávila (ARENA) por su supuesta torpeza y frases mal dichas.

  • Referirse como “Angelitos” → para ridiculizar a los detenidos por el régimen de excepción. Con esta burla se presenta como si las organizaciones defendieran solo a criminales en lugar de derechos humanos.

  •  La utilizacion de términos despectivos a las mujeres, utilizados en redes sociales y espacios políticos para deslegitimar a mujeres y colectivos feministas que luchan por derechos reproductivos, igualdad salarial o contra la violencia de género. El efecto es caricaturizar sus demandas como exageradas, irracionales o autoritarias.

  • Efecto: Esta violencia simbólica parece “inofensiva”, pero construye una imagen pública de burla permanente que erosiona la credibilidad de la víctima.

Nivel 3. Callar, Censurar o difamar

Definición: Limitar la libertad de expresión o difundir información falsa para dañar la reputación.
Ejemplos en El Salvador:

  • En 2022, el gobierno de Bukele bloqueó a varios medios independientes (El Faro, GatoEncerrado, Focos TV) de conferencias de prensa oficiales.

  • Campañas de difamación desde cuentas afines al oficialismo han acusado a periodistas de recibir dinero de “ONG extranjeras” o de estar vinculados al narcotráfico, sin pruebas.

  • En los años noventa, gobiernos de ARENA usaban cadenas nacionales para censurar la narrativa de organizaciones de derechos humanos, presentándolos como “defensores de delincuentes”.

  • Efecto: Reduce los canales de comunicación de los opositores y siembra desconfianza en la población.

Nivel 4. Acosar y obstaculizar el ejercicio político

Definición: Estrategias de hostigamiento que buscan impedir o dificultar que alguien ejerza un cargo o postule.
Ejemplos en El Salvador:

  • En 2021, la Asamblea dominada por Nuevas Ideas destituyó a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al Fiscal General, quebrando el orden institucional para remover opositores incómodos.

  • La diputada Claudia Ortiz ha denunciado constantes intentos de obstaculizar su participación, incluyendo exclusión en comisiones y limitación de su tiempo de palabra.

  • En gobiernos anteriores, como el de Francisco Flores, se presionaba a jueces críticos con procesos administrativos o recortes de presupuesto judicial.

  • Efecto: Genera un ambiente donde la oposición política se vuelve inviable o extremadamente costosa.

Nivel 5. Amenazar, insultar o chantajear

Definición: Intimidación directa para condicionar decisiones o generar miedo.
Ejemplos en El Salvador:

  • Periodistas de El Faro y GatoEncerrado han recibido amenazas de muerte tras publicar investigaciones sobre corrupción y vínculos de Bukele con pandillas.

  • Durante el conflicto armado, las amenazas eran comunes contra líderes sindicales y defensores de derechos humanos, como el caso de los sindicalistas del STISSS.

  • Durante los años noventa y principios de los 2000 en El Salvador, las calles eran escenario de amenazas entre seguidores de los principales partidos políticos que busca limitar o menoscabar el ejercicio de los derechos y deberes políticos de la ciudadanía.

  • José Roberto Silva Rugamas ha estado vinculado a distintos procesos judiciales relacionados con violencia política y digital. Fue capturado por los delitos de difusión ilegal de información y acoso mediante tecnologías de la información; además, enfrentó una demanda por difamación al acusar al sindicato SITTOJ de estafa. También fue condenado por expresiones de violencia contra la mujer, lo que le obligó a pagar salarios mínimos y presentar una disculpa pública. Finalmente, estuvo bajo prisión preventiva tras un altercado en un hotel con una excandidata, lo que evidenció un patrón de hostigamiento en espacios tanto digitales como físicos.

  • Efecto: Busca controlar mediante el miedo, sin necesidad inmediata de violencia física.

Nivel 6. Agredir físicamente

Definición: Acciones directas contra la integridad corporal.
Ejemplos en El Salvador:

  • Manifestantes contra la privatización de servicios públicos han sido golpeados por fuerzas de seguridad en diferentes gobiernos, incluidos episodios bajo Francisco Flores y Antonio Saca.

  • En el régimen de excepción actual, se han documentado golpizas y torturas contra detenidos en cárceles, denunciadas por Cristosal y Amnistía Internacional.

  • Efecto: Muestra el paso de la intimidación simbólica al control directo mediante la fuerza física.

Nivel 7. Asesinar

Definición: Eliminación física del adversario, grado máximo de violencia política.
Ejemplos en El Salvador:

  • El asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero en 1980, ordenado por estructuras ligadas al poder político y militar.

  • La masacre de los seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras en la UCA (1989), perpetrada por el ejército.

  • Asesinatos de líderes comunitarios en zonas rurales, como el caso de Francisco Martínez, ambientalista de Cabañas (2009), vinculado a conflictos por minería metálica.

  • En 2022, bajo el régimen de excepción, diversas organizaciones han denunciado muertes de opositores y detenidos en cárceles por condiciones de tortura y falta de atención médica.

  • Efecto: Genera terror colectivo, destruye el tejido político opositor y envía un mensaje de dominación total.

La masacre del Mozote y los diferentes tipos de violencia

En Morazán, mucho antes de que llegaran los soldados, ya corrían voces que pintaban a los campesinos como “semilleros de comunistas” y al ejército como héroes dispuestos a defender la patria hasta con su vida. Hablar de mártires y de sacrificios por la causa servía para justificar la muerte como algo noble (Nivel 1: Romantizar la violencia).

En los cuarteles y en las calles, se repetían chistes crueles sobre los campesinos “harapientos” (Nivel 2: Burlarse o hacer chistes). En la actualidad, tomarse una foto en el monumento a las víctimas de El Mozote en actitud festiva y de turismo banaliza el sufrimiento por parte de alguien que no le importa la masacre. Esto convierte un sitio de memoria y duelo en un escenario de autopromoción, borrando su carácter sagrado y comunitario. Una fotografía en pareja, con sonrisas, en un lugar donde fueron asesinados niños y familias completas, puede interpretarse como burla hacia la memoria histórica. Aunque no se exprese en palabras, el gesto transmite indiferencia o desprecio hacia las víctimas.

Cuando periodistas extranjeros intentaban dar a conocer lo que ocurría, se les señalaba de inventar propaganda comunista, y la versión oficial negaba las matanzas. Los medios críticos eran silenciados o acusados sin pruebas de estar vendidos a intereses extranjeros, después de la guerra se intentó ocultar que la masacre había existido (Nivel 3: Callar, censurar o difamar).

Los líderes comunitarios que enseñaban a leer o que organizaban cooperativas eran perseguidos y vistos como enemigos del Estado. Su voz y su labor eran obstaculizadas con detenciones y señalamientos, hasta forzarlos a dejar sus proyectos o huir. En la actualidad hay grupos de personas que obstaculiza el acceso a la justicia (Nivel 4: Acosar y obstaculizar el ejercicio político).

Antes de la masacre, los pobladores recibieron advertencias: “Si ayudan a la guerrilla, nadie quedará vivo”. Esas amenazas buscaban paralizar de miedo a las familias y marcarles que no había salida (Nivel 5: Amenazar, insultar o chantajear).

Cuando el batallón Atlacatl entró a El Mozote en diciembre de 1981, comenzó la brutalidad física. Los soldados golpearon, separaron a los hombres, violaron a mujeres y niñas, y torturaron a quienes se resistían. El dolor del cuerpo se convirtió en herramienta de control (Nivel 6: Agredir físicamente).

Finalmente, llegó la cúspide del horror: cientos de hombres, mujeres, ancianos y niños fueron ejecutados sin piedad. La comunidad entera fue borrada en un acto que pretendía sembrar terror y mostrar dominio absoluto (Nivel 7: Asesinar).

martes, 2 de septiembre de 2025

Analisis de realidad social de la salud

La salud no se limita a hospitales y medicamentos; también depende de normas, creencias y representaciones sociales que influyen en cómo accedemos y entendemos el sistema. En cuanto al analisis social de la salud se puede orientar con base a dos dimensiones: hechos sociales materiales (lo visible y estructural) e inmateriales (lo simbólico y cultural), con preguntas para reflexionar.

Hechos sociales materiales: Son aquellos elementos visibles, tangibles y organizados que forman parte de la estructura social y permiten medir o describir el estado del sistema de salud. Se reflejan en familia, escuela, iglesia, medios de comunicación, empresas, hospitales, sistema judicial y Estado, ya que todas estas instituciones muestran cómo se organiza el acceso y la provisión de servicios.

A) Hechos sociales materiales

Son los elementos visibles, tangibles y organizados del sistema de salud. Se reflejan en la familia, escuela, iglesia, medios de comunicación, empresas, hospitales, sistema judicial y Estado, porque todas estas instituciones influyen en cómo se accede y se vive la salud.

1. Familia

Se explora, describe, compara y analiza como las familias cargan con los efectos de las enfermedades crónicas y agudas. Muchas veces deben endeudarse, vender bienes o buscar apoyo en parientes para cubrir gastos médicos. Los roles de cuidado suelen recaer en las mujeres, lo que genera desigualdades de género. Además, la corrupción en hospitales o farmacias afecta directamente a los hogares, beneficiando a quienes tienen contactos y perjudicando a los más vulnerables.De ahi que se planteen preguntas como:

Preguntas:

  • ¿Cómo impactan las enfermedades crónicas o agudas en la economía y dinámica del hogar?

  • ¿Qué roles de cuidado se refuerzan o cambian dentro de la familia, y cómo se distribuyen según género y edad?

  • ¿Cómo se afronta el gasto en salud (endeudamiento, venta de bienes, ayuda de parientes)?

  • ¿De qué manera la corrupción en el sistema de salud (desvío de medicinas, cobros indebidos, favoritismos) afecta directamente a las familias? ¿Qué familias se ven perjudicadas y beneficiadas?

2. Escuela

Con pensamiento crítico se aborda como salud influye directamente en el rendimiento escolar. Por ejemplo, como la desnutrición, los problemas de salud mental o la falta de atención médica afectan la permanencia de los estudiantes. Los programas escolares de vacunación, alimentación e higiene son claves, aunque también están expuestos a problemas de corrupción en la distribución de recursos. De ahi que se planteen preguntas como:

  • ¿De qué manera influyen la desnutrición, la falta de atención médica o problemas de salud mental en el rendimiento académico?

  • ¿Qué papel juegan los programas de salud escolar (vacunación, alimentación, higiene) en la permanencia de los estudiantes?

  • ¿Cómo reaccionan los centros educativos ante brotes epidémicos o crisis sanitarias?

  • ¿Cómo impacta la corrupción en el sistema de salud en la calidad y continuidad de los programas escolares de salud (desayuno, vacunación, controles médicos)?

3. Iglesia

Las iglesias cumplen un rol social en el acompañamiento espiritual, emocional y a veces material de los enfermos. También impulsan campañas de prevención, brigadas médicas o consejería en salud. Sin embargo, su acción puede verse limitada cuando la corrupción reduce los recursos disponibles o interfiere con su labor comunitaria. Preguntandose:

  • ¿Qué rol tienen las iglesias en brindar apoyo material, emocional o espiritual a personas enfermas?

  • ¿Promueven campañas o iniciativas comunitarias de salud (prevención de adicciones, brigadas médicas, salud sexual)?

  • ¿De qué manera la corrupción en el sistema de salud condiciona o limita las acciones solidarias y de apoyo que realizan las iglesias en sus comunidades?

4. Medios de comunicación

Se aborda de forma critica como los medios enmarcan la salud influye en la opinión pública. A veces muestran crisis (desabastecimiento, listas de espera), otras veces triunfos (inauguración de hospitales). Su cobertura puede reforzar la confianza o la desconfianza hacia el sistema, especialmente en casos de corrupción.

  • ¿Cómo representan los medios los problemas del sistema de salud (desabastecimiento, listas de espera, inauguración de hospitales)?

  • ¿Qué impacto tiene esa representación en la opinión pública y en la presión hacia las autoridades?

  • ¿Qué tipo de narrativas predominan: éxito gubernamental, crisis, responsabilidad individual?

  • ¿Cómo abordan los medios la corrupción en el sistema de salud y qué efectos tiene esa cobertura en la percepción ciudadana?

5. Empresas

Se explora y describen condiciones laborales influyen directamente en la salud de los trabajadores: exposición al calor, químicos o largas jornadas. Además se compara como los trabajadores formales acceden al ISSS, los informales quedan excluidos o los con recursos acceden a salud privada. 

Preguntas:

  • ¿Cómo inciden las condiciones laborales (jornadas, calor, químicos, ergonomía) en la salud de los trabajadores?

  • ¿Qué brechas existen entre trabajadores formales con ISSS y trabajadores informales sin cobertura? ¿Una fusion de los sistemas mejoraría el sistema?

  • ¿Qué efectos tienen los actos de corrupción en contratos, compras o licitaciones del sistema de salud en la atención de los trabajadores y sus familias?

6. Hospitales 

Explora, describir, comparar y analizar la salud en relación a los hospitales se refiere a todo lo visible, tangible y organizativo: infraestructura, presupuesto, personal médico, medicamentos, leyes y estadísticas. Pero un análisis con pensamiento crítico no se queda en describir esos elementos, sino que los cuestiona, compara y evalúa desde distintos ángulos.

Preguntas:

  • ¿Cuántos hospitales públicos y privados existen y cómo están distribuidos en el país?

  • ¿Qué diferencia hay entre el acceso a servicios de salud del MINSAL, ISSS, Bienestar Magisterial, Sanidad Militar y sector privado?

  • ¿Qué proporción del presupuesto nacional se destina a la salud y cómo se distribuye?

  • ¿Cuántos médicos, enfermeras y especialistas hay por cada mil habitantes en El Salvador?

  • ¿Cuáles son las principales limitaciones de acceso (tiempo de espera, desabastecimiento, falta de especialistas)?

  • ¿Qué políticas existen para garantizar salud mental, salud materna y atención a enfermedades crónicas?

  • ¿Cómo se manifiesta la corrupción dentro de los hospitales y qué impacto tiene en la calidad de la atención brindada a los pacientes?

7. Sistema judicial

El sistema judicial interviene en la defensa del derecho a la salud a través de amparos, demandas y sanciones. Sin embargo, la corrupción y la falta de independencia pueden impedir una verdadera justicia en casos de negligencia o desvío de recursos.

Preguntas:

  • ¿Qué recursos materiales tienen los juzgados para atender casos vinculados al derecho a la salud (instalaciones, personal, presupuesto)?

  • ¿Cuántos casos relacionados con acceso a medicamentos, negligencia médica o corrupción en el sistema de salud llegan a tribunales cada año?

  • ¿Cómo se distribuyen los tribunales que pueden atender demandas sobre salud en áreas urbanas y rurales?


8. Estado

Explora, describe y comparatodo lo visible y tangible como se organiza, financia y gestiona dentro del sistema sanitario. Esto incluye el presupuesto público en salud y la forma en que se distribuye entre el MINSAL, el ISSS, los hospitales nacionales y los distintos programas preventivos. También abarca la infraestructura estatal, compuesta por hospitales, unidades de salud, los Equipos Comunitarios de Salud Familiar (ECOS) y laboratorios que garantizan atención en distintos niveles. A ello se suman los recursos humanos contratados, como médicos, enfermeras, especialistas y personal administrativo que sostienen el funcionamiento diario del sistema. Otro componente son los medicamentos y equipos adquiridos mediante compras públicas, cuya disponibilidad determina en gran medida la calidad del servicio. Además, el Estado impulsa políticas y programas en ejecución orientados a la vacunación, el control de epidemias, la nutrición, y la atención materna e infantil 

  • ¿Cuántos hospitales, unidades de salud médicos y enfermeras administra el Estado y dónde están localizados?

    ¿Cómo se compara la inversión en salud de El Salvador con la de otros países centroamericanos?

    ¿En qué medida los hospitales y programas estatales responden a las necesidades reales de la población?

    ¿El gasto público en salud corresponde más a la construcción de infraestructura visible o a la mejora del servicio cotidiano?

    Si el Estado afirma que garantiza el acceso universal a la salud, ¿qué evidencia lo confirma y qué casos lo contradicen?

B) Hechos sociales inmateriales

Son intangibles: normas, valores, creencias, costumbres, representaciones colectivas y moral social que influyen en cómo las personas piensan, sienten y actúan frente a la salud y la enfermedad. Son aquellos que tienen significado y que orientan conductas y percepciones.

1. Normas sociales

El acceso a la salud está mediado por normas no escritas: hacer largas filas, conocer a alguien que facilite la entrada a consulta o aceptar el “favor” de un contacto dentro del hospital. Estas prácticas priorizan a ciertos grupos, como embarazadas, adultos mayores o militares. Incluso la corrupción puede normalizarse como una estrategia tolerada por la sociedad.

Preguntas:

  • ¿Qué normas no escritas influyen en el acceso a la salud?

  • ¿Cómo afectan las normas sociales la priorización de ciertos grupos?

  • ¿Qué papel juega la corrupción como una norma tolerada o rechazada socialmente dentro del sistema de salud?

2. Valores

Los valores colectivos moldean la manera en que se concibe la salud. En algunos contextos se privilegia la prevención, mientras en otros se da importancia a la atención curativa. Además, el acceso universal a la salud se percibe como un valor democrático, aunque a menudo no se cumple en la práctica.

Preguntas:

  • ¿Cómo influyen los valores en la percepción de la salud y el cuidado?

  • ¿Qué valores colectivos se reflejan en la manera en que las personas cuidan su salud?

  • ¿Cómo se valora la salud en comparación con otros bienes?

  • ¿Qué importancia se le da al acceso universal a la salud como valor democrático?

3. Creencias y religiosidad

Las creencias religiosas influyen en la aceptación de tratamientos, vacunas o anticonceptivos. La medicina tradicional sigue siendo usada como complemento. Muchas veces, la enfermedad se interpreta como castigo, prueba o herencia, lo que afecta las decisiones de búsqueda de atención.

Preguntas:

  • ¿Cómo influyen las creencias religiosas en la aceptación de tratamientos médicos?

  • ¿Qué prácticas tradicionales o populares se usan como sustituto o complemento de la medicina científica?

  • ¿Cómo se perciben las enfermedades en la sociedad?

4. Costumbres y hábitos

Los problemas de salud pública están ligados a dietas poco saludables, falta de ejercicio y descuido en la higiene. Los roles de género refuerzan desigualdades: los hombres consultan menos, mientras las mujeres cargan con el cuidado de los enfermos.

Preguntas:

  • ¿Qué costumbres alimenticias o de higiene inciden en los principales problemas de salud?

  • ¿Qué hábitos de género influyen en la búsqueda de atención médica?

  • ¿Cómo se transmiten costumbres familiares sobre el cuidado de enfermos?


5. Representaciones colectivas

Los médicos y enfermeras pueden ser vistos como héroes, pero también como corruptos o fríos. Los hospitales públicos se asocian con abandono y sacrificio, mientras los privados representan calidad, aunque con exclusión por sus altos costos.

Preguntas:

  • ¿Cómo se representan socialmente a los médicos y enfermeras?

  • ¿Qué imágenes colectivas existen sobre los hospitales públicos?

  • ¿Cómo influye la representación del hospital privado frente al público?


6. Moral social

La salud está atravesada por juicios morales que estigmatizan a personas con VIH, adicciones o problemas mentales. También se sanciona socialmente a quienes incumplen medidas sanitarias, lo que genera tensiones entre derechos individuales y el bien común.

Preguntas:

  • ¿Qué juicios morales se emiten sobre las personas enfermas?

  • ¿Cómo se juzga a quienes no cumplen medidas sanitarias?

  • ¿Qué tensiones existen entre el derecho individual y el bien común en materia de salud?