domingo, 12 de mayo de 2024

Nayib Bukele y el populismo

 

1.     Antecedentes

Nayib Bukele terminó con la alternancia en el ejecutivo de los dos partidos que gobernaron El Salvador luego de los Acuerdos de Paz, ya que durante 30 años hubo cuatro presidentes de derecha con el partido Arena, que fueron seguidos por dos mandatarios de izquierda con el FMLN (cita requerida). Estos partidos instalaron una partidocracia que controlaba importantes pedazos de los poderes del Estado y de sus instituciones (Arene, 2013). En esta etapa crecía una sensación de pesimismo, incertidumbre e impotencia en la ciudadanía, por la incapacidad de los partidos de hacer propuestas democrático-progresistas y modernos que pudieran incluir amplios intereses de la ciudadanía con representación en la Asamblea Legislativa y en el Poder Ejecutivo (Arene, 2013 y otras citas requeridas).

Un aspecto importante a destacar es que, -antes de la elección de 2019- tres de los expresidentes de El Salvador habían sido acusados de actos de corrupción (cita requerida), esto contribuyó al hartazgo y decepción en los votantes, pero, en un contexto de limitada cultura democrática y débiles liderazgos académico e intelectual ó cívico-políticos (Arene, 2013). De ahí que, Bukele aprovecha dicha situación y se coloca del “lado del pueblo”, frente a este poder de una clase política burocratizada y corrupta, que encuentra su voz en un líder joven, irreverente y sin compromisos con el pasado (Roque R. 2021:242). Aunque Bukele contaba con experiencia política trabajando dentro del establishment [como alcalde de Nuevo Cuscatlán en 2012 y en San Salvador en 2015, ambos por el FMLN], se vendió como un outsider durante las elecciones presidenciales, catapultando su candidatura al éxito (Masek y Aguasvivas, 2021).

Usando una estrategia populista, Bukele logró presentarse como el portavoz de la desafección popular y las demandas insatisfechas de inclusión, de seguridad y, especialmente, de futuro con el régimen de postguerra (cita requerida). Sin embargo, su discurso populista no solo apareció al final de su relación con el FMLN, ya que Bukele venía dando algunos avisos explícitos de populismo desde que era alcalde de Nuevo Cuscatlán, por ejemplo, en un discurso en la Universidad de El Salvador en 2013 en San Miguel dijo: “¿Alguien quiere un presidente populista? ¿Alguien no? ¿Nadie?... Yo sí. (Bukele, N. 2013). Otro aspecto llamativo era que, planteó el agotamiento al régimen de la posguerra y criticaba no solo a Arena sino a su propio partido.

A finales de 2017, el FMLN expulsó a Bukele por “promover prácticas que generan división interna, de fomentar conductas personalistas, dañar la imagen y honor de los militantes, violar los principios del partido e irrespetar los derechos humanos de las mujeres” (Arauz, 2017). El FMLN se mostraba harto del "maltrato" por parte del empresario, según lo manifestó el entonces secretario municipal del FMLN en San Salvador, Dagoberto Sosa: "Definitivamente no podemos continuar con Nayib: maltrata al partido, nos compara con Arena, nos dice corruptos y dice que no hay presidente. ¿Entonces qué más queremos?" (Arauz, 2017).

Luego de “saltar” de un partido a otro -buscando ser candidato presidencial- tampoco logra competir con su propio instituto político (Nuevas Ideas); pero, a último momento consigue auxiliarse del partido GANA para poder buscar la presidencia (Castro C. 2019). Ya durante la campaña presidencial 2019, fue cuestionado por no someterse a los debates presidenciales, ni al escrutinio público, y solo proyectarse desde redes sociales (cita requerida). Aun así, logró hacer una especie de programa de ilusiones fantasiosas que lograron movilizar la nostalgia por una supuesta plenitud de los años exitosos de la modernización autoritaria, lo le permitió siempre estar al frente de las encuestas. (Roque R. 2021:244 y Castro C. 2019)

Con frases como “El dinero alcanza cuando nadie roba” y “devuelvan lo robado”[1] llega a la presidencia en primera vuelta (cita requerida). Durante sus primeros dos años en el cargo, Bukele se posicionó en la palestra nacional y global a través del amplio uso de las redes sociales, despidiendo a funcionarios públicos y emitiendo decretos a través de Twitter (The Economist, 2020). Una de sus medidas autoritarias más llamativas sucedió el 9 de febrero de 2020, entonces Bukele ingresó con soldados armados y policías hasta los pasillos de la Asamblea Legislativa para presionar a los congresistas a votar a favor de su programa antipandillas (Romero, et al., 2020), la composición de la legislatura era mayoritariamente de oposición, pero, finalmente terminó aprobando fondos adicionales para el ejército días después ese mismo febrero, a pesar de la condena del hecho por varios organismos en defensa de la democracia (cita requerida).

Luego, el presidente Nayib Bukele aprovechó la pandemia generada por el COVID-19, para intentar expandir las facultades del poder Ejecutivo, planteó una afrenta directa a las contrapartes en la rama legislativa y judicial. A razón de la pandemia creó una oportunidad para adquirir más poder, por ejemplo, a través de órdenes que limitaban la movilidad [y también la transparencia] (Thale, 2020). Incluso en ese contexto, las fuerzas de seguridad en El Salvador detenían a gente que violaba las reglas de la cuarentena, esta era llevada a centros de contención (Kitroeff, N., 2020). De acuerdo al Global Democracy Index (2020) El Salvador con la administración Bukele era el país de américa latina que más había avanzado hacia el autoritarismo.

Además, a pesar de las denuncias en contra del Gobierno sobre presunta corrupción en el manejo de los fondos para atender la pandemia, una parte significativa de los votantes [con miras a las elecciones municipales y legislativas 2021] no le prestó atención a este tipo de denuncia (Fusades, 2021:11). De tal modo que, el 1 de mayo de 2021 legisladores afines al oficialismo asumen la mayoría del congreso, y cambiaron el sistema de partidos constituyendo a Nuevas Ideas como el partido predominante junto con sus aliados, y que se enfrenta a una oposición débil y fragmentada. Es decir, contando a los partidos aliados al oficialismo, el proyecto de Bukele tiene con 61 congresistas apoyando su agenda [de un total de 84] (García, 2021).

Valiéndose de esta mayoría, su primera acción fue proceder de manera ilegal a la destitución de 5 magistrados y 4 suplentes de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, y del mismo modo procedieron con el fiscal general de la República (cita requerida)[2]. Esto se suma a esa historia política de irrespeto a la democracia, incluso socavando los pocos avances que se habían logrado luego de los Acuerdos de Paz en cuanto a la independencia de poderes. Estas destituciones fueron condenadas por organismos nacionales, internacionales y representaciones diplomáticas. Andreu Bassols, el entonces embajador de la Unión Europea (UE) en El Salvador, así como Josep Borrell Fontelles, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, se manifestaron por lo sucedido. Además, la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris escribió en Twitter que “Un poder judicial independiente es fundamental para una democracia sana y para una economía fuerte (IDHUCA, 2020).

Utilización de a) Nativismo (oposición a la inmigración y realce al nacionalismo), b) Autoritarismo (promoción de un orden social opresivo y/o violento, que limita la libertad y la autonomía), c) Populismo maniqueo (que mencionar de forma recurrente al pueblo con cualidades superiores o hace uso de un lenguaje popular o anticientífico).

2. Una narrativa de grandeza nacional sin comparación mundial (Nativismo).

Bukele ha recurrido en varias ocasiones al populismo discursivo, caracterizado por el uso de superlativos para enunciar sus obras públicas de infraestructura, por ejemplo, ha anunciado que el hospital El Salvador es el “hospital dedicado a pacientes con COVID-19 más grande de toda América Latina” (La Red, 2020), y que el país ha hecho el mejor trabajo en el manejo de la pandemia (Zaldaña, 2021). También asegura que una nueva planta de gas natural licuado es la “mayor inversión extranjera jamás realizada” en El Salvador (Karlsson, 2021). Por si fuera poco, afirma que el país tiene la “mayor cadena de almacenamiento en frío de vacunas” (Última Hora, 2021), con lo que pretende mostrar la grandeza de El Salvador. Además, anunció la donación de tablets y laptops, afirmando que El Salvador pronto eliminará el 100% de la brecha digital para sus estudiantes (Machuca, 2021).

 3. Autoritarismo e instalación de una cultura de construcción de enemigos, sin oportunidad de diálogo

El 25 de abril de 2020, una cuenta de comunicación oficial de la Presidencia, difundió imágenes que mostraban el “trato inhumano” a los prisioneros de Izalco en San Salvador (Human Rights Watch, 2020). Luego, a través de una publicación en Twitter el 26 de abril de 2020, autorizó el uso de fuerza letal por parte de la Policía y el Ejército para restaurar el orden en el centro carcelario. El presidente Nayib Bukele, busca expandir su poder otorgando a los militares un rol ejecutivo más visible y prominente (Brigida y Sheridan, 2020)

Bukele ordenó sellar todas las celdas de la pandilla para que los presos "ya no puedan ver fuera de la celda" y estén "adentro, en la oscuridad, con sus amigos de la otra pandilla". El viceministro de Justicia y director de prisiones, Osiris Luna, dijo más tarde que "ni un solo rayo de sol entrará en ninguna de estas celdas". “La Constitución no permite que la misma persona sea presidente dos veces seguidas”, dijo Nayib Bukele en 2013 sobre la reelección En una entrevista televisiva para un medio nicaragüense, Nayib Bukele afirmó en 2013 que la Constitución de El Salvador no permitía la reelección presidencial para garantizar que una sola persona no se mantenga en el poder.

4. Populismo maniqueo (que mencionar de forma recurrente al pueblo con cualidades superiores o hace uso de un lenguaje popular o anticientífico): Pensamiento unidimensional.

Chivo expiatorio la cúpula de los partidos tradicionales y sus familiares, los diputados que no voten conforme a sus mandatos, la prensa critica. Además, ha arrengado la violencia política en redes sociales e incluso se pueden reconocer violencia verbal física con acoso a diputados de oposición como Shafik Handal. En estas destaca la sucedida rumbo a las elecciones municipales y legislativas calendarizadas para el 28 de febrero de 2021, cuando dos militantes del FMLN fueron asesinados y otros tres resultaron heridos, después de que hombres armados abrieran fuego contra una caravana en San Salvador. Inmediatamente después del tiroteo, Bukele insinuó que el ataque fue orquestado por miembros del partido FMLN para generar simpatía antes de las elecciones. Opositores políticos encarcelados sin seguir el debido proceso judicial.

Además, plantea una reinterpretación de la historia del país mediante la deconstrucción de la memoria histórica. También se ha caracterizado por sus ataques a periodistas y a la prensa independiente, en particular a medios de comunicación como El Faro y Revista Factum. Desde que el presidente asumió el cargo en junio de 2019, (Amaya Cobar, 2017: 164). Los periodistas independientes han sido bloqueados en las conferencias de prensa del Gobierno, amenazados por instituciones gubernamentales se han enfrentado a auditorías del Gobierno y a artículos anónimos que aparecen en medios conectados con este, que han emprendido una campaña contra su trabajo (Amaya Cobar, 2017 165). Este nuevo tipo de líder político, autoritario y populista, ha logrado profundizar la confrontación entre poderes del Estado, ha confrontado a la prensa independiente y ha justificado las acciones de su gobierno como la propia voluntad del pueblo de esta nación centroamericana (Vaclav Masek y Luis Aguasvivas, 2021).  Señala la corrupción de otros, pero no asume la de sus funcionarios.

5. Manipulación populista anticientifico

Populismo, totalitarismo o fascismo son significantes que se lanzan con extremada liberalidad ante los adversarios, por lo que hay que ser bastante cauteloso en su uso. Pero lo que parece claro es que el fenómeno Bukele es a la vez novedoso y peligroso en la escena política de El Salvador (Roque Baldovinos, R. 2021:249). Se ha propuesto la fórmula de “ciberpopulismo” para definir a Bukele, teniendo en cuenta el peso de estos nuevos espacios comunicativos en el lanzamiento de su candidatura y la realización de su compaña (Alvarenga, 2019).

Bukele logró presentarse con los ropajes progresistas y la elocuencia justiciera de un Pablo Iglesias, pero que, al cabo de pocos meses, se le asoció más a Donald Trump, Jair Bosonaro, Rodrigo Duterte, Recep Tayyib Erdogan o Viktor Orbán. Lo que le llevan a acusaciones de autoritarismo, y al golpe del 9 de febrero de 2020, la sospecha de fascismo o neofascismo (Martínez, 2020-02-17). Sustenta así una nueva articulación de fuerzas aparentemente heterogéneas pero que parecen tener en común el desprecio de la democracia y el estado de derecho

La alternativa de Bukele es radicalmente antidemocrática. A esto hay que añadir también que Nayib Bukele muestra los límites de la tesis populista que ha gozado de cierta vigencia en América Latina y el Sur de Europa (Errejón y Mouffe, 2015). Nos recuerda que, si la movilización de demandas sociales insatisfechas no se transforma en un sujeto político capaz de incorporar una cultura democrática, vienen peligrosas y autodestructivas derivas autoritarias. (Roque R. 2021:244). El represivo plan policial de Bukele no es una innovación, marca un regreso a las acciones de sus predecesores con sus estrategias antipandillas  (Vaclav Masek y Luis Aguasvivas, 2021: 168)



[1] En referencia al supuesto desvío de dinero durante la administración de los expresidentes Francisco Flores, quien murió en enero de 2016, cuando esperaba fecha para un juicio por desvío de fondos donados por Taiwán, y a Antonio Saca, condenado en septiembre de 2018 a diez años de prisión por peculado y lavado de dinero y activos.

[2] Este irrespeto al Estado de Derecho, a la institucionalidad y a los principios democráticos se dio con la complacencia del resto de integrantes de la CSJ ante los magistrados impuestos (IDHUCA, 2020:29)

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