En nuestra cultura política parece que es difícil entender que los que no votan por el mismo partido no son enemigos, ya que sin importar por quien se vote, la mayoría de los salvadoreños (que no formamos parte de la cúpulas partidarias) tendremos la necesidad de convivir en el mismo territorio. Durante esta y otras campañas electorales personas que hablan de política en el trabajo, los centros de estudio, el vecindario, las iglesias y dentro de las mismas familias se han visto enfrentadas en situaciones complicadas con una fuerte carga emocional donde hay poco lugar a los matices, en muchos casos la plática casi obliga a una aceptación de un partido ó rechazo del otro.
Otro ejemplo de esta tensión se observa en las redes sociales, en las mismas no es difícil encontrar posturas partidarias rígidas, testarudas o sin fundamento que suplantan el diálogo con insultos, amenazas y difamaciones. Tomar una postura partidaria es un legítimo derecho en una sociedad democrática pero no debería de reducir la percepción de la realidad y fomentar la discriminación, intolerancia y resentimiento que poco o nada ayudan a la convivencia. El problema de estas formas de intolerancia es asumirlas como algo normal, natural o habitual y que se justifique la agresión del otro a quien percibo como posible enemigo.
En El Salvador establecemos una diferencia entre el “nosotros” y el “ellos”, a los otros les adjudicamos con facilidad características negativas, ya sean los adversarios políticos, a los que en fútbol profesional reciben dinero por perder, a la monja embarazada en Roma, al que ganó concurso literario con plagio, al barbado que aparece en un islote en el pacífico, al que le “jaló la pata” y tuvo un accidente, eso solo por mencionar algunos ejemplos. En este sentido, la sociedad salvadoreña espera como regla una conducta madura, respetable y honrada de los otros ciudadanos, de los partidos políticos y de los candidatos para esta segunda vuelta, pero ¿Por qué no buscamos nosotros aplicar la misma regla a nuestras propias conductas?
Esta segunda vuelta electoral 2014 nuevamente vuelve a enfrentar dos posiciones que parecen mutuamente excluyentes, y que vienen compitiendo luego de los acuerdos de paz, tanto el FMLN como ARENA se han visto obligados a convivir en el desarrollo del pluralismo democrático, en donde la consigna debería de ser que cada quien pueda defender su ideología sin atentar la dignidad del otro, pero no solo desde las cúpulas sino desde los ciudadanos comunes en los que se incluyen los jóvenes, las mujeres, los trabajadores y los otros grupos importantes del país.
En la democracia salvadoreña los ciudadanos deberíamos de generar formas de convivencia que deben caracterizar a las sociedades plurales en donde se piense más allá de posiciones coyunturales y/o emotivas (que es a lo que nos podría llamar esta segunda vuelta electoral), y dejar de lado una percepción estereotipada: del “nosotros” y “ellos”, ya que la misma atenta contra la convivencia de todos. Se debe buscar posturas que permitan unificarnos en un ambiente de respeto, y no pensar que quién no está conmigo, está contra mí. Ya que sin lugar a dudas después de este 9 de marzo, sin importar quien gane, seguiremos teniendo la necesidad de convivir.
Luis Eduardo Aguilar Vásquez. Sociólogo
Sin lugar a dudas la responsabilidad de cambiar el "nosotros" y el "ellos" se cambiará si se logran grandes acuerdos de nación. Ejes por los que nadie debe discutir si están bien o mal ej. Educación, Seguridad, Economía, etc. Vale la pena resaltar el acercamiento que se observa en las propuestas del FMLN y ARENA.
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