Al finalizar la guerra civil en El Salvador y luego de la firma de los acuerdos de paz se plantea una situación problemática en el sistema educativo en El Salvador, por ejemplo, la escasa cobertura en zonas rurales, baja calidad de la educación en todos los niveles, deterioro de la infraestructura escolar, disminución en la capacidad organizativa y de incidencia de los maestros en las políticas públicas, reducción gradual y significativa del presupuesto público, deserción escolar, repitencia escolar, altas tasas de analfabetismo, entre otros.
Ante
dichas circunstancias, los gobiernos - luego de los acuerdos de paz- deciden
enfrentar los problemas de educación descritos buscando el apoyo financiero y
técnico de organismos internacionales tales como El Banco Mundial (BM), Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), Sistema de Naciones Unidas, Unión
Europea entre otros. Sin embargo, las
políticas educativas implementadas fueron determinadas por un enfoque
estrictamente económico, en el cual el ser humano está en función de la
economía como una pieza fundamental en el mundo globalizado.
Hubo
ciertos logros como el incremento de la cobertura en la educación media y
superior, y el aumento de la oferta de graduados; pero la deficiente calidad de
su formación sumado a la crisis económica, generó como consecuencia mayores
desigualdades sociales expresadas en un aumento significativo del desempleo, la
delincuencia y la migración. Vale recordar que mientras se ampliaba la
cobertura en la educación, las condiciones de pobreza de la mayor parte de la
población aumentaba, y la riqueza se concentraba en unas pocas manos; y como se
dijo anteriormente la calidad de la educación presentaba serias deficiencias,
particularmente las referidas al desempeño escolar, fenómeno que se presenta
principalmente en las escuelas del sector público.
Ante
dicho escenario y luego de 20 años de la formulación e implementación de
políticas educativas por parte del partido ARENA (1989-2009), se planteaban
nuevos desafíos para el gobierno de Mauricio Funes para alcanzar la realización
plena e integral de la persona humana. En este sentido, el gobierno necesitaba
mostrar una nueva forma de hacer políticas educativas, en ese marco nace el
plan “Vamos a la Escuela” gira en torno al rediseño de la escuela. Las acciones
estratégicas buscan garantizar la educación en todos los niveles, incluyendo a
aquellos en situaciones más desfavorables debido a la falta de ingresos
económicos a fin de garantizar el acceso a la educación en diferentes niveles
pero sobretodo los iniciales.
Estas
acciones plantean generar la accesibilidad geográfica a los centros educativos,
la dotación de uniformes y útiles escolares, ampliación del programa alimenticio,
entre otros; de manera que el plan no solo se simplifica a tareas de la
escuela, sino que garantice la permanencia del estudiante en esta, y que la
falta de recursos no sea la piedra de tropiezo, ya que debido a la falta de
ingresos económicos muchos se ven obligados a abandonar la escuela. En
este sentido resulta importante que gran
parte del éxito o fracaso de este plan se deberá en gran medida a la forma de
manejar el discurso por parte del Presidente de la República, esto agregado que
es uno de los programas insignia de esta administración.
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