Al revisar la historia de Latinoamérica (desde su conformación como estados) se le ha asociado por mucho tiempo al cristianismo y sobretodo la Iglesia Católica Romana. El único desafío al catolicismo fue el anticlericalismo y el “ateísmo” liberal que finalmente redujo sus privilegios en los estados nacionales liberales (en la mayoría de países) y la apartó del poder formal, sin embargo, la iglesia siguió siendo como un aliado político importante durante la época de las dictaduras.
Ya durante buena parte del siglo XX los mecanismos de dominación característicos de las sociedades latinoamericanas (el caudillismo, el caciquismo, compadrazgo y el autoritarismo) permitieron a la iglesia católica estar presente en ceremonias públicas, como posesión de presidente, alcaldes, etc. Inclusive hasta los 80´s prácticamente era un monopolio (Pérez, 2017). Incluso, los políticos desdeñaban al protestantismo, y los evangélicos se mantenían fuera de la política.
Semán (2000) asegura que en los 90´s, las iglesias pentecostales desde una experiencia religiosa brindaron recursos simbólicos y materiales a los sectores populares aislados que les permitieron resignificar su situación y revertirla parcialmente para el desarrollo de nuevas capacidades. Míguez (1997) destaca que las iglesias pentecostales de barrio sirven de refugio ante problemas que ni el Estado, la Iglesia católica y los partidos políticos pueden solventar.
Durante la misma década finalizan la mayoría de regímenes burocrático-autoritarios y se avanza hacia las "transiciones democráticos", en este contexto algunos dirigentes evangélicos neopentecostales manifiestan la voluntad de traducir las demandas religiosas en organizaciones políticas partidistas. Así ocurrió la creación de movimiento "evangélicos" que en doce países presentaron candidatos a cargos públicos. Bastian (1999) define a estos "políticos de Dios" y partidos políticos confesionales "evangélicos" como: formaciones de inspiración religiosa que buscan o tienen influencia en la política, que sirven de medio para la expresión de reivindicaciones de ciertos sectores de la sociedad civil. Las formas religiosas pentecostales y evangélicas ofrecen un terreno privilegiado para la elaboración de alternativas políticas confesionales aunque se caracterizan por su fragilidad en cuanto a competitividad y estabilidad. Sin embargo, cuando se esperaba que las Comunidades Eclesiales de Base católicas sirvieran de instrumento para la expresión política de los "pobres", son las sociabilidades sectarias las que parecen cumplir esta tarea.
En el contexto más actual, Couffignal citado por Bastian (1999), la transición democrática se caracteriza por tres rasgos: Ya no es posible comprar por el estado y políticos tradicionales a toda la población que accede libremente al sufragio (es decir, se dificulta mantener el clientelismo). Por otra parte, las sociedades latinoamericanas muestran una considerable atomización ligada a la gran velocidad de cambio. Y una crisis de los partidos políticos tradicionales en representatividad está cuesta en tela de juicio el auge de nuevos actores sociales. Ahí surgen los partidos y/o políticos confesionales.
Estudio de caso Partido de Restauración Nacional elecciones presidenciales 2018 en Costa Rica
Sus antecedentes vienen antes