Lunes 01 de junio de 2009
Pueblo de
mi patria, es un inmenso honor para mí recibir esta banda presidencial, lo hago
con humildad, con conciencia de las responsabilidades que entraña y de los
compromisos que debo cumplir. Seré fiel al juramento que he hecho, guiándome
por los intereses nacionales y por el afán de servir, sobre todo a la población
más desfavorecida. El pueblo salvadoreño pidió un cambio y el cambio comienza
ahora.
El cambio no comienza por la voluntad individual de un presidente, comienza por
las manos de una nación que sabe que este es un gran momento en la construcción
de su futuro, y que tiene conciencia que ello sólo será posible con la unión de
todos. Asumo la presidencia ampliando el llamado de unidad nacional que hice
antes, durante y después de la campaña. Una unión fruto de la pacificación de
los espíritus, del optimismo creativo y realizador de la armonización
democrática, de las diferencias y del compromiso colectivo de construir una
nueva nación, sin odio y sin resentimiento.
Unión en torno de un proyecto de desarrollo nacional que tiene como base la
inclusión social, la ampliación de las oportunidades, la valorización de la
producción y el trabajo, la modernización de las instituciones y la garantía
plena de las libertades, unión de hombres y mujeres libres, que creen en sí
mismos y en su patria, y que quieren construir un nuevo proyecto de nación.
Para mi felicidad, este llamado está siendo cada vez más oído, apoyado y
entendido por mis compatriotas. Una felicidad atemperada con realismo y responsabilidad,
pero igualmente, con una fuerte dosis de coraje y optimismo. Es por no tener
miedo de esta responsabilidad y por no temer este desafío que proclamo en voz
alta para mí mismo, para mis compañeros y para toda la nación, nosotros no
tenemos el derecho de equivocarnos, repito, nosotros, definitivamente, no
tenemos el derecho de equivocarnos.
Un largo camino ha debido recorrer el pueblo salvadoreño para llegar a este
día, ningún esfuerzo, ningún sacrificio ha sido inútil, es hora de emprender un
camino nuevo de plena convivencia en democracia. No tenemos, por tanto, el
derecho de traicionar nuestros sueños, ni de errar el camino.
Amigas y amigos, errar es humano, pero evitar el error es igualmente un
atributo de todos los hombres y de todas las mujeres. Y evitar el error
comienza por no hacer lo que algunos ya hicieron mal en este país. Insisto,
evitar el error comienza por no hacer lo que algunos hicieron mal en este país,
gobernar para pocos, ser complacientes con la corrupción, tener y ser cómplices
del crimen organizado, pactar con el atraso en todas sus formas de expresión.
Nosotros, salvadoreños y salvadoreñas, sabemos lo que queremos, lo que podemos
y lo que necesitamos, queremos la reconstrucción social, queremos la
reconstrucción económica y queremos la reconstrucción institucional de nuestra
patria. Eso significa que precisamos no sólo reconstruir nuestro país, también
necesitamos reinventarlo.
Reinventar nuestro país no significa abandonar lo que tiene de bueno y de
eterno, significa mejorar lo que está bien y hacer lo que nunca fue hecho,
significa crear un modelo de desarrollo nacional que rescate lo mejor que
tenemos, que disminuya las desigualdades internas y promueva una reinserción
más dinámica e inteligente en los escenarios regional e internacional.
Insisto, reinventar nuestro país será crear un nuevo proyecto de nación, que al
mismo tiempo rescate la gran deuda social y acelere nuestro progreso humano y
tecnológico. Las principales armas que tenemos para esto son la fe, la
esperanza, la alegría y la fuerza arrebatadora de las nuevas ideas.
Y las principales metas que tenemos son alcanzar el vencimiento a la pobreza,
el atraso político y tecnológico, la marginación de amplios sectores sociales y
principalmente la desesperanza y la falta de perspectiva para nuestra juventud.
Precisamos, sobre todo integrar y transformar un país pequeño que se convirtió
en un gigante de la desigualdad.
Y revelar para nosotros mismos y para todo el mundo, la inmensa capacidad
creativa, productiva y modernizadora que tenemos escondida dentro de nosotros;
precisamente, por sobre todo tenemos que recuperar el tiempo perdido. Por eso
nuestro mayor desafío es hacer que los próximos cinco años valgan, por lo
menos, por más de una década, y hacer eso es posible, amigos y amigas.
Salvadoreños y salvadoreñas, vamos a gobernar en medio de una crisis
socioeconómica profunda, una de las más difíciles de nuestra historia, su
complejidad está dada por la combinación explosiva, tanto de factores
estructurales internos, como de factores propios del actual ciclo de la crisis
internacional.
El estado de la administración pública que se hereda no es, de ningún modo,
satisfactorio, precisamente, porque los componentes acumulados de la crisis
interna son los que los hacen más vulnerables. Todos estos años anteriores,
desde el gobierno no se desplegó un esfuerzo decidido para que El Salvador
fuese menos dependiente y más productivo, y por ello nos vemos obligados a
comenzar con medidas de emergencia.
La presente crisis nos afecta gravemente, porque se careció de una estrategia
clara y coherente para enfrentar sus efectos adversos, el escenario es tal, que
debemos hablar sin rodeos de un deterioro inaceptable de las finanzas públicas,
en un cuadro de economía dolarizada. La responsabilidad por esta situación no
es del pueblo salvadoreño sino de la élite dirigente que estuvo hasta hoy en el
poder.
La mayoría de los indicadores económicos muestran un deterioro general de la
economía, sin embargo, la crisis, a pesar de su drasticidad, puede propiciar
condiciones favorables para que nuestro país adopte un rumbo político y
socioeconómico más adecuado y viable. En este entendimiento es que estamos
lanzando el plan global anticrisis, un primer conjunto de medidas de este nuevo
gobierno para garantizar la estabilidad de la economía y aminorar los problemas
sociales.
Los miembros de mi equipo, de las áreas económica y social, darán sus detalles
en las próximas horas, pero quiero adelantar algunas de estas grandes metas y
objetivos. Cuatro grandes objetivos guían nuestro plan. Resguardar los empleos
existentes y generar nuevas fuentes de trabajo; proteger a los sectores
poblacionales más vulnerables de los efectos de, negativos de esta crisis;
aprovechar la crisis para impulsar políticas de estado en materia social y
económica, e iniciar la construcción de un sistema de protección universal para
todas las mujeres y para todos los hombres de nuestro país.
En el área del empleo y apoyo a la producción, el plan contempla la generación
de 100 mil empleos directos en los próximos 18 meses. Entre las medidas más
importantes se encuentran la ejecución de un programa de empleo temporal, la
realización de un programa de ampliación y mejoramiento de servicios públicos e
infraestructura básica, y la construcción y mejoramiento de 25 mil viviendas
urbanas y 20 mil soluciones de techo y piso en comunidades rurales, en
municipios en condiciones de pobreza severa.
En el área crediticia, el plan contempla la creación inmediata de la banca
estatal para el fomento productivo, que se encargará de otorgar financiamiento
oportuno a los diferentes sectores económicos, principalmente a los micro,
pequeños y medianos empresarios y empresarias. A través de la nueva banca
estatal se creará, además, un sistema de garantías que le permitirá a los
empresarios acceder al crédito de la banca privada.
Estas acciones traerán una gran cantidad de beneficios, porque además de
generar empleo, permitirán abrir nuevas rutas, en especial, rurales, llevar
vivienda, agua, electricidad, escuelas, unidades de salud y obras de mitigación
para los salvadoreños y las salvadoreñas más pobres de nuestro país.
No quiero extenderme en detalles del plan anticrisis, que como ya mencioné,
será tarea de los miembros de mi gabinete económico y social. Pero no puedo
dejar de citar la importante creación del sistema de protección social
universal que escribirá una nueva historia en el campo de la política social de
nuestro país.
Como parte de este sistema, vamos a crear el programa de comunidades urbanas
solidarias, cuyo objetivo central es mejorar la vida en los asentamientos
urbanos precarios. El programa contempla el mejoramiento de infraestructura y
servicios públicos básicos, la reparación y construcción de 11 mil viviendas,
el otorgamiento de un bono de educación para niños y jóvenes de seis a 18 años,
y para, y acciones para mejorar la seguridad ciudadana.
Vamos a ampliar y perfeccionar el actual programa red solidaria, que de ahora
en adelante se denominará comunidades solidarias rurales. Como parte del
mejoramiento de este programa, se ampliará la cobertura de los servicios de
agua, electricidad, saneamiento básico, mejoramiento de servicios de salud y
educación a 32 municipios en condiciones de pobreza severa y a otros en
situación de alta pobreza.
Además, se otorgará una pensión básica a toda la población adulta-mayor que
reside en los 100 municipios cubiertos por la red y que hasta ahora no han
recibido ningún beneficio directo del antiguo programa, red solidaria. Como
parte también, de este sistema de protección social, me complace anunciar el
programa de atención integral de salud y nutrición en 100 municipios con altos
grados de desnutrición, que beneficiarán a 85 mil niños y niñas entre cero y
tres años de edad.
Además, ampliaremos el programa de alimentación escolar a centros educativos
urbanos, beneficiando a 500 mil niños y niñas más, que ahora no cuentan con ese
beneficio. Y no puedo dejar de mencionar tres medidas adicionales destinadas a
lidiar la situación económica de los desempleados y de las familias pobres.
La primera es la dotación gratuita de uniformes y útiles escolares a los
estudiantes de escuelas públicas, para el próximo año lectivo. Esta medida
beneficiará a más de un millón de niños y jóvenes que asisten del primero al
tercer ciclo.
La segunda medida es la garantía y extensión temporal de los beneficios de
acceso a los servicios de salud del seguro social, para personas que cotizan y
que hayan perdido su empleo.
Y la tercera medida es la eliminación de cuotas en el acceso a servicios de
salud pública y la dotación inmediata de medicamentos esenciales a todos los
establecimientos del sistema público de salud. No más unidades ni hospitales
sin medicinas, los hospitales públicos y las unidades de salud tendrán el cuadro
básico de medicamentos.
Dada la gravedad de la crisis fiscal, el programa global anticrisis incluye una
estrategia encaminada a fortalecer las finanzas públicas. En primer lugar,
incluye un programa de austeridad, con una fuerte restricción del gasto superfluo.
Otra medida importante que nos ahorrará muchos recursos, es la racionalización
y focalización de los subsidios, que hasta ahora se han otorgado de manera
indiscriminada, eso significa un desperdicio importante de recursos y aumenta
la desigualdad, pues, gran parte de los beneficiados son personas de altos
ingresos. Por el lado de los ingresos, iniciaremos inmediatamente un programa
de combate a la elusión, a la evasión, al contrabando y a la corrupción.
Finalmente, quiero anunciarles, al país, que con el propósito de fortalecer la
unidad nacional y de construir políticas de estado en áreas estratégicas,
convocaré en los próximos días, un diálogo nacional para la definición de una
estrategia de desarrollo que incluya un acuerdo sobre el empleo y la política
fiscal.
Además, crearemos en el corto plazo, el consejo económico social, que
funcionará como una instancia institucional permanente, en la que los
principales sectores económicos y sociales del país, dialogarán y buscarán
acuerdos sobre los principales temas socioeconómicos.
Mis amigos y mis amigos, antes dije que queremos la reconstrucción social,
económica e institucional de nuestro país, agrego ahora, que queremos y
necesitamos también, una reconstrucción moral y de valores, precisamos,
necesitamos, de hecho, hacer una revolución pacífica y democrática que implante
un modelo, que inserte lo social en la manera de organizar lo económico e
inserte lo económico en la valorización del desarrollo humano.
Precisamos hacer una revolución ética, el bien público no puede ser confundido
con el bien personal, y la ética de los favores tiene que ser sustitutita por
la ética de la competencia sana y democrática. Transparencia, combate a la
corrupción y a todas las formas de despilfarro y desvío del dinero público,
serán cosas sagradas en nuestro gobierno.
Pero esta lucha por el perfeccionamiento institucional no puede ser la lucha
aislada de un gobierno, esta lucha debe involucrar a todos los poderes y a toda
la sociedad, y tengo la certeza, tengo la confianza que el órgano legislativo,
el judicial y la sociedad entera nos acompañarán en esta lucha.
Este perfeccionamiento se dará, no sólo con la mejoría de la calidad de las
políticas públicas sino, igualmente, con la mejoría de la calidad y del grado
de independencia de las instituciones, como también, con la mejoría de las
políticas y de las prácticas del sector privado.
Salvadoreños y salvadoreñas, revolución pacífica y democrática significa
disminuir las desigualdades, mejorar la calidad de vida de la población y
recuperar la eficiencia de la gestión pública. Nuestra democracia se encuentra
acechada por las fuerzas oscuras del narcotráfico y el crimen organizado, por
las acciones de la delincuencia, por la situación de apremio económico que
sufren miles de familias, por el deterioro acelerado e irresponsable de nuestro
entorno ambiental y también por las inadecuadas decisiones gubernamentales del
pasado, que han distorsionado la función público al consentir la corrupción en
el aparato del estado.
Como pueden ver, tenemos una tarea gigantesca por delante, pero ella no nos
intimida, nuestro país ya enfrentó problemas mucho más serios y supo encontrar
los medios para superarlos, pero todo fue más rápido cuando hubo paz y unidad.
Precisamos reformar nuestras escuelas, reconstruir nuestros hospitales,
modernizar nuestros caminos, ampliar y renovar nuestras fuentes de energía,
defender nuestro medio ambiente.
Precisamos, ante todo, reconstruir la vida de las personas, en especial, de los
que más necesitan. Y precisamos, sobre todo promover la urgente cualificación
de nuestra principal riqueza, que es nuestro capital humano. ¿cómo es posible
que millones de compatriotas migrantes, trabajando duramente fuera del país
logren realización y consigan mejorar su vida? ¿qué nos está diciendo esto? Es
muy simple, nos está diciendo que el problema no está en nuestro pueblo, en
nuestra gente sino en la mentalidad de los gobiernos y dirigentes que han
conducido el país.
La riqueza humana del país está dispuesta, sólo falta un gobierno sensible y
patriota que la haga crecer, yo quiero ser el presidente de ese gobierno. Y
esto se logra a través de la mejoría de la educación y la ampliación de
oportunidades, esto se logra cuando los ciudadanos, en especial los jóvenes,
perciben que existe un gobierno que no permite privilegios y coloca el talento,
la dedicación y el esfuerzo como las únicas causas de promoción y de
crecimiento, por eso les garantizo que este será el gobierno de la
meritocracia, no el gobierno de privilegios de unos cuantos, de abuso de
clientelas y de los vicios de padrinazgos sombríos.
Aquí las personas serán reconocidas por su talento y su honestidad, no por sus
conexiones o por su apellido. Los únicos privilegiados de mi gestión
gubernamental son aquellos que nuestro obispo mártir, monseñor óscar arnulfo
romero, definió como los más pobres, como los vulnerables, como los excluidos
del desarrollo económico y social.
Mis amigas y mis amigos, en nuestro gobierno quien tenga méritos será
recompensado y quien tenga culpa será ejemplarmente castigado. Lo digo en este
contexto y con el compromiso público que esto implica, en mi gobierno se acabó
el tiempo del padrinazgo y de la impunidad. Y es con esta disposición que vamos
a enfrentar todas las formas de delito, en especial el crimen organizado y su
rostro más dantesco, el narcotráfico.
Por causa de las carencias de las políticas nacionales, regionales e
internacionales de combate al narcotráfico, esta plaga ha crecido en el mundo,
como hidra de varias cabezas, por cada una que se corte en un país, parece
nacer otra más adelante. En este campo de derrotas casi sucesivas,
américa central se ha transformado en ruta y en destino.
Sé que esta es una lucha en la que no se vence aisladamente, dentro de las
fronteras nacionales, pero sé también, y estoy convencido que un gobierno que
desarrolla políticas internas rígidas y que se articula con otros países
amigos, cumple su parte en esta batalla.
Nosotros vamos a hacer eso con el máximo de control y dedicación, daremos todo
nuestro apoyo a los buenos policías que son mayoría en nuestros órganos de
seguridad, pero identificaremos y castigaremos con rigor a aquellos pocos que
se desvíen de su función y se vuelvan cómplices de estos criminales. Es así, en
forma gradual y localizada, que el narcotráfico comienza a infiltrarse y
transforma gobiernos y gobernantes en sus rehenes.
El Salvador no puede entrar en este circuito de terror y de miedo, como también
no podemos dejar que segmentos de la sociedad, en especial, las personas más
pobres, sean rehenes de las pandillas y bandas integradas por menores, no por
eso menos peligrosas, las maras, las pandillas no pueden continuar actuando y creciendo
impunemente, transformando barrios y comunidades en territorios libres para sus
delitos. Vamos a luchar día tras días para imponer la ley y el orden en este
sub mundo de anti ley, en este sub mundo inhumano.
Mis amigas y mis amigos, vivimos un tiempo de crisis de ideologías y de
carencia de modelos, en lugar de asustarnos por eso, nos debe estimular, en
lugar de entristecernos nos debe alegrar, porque nos enciende la esperanza de
actuar con fuerza creadora en el mundo, y refuerza nuestra capacidad de operar
nuestra originalidad.
Precisamos, no sólo perfeccionar las instituciones sino también crear nuevos
modelos y nuevas formas de gestión y convivencia, teniendo como base un sistema
democrático cada vez más fuerte y renovado. Para nuestra honra y felicidad,
tenemos hoy aquí honorables jefes de estado de varias naciones, y que
representan modelo y experiencias distintas.
Cada país y cada uno de los líderes presentes nos pueden ofrecer ideas,
inspiraciones y soluciones, pero esta influencia solamente será positiva si
conseguimos hacer una síntesis de lo que cada uno tiene de mejor y críticamente
aplicarlas en nuestro país, de acuerdo a nuestras necesidades y a nuestro
pensamiento creador.
Precisamos crear un modelo nuevo de desarrollo nacional, un modelo nuevo de
política social y un modelo perfeccionado de democracia, que no sea una
democracia falsa e incompleta, de ciertas derechas que El Salvador tanto conoce
y que por eso pidió un cambio en nuestro país. Tengo cariño y respeto por todos
los jefes de estado aquí presentes y aquí representados, a quienes rindo mi
sincero homenaje.
Todos ustedes, amigos y amigas son símbolos vivos de la esperanza de sus
pueblos, una esperanza, incluso, que puede irradiar al mundo, como ocurrió con
dos líderes que tuvieron un fuerte contenido simbólico en mi campaña electoral.
Me refiero al presidente barack obama, aquí representado por su secretaria de
estado, hillary clinton, esta mujer que honra a américa e irradia el brillo del
género femenino por el mundo. Y me refiero también, como referente al
presidente luiz inácio lula da silva, presidente de brasil y amigo personal.
Cuando mis adversarios políticos en la pasada campaña, distorsionando hechos y
manchando la honra de las personas, intentaron falsamente descalificarnos, a
mí, y a mi partido, el fmln, fuimos a buscar, fuimos a buscar los ejemplos
vigorosos del presidente obama y del presidente lula, como prueba de que
líderes renovadores, en lugar de ser una amenaza, significan un camino nuevo y
seguro para sus pueblos.
Yo recuerdo que en la campaña decía, que el presidente obama probó que es
posible reinventar la esperanza. Y recuerdo también, del presidente lula que
decía que demostró que se puede hacer un gobierno popular, democrático, con una
economía fuerte y una distribución justa de la riqueza. Y una de las cosas más
hermosas de la política es justamente su capacidad de renovación, y renovación
es tanto, traer lo nuevo como hacer renacer valores eternos, como son los valores
del progresismo. Porque pueden haber fallado algunos modelos, pero los valores
profundos del progresismo no murieron ni morirán jamás, ellos están más vivos
que nunca y son cada vez más necesarios en el mundo, y de manera muy especial
en El Salvador.
Amigos y amigas, compatriotas, nuestros desafíos son grandes, pero así los
hemos aceptado desde hace mucho tiempo y mucho más ahora que el pueblo
salvadoreño nos eligió para conducir los destinos del país.
Somos otra forma de administrar y conducir la nación, para nosotros la patria,
el país, no son sólo su territorio, sus recursos, sus símbolos, para nosotros
la patria también es su gente, sus niños y niñas, sus ancianos, sus mujeres y
sus hombres.
Somos dirigentes a los que no sólo les importa que le cuadren los números, que
le cierren las estadísticas, queremos también que nos cuadre mejor la vida de
toda la familia salvadoreñas.
Hemos elegido vivir mejor con todos y no sólo con unos pocos, hemos elegido
crecer con todos y no sólo con unos pocos, esa es una decisión ética,
filosófica, moral y religiosa. Cada compatriota es nuestro hermano y todos los
salvadoreños y salvadoreñas son nuestra gran familia, pero nuestra fe, nuestra
ética y nuestra filosofía no bastan por sí mismas sino las llevamos a los
hechos y a las acciones concretas de gobierno.
Por eso gobernar bien es la máxima expresión del compromiso con nuestro pueblo
y con la memoria de monseñor Óscar Arnulfo Romero, mi maestro, guía espiritual
de la nación, cuya tumba visité esta mañana, antes de dirigirme a este
auditorio. Hay dirigentes, y tengo que decirlo, porque no puedo comenzar mi
ejercicio público sin una dosis importante de honestidad y de franqueza, hay
dirigentes, partidos y filosofías que han tenido su oportunidad de gobernar y han
fracasado.
Después de muchos años, después de muchos años y muchos esfuerzos, es nuestro
turno y nuestra responsabilidad, el pueblo salvadoreño nos está mirando y nos
juzgará en definitiva, pero también nos miran los otros países del mundo y en
especial nuestros países hermanos de centro y sudamérica, ellos conocen muy
bien nuestros sufrimientos y luchas.
Muchos han sido, de modo diverso, fraternalmente solidarios, ha llegado la hora
de mostrar a todos que no hemos esperado tantos años para gobernar mal y
terminar frustrando las ilusiones de nuestra gente. No somos sólo un país al
que hay que ayudar y favorecer, somos, seamos desde hoy, desde este instante,
frente a los ojos de propios y extraños, un país, una dirigencia y un pueblo
que luchó por una oportunidad, que finalmente la tuvo y que al lograrla no la
desperdició, no la frustró y la supo llevar a su realización más plena.
Salvadoreños y salvadoreñas, este gobierno trabajará sin desmayo durante los
próximos cinco años, en una agenda de cambio estructural que va a beneficiar
tanto a los salvadoreños que aquí viven, como a nuestros hermanos compatriotas
emigrados, a ellos les daremos todo el apoyo necesario para asegurar sus
derechos de trabajar, vivir sin temores y regularizar su situación migratoria.
En particular, su derecho de ir y venir para posibilitar su reunificación
familiar.
Por esta razón es que el gobierno del cambio que hoy inicia su labor, ha
escogido a hombres y mujeres de dilatada experiencia y capacidad, que reúnen en
los difíciles momentos del ahora, dos cualidades de gran valor, sensatez y
honradez. Somos conscientes de que el destino de El Salvador está
indisolublemente ligado al de nuestros hermanos centro y sudamericanos, por eso
seremos decididos impulsores de la unidad regional y latinoamericana.
En coherencia con esta visión, el gobierno que presido, dado su carácter
progresista y pluralista, normalizará la relaciones diplomáticas, comerciales y
culturales con todos los países de américa latina, esto significa que de
inmediato se reestablecerán los vínculos diplomáticos, comerciales y culturales
con la hermana nación de cuba.
Realizaremos todos los esfuerzos para ampliar, fortalecer y renovar nuestra
relación con los estados unidos, a quien históricamente estamos ligados por muchos
vínculos, entre ellos, la presencia de millones de compatriotas que ahí viven,
ahí trabajan, ahí construyen sus sueños.
Repito lo que dije en la noche del 15 de marzo, quiero que este día tenga el
mismo sentimiento de esperanza y reconciliación del esfuerzo que hizo posible
la firma de los acuerdos de paz en nuestro país. En este esfuerzo de
reconciliación nacional, quiero convocar a todos, sin distinción, para que
participen de él, quiero llamar principalmente a ustedes, mis queridos jóvenes,
vamos a ser una patria joven, alegre, esperanzada, vamos a construir nuestro
país con alegría, con fe, con belleza, con fuerza creativa, sin traumas y sin
preconceptos, con energía de vivir.
Necesitamos acabar con lo que todavía queda de nuestro complejo de víctimas,
porque eso alimenta el odio, la autoconmiseración, el revanchismo y las
disculpas fáciles. Aceleremos este proceso de renovación emocional y
espiritual, el proceso de creer en nosotros mismos, de respetar y hacernos
respetar, de dejar la sombra oscura de nuestras peores experiencias sociales y
personales.
Amigo y amigas, vamos a juntos a reinventar nuestro país y a traer de vuelta a
nuestros hermanos emigrados, porque un país que es incapaz de albergar a sus
hijos, no puede vivir feliz. Vamos juntos a construir un país de sofisticación
humana y sofisticación tecnológica, un país, y aquí pido permiso a la gran
poeta gabriela mistral, que nos llamó cariñosamente el pulgarcito de las
américas, un país que no sólo sea el simpático pulgarcito de las américas sino
que también sea la expresión condesada de un mundo nuevo, lleno de fuerza y de
soluciones innovadoras, un país que haga que su pequeñez, la concentración
absoluta de su fuerza y la condensación máxima de su conocimiento, para
producir vigorosamente la felicidad de su pueblo y ayudar aquí, en su pequeño
espacio, la tarea de reconstruir el mundo.
Vivamos y gobernemos para que los demás pueblos y naciones digan, hoy sí, este
pulgarcito de américa es un gran gigante del trabajo honrado, un gigante de la
libertad y de la felicidad de su pueblo, un país en el que nos sintamos
orgullosos de ser salvadoreños.
Muchas gracias, amigos y amigas, compatriotas, que Dios los bendiga a todos,
que Dios bendiga a El Salvador.