sábado, 1 de marzo de 2025

Uso de la religión en la campaña presidencial de 1989

En la campaña de 1989, ARENA incorporó un fuerte discurso moral y religioso para legitimar su proyecto político en medio de la guerra civil. Alfredo Cristiani y otros voceros de ARENA presentaban la contienda política en términos maniqueos de bien contra mal, asociando su causa con el bien cristiano frente al “mal” del comunismo. Esta estrategia dualista pintaba a los adversarios (la guerrilla y hasta el gobierno saliente democratacristiano) como fuerzas negativas casi demoníacas, mientras ARENA se atribuía una misión casi providencial. En sus discursos, Cristiani empleó lenguaje bíblico y metafórico – fuente primaria: en su toma de posesión llamó, por ejemplo, a los maestros “apóstoles que llevan luz al alma de los niños” dentro de una “cruzada permanente” por educar en valores. Con este tipo de retórica religiosa, el candidato proyectaba la idea de que su gobierno sería una cruzada moral para “salvar” al país de la miseria y la violencia, con la ayuda de Dios.

Durante la campaña, los mensajes de ARENA apelaron directamente a la fe y los valores cristianos del electorado. Cristiani solía invocar a Dios en sus declaraciones públicas –según fuentes de la época, llegó a decir: “Depositamos nuestra fe en Dios, a quien pedimos sabiduría y constancia para emprender la tarea que nos ha sido encomendada”. Estas referencias explícitas a la providencia divina presentaban su eventual gobierno como guiado por Dios, buscando generar confianza en votantes creyentes. Asimismo, ARENA enfatizaba temas afines a la moral religiosa tradicional (familia, orden, paz) contraponiéndolos al caos “ateo” asociado al comunismo. En suma, la estrategia discursiva vinculó la plataforma política de ARENA con principios cristianos, retratando la elección casi como un referéndum religioso sobre el futuro del país (comunismo “sin Dios” vs. valores de “Dios y libertad”).

Símbolos religiosos y retórica en la propaganda

ARENA también incorporó símbolos y lemas de tinte religioso en su propaganda electoral de 1989. El partido enarbolaba la trilogía “Dios, Patria y Libertad” como principio fundamental –de hecho, sus estatutos definían ese lema como “el bastión primordial” que rige la conducta de los nacionalistas. En cada mitin de campaña se entonaba el himno del partido, cuyos versos (compuestos por Roberto D’Aubuisson) proclamaban que “El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán”. Este himno combinaba la invocación a Dios con la promesa de derrotar al comunismo (“rojos”), reforzando la idea de una causa santa contra el “enemigo” de la nación.

Visualmente, la parafernalia de campaña utilizó colores patrios e incluso iconografía religiosa indirecta. Si bien no hay indicios de uso explícito de imágenes sacras en afiches oficiales, el constante recurso al nombre del país (El Salvador, que evoca a Cristo Salvador) y a frases como “Que Dios bendiga a El Salvador” en discursos buscaba resonar con la religiosidad popular. Cristiani frecuentaba actos religiosos; por ejemplo, tras la elección asistió a la Misa de agradecimiento en Catedral Metropolitana, donde el arzobispo Arturo Rivera Damas, en su homilía, reconoció el civismo del pueblo y felicitó a Cristiani por su victoria. Estas apariciones públicas en contextos litúrgicos y el lenguaje reverente hacia la Iglesia señalaban a los votantes que ARENA respetaba la fe y gobernaría “bajo la mirada de Dios”. En síntesis, la campaña integró símbolos patriótico-religiosos (lemas, himno, menciones a Dios) y mensajes diseñados para la comunidad creyente, reforzando la percepción de que votar por ARENA era votar por los valores cristianos.

Vínculos con líderes religiosos y la Iglesia Católica

Aunque ARENA buscó asociarse a la religión, su relación con la Iglesia Católica institucional fue compleja. Fuentes primarias indican que la jerarquía católica mantenía reservas hacia el partido: el arzobispo de San Salvador, Arturo Rivera y Damas, públicamente se mostró distante. De hecho, Rivera Damas rehusó asistir a la toma de posesión de Cristiani (1 de junio de 1989) para “no respaldar con su presencia a los responsables de la muerte de monseñor Romero” – alusión directa a que el fundador de ARENA (D’Aubuisson) estaba acusado de autoría intelectual en el asesinato del arzobispo Óscar A. Romero. Esta ausencia marcó un desencuentro simbólico entre la cúpula de la Iglesia y el nuevo gobierno. No obstante, Cristiani hábilmente cultivó lazos con sectores eclesiásticos conservadores. Según análisis históricos, el presidente electo “prefería relacionarse con el obispo Romeo Tovar” (entonces presidente de la Conferencia Episcopal, de línea tradicional) antes que con Rivera Damas. Es decir, ARENA encontró respaldo tácito en algunos líderes católicos afines a su anticomunismo.

Además, existieron vínculos con comunidades religiosas no oficiales: muchos laicos católicos conservadores y grupos parroquiales temerosos del comunismo simpatizaban con ARENA. Incluso sectores evangélicos (en crecimiento durante los 80) apoyaron la retórica de “ley y orden bajo Dios” del partido, aunque la campaña de 1989 se centró más en la mayoría católica. Si bien la Iglesia institucional (a través de pastorales del Episcopado) llamó a una solución negociada al conflicto y evitó endorsar candidatos, ARENA logró mostrarse como el partido que defendería la libertad de culto y la Iglesia frente a la amenaza marxista. Esta percepción se alimentó de gestos públicos (visitas de Cristiani a obispos, discurso respetuoso hacia la fe) y del hecho de que el contrincante principal, el democratacristiano Fidel Chávez Mena, no pudo monopolizar el voto católico pese al nombre de su partido. ARENA obtuvo apoyos religiosos informales: no el de la alta jerarquía en pleno, pero sí el de sacerdotes y líderes conservadores individuales, así como de un buen número de fieles preocupados por la supervivencia de la Iglesia en un contexto de guerra ideológica.

Impacto en los votantes y resultado electoral

La apelación religiosa de la campaña tuvo un impacto significativo en la percepción de los votantes. Al envolver su mensaje en valores trascendentes, ARENA logró humanizar y moderar su imagen ante un electorado cansado de violencia. Analistas señalan que Cristiani proyectó un perfil más moderado y “presidenciable” que alejaba el temor al extremismo de derecha. En buena medida, esa moderación estuvo revestida de referencias a paz y reconciliación “con la ayuda de Dios”, lo cual inspiró confianza en sectores amplios – incluyendo muchos creyentes que quizás desconfiaban de ARENA por su pasado violento, pero que veían en Cristiani a un empresario devoto dispuesto a dialogar. La propaganda arenera explotó hábilmente la religiosidad popular: muchos salvadoreños, profundamente católicos, fueron receptivos a mensajes que presentaban a ARENA como protector de la fe y a la izquierda como enemiga de la religión. Esto probablemente erosionó la base del PDC (Partido Demócrata Cristiano), que históricamente contaba con apoyo de votantes católicos pero llegó debilitado a 1989. En contraste, ARENA logró unir a la derecha y a votantes religiosos bajo una misma causa moral.

En los resultados, el efecto electoral de esta estrategia fue evidente. Cristiani triunfó en primera vuelta con el 53.8% de los votos (505,370 sufragios), superando cómodamente al candidato del PDC (Chávez Mena, quien rondó 36%) y a minorías de izquierda moderada. Observadores contemporáneos y posteriores coinciden en que factores como el desgaste económico-militar del gobierno PDC y el anhelo de paz influyeron en la victoria; pero la retórica religiosa de ARENA sumó “réditos en todos los estratos” al presentarse como opción de orden moral. En otras palabras, muchos votantes asociaron a Cristiani con la “paz con valores”, confiando en que un hombre “temeroso de Dios” podría reconciliar al país sin ceder al comunismo. Incluso miembros del clero reconocieron la voluntad de diálogo de Cristiani tras su elección. En la práctica, ya como Presidente, Cristiani mantuvo ese tono: agradeció a Dios en su discurso inaugural y prometió gobernar bajo principios cristianos, cumpliendo en parte las expectativas que su campaña había sembrado en la mayoría católica. En suma, la utilización de la religión por ARENA en 1989 ayudó a moldear la opinión pública a su favor, contribuyendo a una victoria histórica que inauguró dos décadas de gobiernos areneros.

El Partido Demócrata Cristiano (PDC)

El Partido Demócrata Cristiano (PDC), fundado en 1960, emergió como una fuerza política que buscaba posicionarse como una alternativa moderada entre la izquierda revolucionaria y la derecha conservadora. La religión, en un país predominantemente católico, se convirtió en un recurso clave para su campaña presidencial de 1989. Su ideología se basaba en la doctrina social de la Iglesia católica, lo que le permitió presentarse como un partido comprometido con la justicia social y los valores cristianos.

La campaña presidencial de 1989 tuvo lugar en un momento crítico de la Guerra Civil. El PDC, liderado por Fidel Chávez Mena, buscaba recuperar el poder que había perdido en las elecciones de 1984 frente a ARENA. La Iglesia católica, a través de figuras como el arzobispo Óscar Romero (asesinado en 1980) y la Conferencia Episcopal, había jugado un papel importante en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos y en la promoción de la paz. El PDC aprovechó esta conexión para presentarse como el partido de la reconciliación y el diálogo.

El PDC incorporó en su propaganda imágenes y mensajes que evocaban la fe católica, como cruces, referencias a la Virgen María y citas bíblicas. Estos elementos buscaban conectar emocionalmente con los votantes y reforzar la idea de que el partido representaba los valores morales y éticos de la mayoría de la población.  En un país profundamente católico como El Salvador, la Virgen María es un símbolo poderoso. Según reportes de prensa y análisis políticos de la época, el PDC utilizó imágenes de la Virgen en sus mítines y propaganda, asociando su lucha por la paz con la protección divina.

En discursos y panfletos, líderes del PDC, incluido Fidel Chávez Mena, citaban frecuentemente pasajes bíblicos que enfatizaban la justicia, la paz y la unidad. Por ejemplo, se hacía referencia a versículos como "Bienaventurados los que trabajan por la paz" (Mateo 5:9) para reforzar su mensaje de reconciliación nacional.

Fidel Chávez Mena enfatizó la necesidad de paz y justicia social, temas centrales en la doctrina social de la Iglesia. Este discurso contrastaba con la retórica confrontacional de ARENA y el FMLN, posicionando al PDC como una opción moderada y conciliadora.

Alianzas con Sectores Eclesiales: 

El PDC estableció vínculos con organizaciones católicas y líderes religiosos que compartían su visión de una solución negociada al conflicto. Estas alianzas le permitieron acceder a redes comunitarias y ampliar su base de apoyo. Testimonios de líderes políticos y religiosos, así como de observadores internacionales, confirman la estrategia del PDC. Por ejemplo, el arzobispo de San Salvador, Arturo Rivera y Damas, sucesor de Óscar Romero, mantuvo una relación cercana con el PDC y apoyó públicamente sus esfuerzos por alcanzar una solución negociada al conflicto. Esta alianza reforzó la imagen del PDC como un partido alineado con los valores católicos.

Tambien en entrevistas realizadas por organizaciones de derechos humanos y medios de comunicación durante la campaña, militantes del PDC afirmaron que el partido buscaba representar "los valores cristianos de la mayoría salvadoreña", utilizando símbolos como la cruz y mensajes de esperanza inspirados en la fe.

A pesar de sus esfuerzos, el PDC no logró ganar las elecciones de 1989, que fueron ganadas por ARENA bajo el liderazgo de Alfredo Cristiani. Sin embargo, la campaña del PDC demostró la importancia de la religión como herramienta política en un contexto de polarización. El partido logró mantener una base electoral significativa, particularmente entre los sectores urbanos y las clases medias que valoraban su enfoque moderado y su conexión con los valores cristianos.

El Salvador, en la década de 1980, era un país donde más del 90% de la población se identificaba como católica. La Iglesia católica jugó un papel central en la vida social y política, especialmente después del asesinato de Monseñor Óscar Romero en 1980. El PDC, alineado con la doctrina social de la Iglesia, aprovechó este contexto para presentarse como el partido de la paz y la justicia, utilizando símbolos religiosos para conectar emocionalmente con los votantes.

En conclusión, la campaña presidencial del PDC en 1989 ilustra cómo la religión puede ser utilizada como un recurso político en contextos de conflicto. A través de símbolos, discursos y alianzas con actores religiosos, el partido buscó legitimar su propuesta y diferenciarse de sus rivales. Aunque no logró la victoria electoral, su estrategia refleja la compleja interacción entre religión y política en El Salvador durante la Guerra Civil.

La religión no fue el principal recurso de la campaña del Partido Demócrata Cristiano (PDC) en las elecciones presidenciales de 1989 en El Salvador, aunque sí fue un componente importante dentro de una estrategia más amplia. La campaña del PDC se basó en múltiples pilares, entre los cuales la religión jugó un papel significativo, pero no fue el eje central. 

En las elecciones presidenciales de 1989 en El Salvador, el Partido de Conciliación Nacional (PCN) postuló como su candidato presidencial a Roberto Escobar García, un político con experiencia en el partido y en cargos públicos. Sin embargo, el PCN no logró obtener una victoria en esas elecciones, ya que el triunfo fue para Alfredo Cristiani de ARENA.

En la campaña electoral de 1989 en El Salvador, el Partido de Conciliación Nacional (PCN) desempeñó un papel significativo como uno de los partidos políticos tradicionales del país. Fundado en 1961, el PCN había sido un actor clave en la política salvadoreña, incluyendo su participación en gobiernos autoritarios previos al conflicto armado.

Durante las elecciones de 1989, el PCN compitió en un contexto marcado por la guerra civil salvadoreña (1980-1992) y la creciente presión internacional para democratizar el país. Estas elecciones fueron particularmente importantes porque representaron un paso hacia la transición democrática, aunque aún en un escenario de violencia y polarización política.

El PCN, junto con otros partidos como ARENA (Alianza Republicana Nacionalista) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC), participó en las elecciones presidenciales de marzo de 1989. Sin embargo, el PCN no logró imponerse frente a ARENA, que ganó las elecciones con su candidato Alfredo Cristiani, marcando el inicio de un dominio político de ARENA que duraría dos décadas.

El papel del PCN en esta campaña fue el de un partido que buscaba mantener su influencia en un escenario político cambiante, aunque su relevancia había disminuido en comparación con décadas anteriores. Su participación reflejó la continuidad de las estructuras políticas tradicionales en medio de un proceso de transición hacia la democracia y la búsqueda de una solución negociada al conflicto armado.

El PCN era un partido tradicional con una base de apoyo más secular y vinculada a estructuras de poder anteriores al conflicto armado. Su discurso en 1989 se centró en la estabilidad, el orden y la experiencia de gobierno, más que en valores religiosos.

A diferencia del PDC, que tenía una identidad claramente vinculada a la doctrina social cristiana, o de ARENA, que atraía a sectores conservadores y religiosos, el PCN no utilizó símbolos religiosos (como la Biblia) ni contó con el respaldo explícito de líderes religiosos en su campaña.

Es dificil encontrar registros documentados de que el PCN haya utilizado la religión de manera explícita o estratégica en su campaña de 1989. No se menciona el uso de símbolos religiosos, discursos basados en la Biblia o alianzas con líderes religiosos como parte de su estrategia electoral.

Otros temas

En la campaña electoral de 1989 en El Salvador, temas como el aborto, las iglesias evangélicas y los derechos LGTBI no fueron parte del debate político ni de las estrategias de los partidos,Además, la sociedad salvadoreña de la época era profundamente conservadora en temas sociales y morales, lo que contribuyó a la ausencia de estos temas en la agenda electoral.

Referencias:

Montgomery, T. S. (1995). Revolution in El Salvador: From Civil Strife to Civil Peace. Westview Press.


Uso de la religión en la Campaña electoral 1994 en El Salvador

Las elecciones de 1994 fueron las primeras después de la guerra, por lo que probablemente fue un evento significativo. La religión en El Salvador: la mayoría de la población es cristiana, principalmente católica, y los principales candidatos fueron Armando Calderón Sol de ARENA y Rubén Zamora del FMLN. ARENA era el partido de derecha, y el FMLN a la izquierda.

Campaña de ARENA en 1994

En la campaña electoral presidencial de El Salvador de 1994, la religión jugó un papel estratégico, especialmente por parte del partido de derecha ARENA (Alianza Republicana Nacionalista),  empleó frases como "Con Dios, todo es posible" y "Dios, Patria y Libertad" (este último heredado de su fundación). Estos eslóganes, aunque no explicaban el nombre del partido, reforzaban su imagen como defensor de valores cristianos, permitiendo que simpatizantes relacionaran la "Alianza" con un proyecto "bendecido por Dios. Esta campana fue liderado por Armando Calderón Sol, enfatizó discursos vinculados a la "moral cristiana", la familia tradicional y el orden social resonando en sectores católicos conservadores y en comunidades evangélicas en crecimiento, que veían al partido como un baluarte contra el secularismo y el "comunismo ateo".

Se asoció la estabilidad económica y seguridad promovida por ARENA con principios religiosos, presentando su plataforma neoliberal como compatible con la ética cristiana de trabajo y responsabilidad. ARENA utilizó retórica religiosa para estigmatizar al FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), exguerrilla convertida en partido político, vinculándolo con el "ateísmo marxista" de la Guerra Fría. Esto buscaba movilizar el miedo residual a una agenda izquierdista "anti-religiosa". 

En relación con líderes e instituciones religiosas ARENA cultivó algunas alianzas con pastores evangélicos, quienes promovieron el voto por el partido desde púlpitos, asociando su victoria con la "voluntad divina". Estudios como Evangélicos y poder en América Latina (Jean-Pierre Bastian, 2005) mencionan a López Bertrand como figura clave en el apoyo evangélico a ARENA. El pastor de la iglesia Tabernáculo Bíblico Bautista Amigos de Israel declaró "Dios ha puesto a ARENA para guiar al pueblo" segun lo retioma La Prensa Gráfica durante la campaña de 1994, se afirmo que Calderón Sol y su gobierno traería "orden y bendición divina".

La Iglesia Católica, aunque menos alineada abiertamente, con el arzobispo Fernando Sáenz Lacalle cercano a sectores conservadores, evitó apoyar abiertamente a ARENA, pero sí criticó indirectamente al FMLN. En una homilía documentada por EFE en marzo de 1994, advirtió sobre "ideologías que destruyen la familia y la fe", frase interpretada como un rechazo velado a la izquierda. Aunque no mencionó al FMLN, sus palabras fueron utilizadas por simpatizantes de ARENA para asociar al partido con valores católicos.

Cabe destacar que ARENA evitó confrontaciones y usó símbolos católicos en actos públicos. Calderón Sol participó en eventos religiosos, proyectando una imagen de devoto. Su campaña integró lemas como "Dios, Patria y Libertad", heredados de la fundación de ARENA por Roberto D’Aubuisson, vinculado a escuadrones de la muerte. La estrategia de ARENA fue efectiva: Calderón Sol ganó con el 68% de los votos en segunda vuelta. El uso de la religión consolidó su base en zonas rurales y urbanas conservadoras. Este caso refleja cómo la religión, en contextos posconflicto, puede ser instrumentalizada para legitimar agendas políticas, combinando temores históricos y esperanzas de renovación moral.

Durante la campaña electoral de 1994, ARENA  en El Salvador movilizó a católicos evangélicos mediante valores tradicionales, y aunque estaba presente indicios de  radicalización conservadora, y de asistencia a eventos religiosos, estos fueron marginales, aunque sentaron las bases para futuras polarizaciones. Estos hechos reflejan la estrategia de ARENA para consolidar su base religiosa y los intentos del FMLN por contrarrestar su imagen secular. Algunos ejemplos identificados durante esta campaña electoral fueron:


Campaña del FMLN en 1994

El FMLN, liderado por Rubén Zamora, tuvo menos éxito en movilizar simbología religiosa, aunque apeló a la justicia social, resonando con sectores católicos progresistas. El FMLN enfocó su mensaje en reformas sociales, pero la desconfianza hacia su pasado guerrillero limitó su alcance en comunidades religiosas tradicionales. En la campaña presidencial de El Salvador de 1994, la relación entre Rubén Zamora (candidato del FMLN) y los sectores evangélicos fue limitada y compleja, mientras que temas como la homosexualidad y el aborto no fueron centrales en el debate público, aunque sí existieron tensiones indirectas vinculadas a valores religiosos.  Aunque el FMLN intentó conectarse con la teología de la liberación (corriente católica progresista), su pasado guerrillero dificultó este esfuerzo, permitiendo a ARENA capitalizar el anticomunismo religioso.


El FMLN, exguerrilla convertida en partido político, enfrentaba el estigma de su pasado marxista, asociado en la Guerra Civil con el ateísmo y la crítica a estructuras religiosas tradicionales. Aunque algunos sectores del FMLN simpatizaban con la "Teología de la liberación", esta corriente no tenía peso significativo en las iglesias evangélicas, que crecían rápidamente en El Salvador.  Rubén Zamora, un político de centroizquierda con formación católica, intentó moderar la imagen del FMLN, pero su vinculación histórica con la izquierda revolucionaria generó desconfianza entre los evangélicos conservadores, quienes veían al partido como una amenaza a los "valores familiares". Las iglesias evangélicas, en expansión desde los años 80, fueron cooptadas estratégicamente por ARENA, que las vinculó a su proyecto político mediante alianzas con pastores influyentes. ARENA promovió una narrativa de "defensa de la moral cristiana" contra el "comunismo ateo", lo que marginó al FMLN en estos espacios.  El FMLN no logró penetrar en redes evangélicas, que percibían a la izquierda como promotora de un "relativismo moral" contrario a sus doctrinas. Sin embargo, existieron figuras religiosas y sectores vinculados a la teología de la liberación que, aunque no siempre respaldaron abiertamente al partido, simpatizaron con sus propuestas de justicia social. Algunos eventos que se pueden vincular directa o indirectamente al partido son:

1. Sacerdotes y líderes católicos vinculados a la teología de la liberación influyeron en sectores cercanos al FMLN. La UCA mantuvo una postura crítica contra la represión de ARENA y publicó estudios socioeconómicos que respaldaban las demandas de justicia social del FMLN.  Por ejemplo John Sobrino fue crítico de las desigualdades sociales y del autoritarismo de ARENA. Aunque evitó respaldar partidos, sus escritos sobre "la opción por los pobres" resonaron con la base social del FMLN. (El Salvador: anatomía de un país en conflicto, 1988). Además los jesuitas Padre José María Tojeira y padre Rodolfo Cardenal en los 90s mantuvieron una postura crítica contra la impunidad y las políticas neoliberales de ARENA. En foros públicos, defendió la necesidad de reformas sociales, alineándose indirectamente con las propuestas del FMLN (Entrevistas en "El Faro"1995-2000).

2. Comunidades Eclesiales de Base (CEBs)como  redes católicas, inspiradas en la teología de la liberación, operaban en zonas rurales y marginales, muchas de ellas bastiones del FMLN. Líderes laicos como "María Julia Hernández" (directora de Tutela Legal del Arzobispado) trabajaron con víctimas de la guerra, vinculando su labor con la demanda de justicia que el FMLN representaba. Las CEBs en Chalatenango y Morazán, documentadas en "El Salvador’s Civil War" (Héctor Lindo-Fuentes, 2007).

3. Protestantes progresistas como el obispo Medardo Gómez (Iglesia Luterana Salvadoreña) aunque no apoyó abiertamente al FMLN, Gómez fue un crítico vocal de la violación de derechos humanos durante la guerra y defendió a comunidades desplazadas, muchas afines a la izquierda. Su iglesia fue un espacio de diálogo para sectores progresistas como lo describe en el libro “La voz de los sin voz” (Medardo Gómez, 1998). Tambien algunos líderes de denominaciones como la Iglesia Anglicana o la Metodista mostraron simpatía por las causas sociales del FMLN, aunque sin respaldo partidista explícito.

4. Mientras ARENA contó con el apoyo de jerarquías evangélicas y católicas conservadoras (como el arzobispo Sáenz Lacalle), el FMLN tuvo mayor afinidad con "sectores de base" (sacerdotes rurales, laicos comprometidos). Por ejemplo en 1994, el FMLN intentó sin éxito ganar el respaldo de Monseñor Gregorio Rosa Chávez (entonces obispo auxiliar), quien prefería mantener neutralidad. Rubén Zamora, candidato del FMLN, se reunió con sacerdotes y laicos vinculados a la "teología de la liberación", como el jesuita Jon Sobrino, en la Universidad Centroamericana (UCA). Según el libro "La izquierda en El Salvador" de Carlos Ramos, Zamora buscó respaldo en estos sectores católicos progresistas, que históricamente denunciaron la represión de ARENA. A diferencia de ARENA, el FMLN no logró masificar este apoyo, pues la jerarquía católica y los evangélicos lo veían con recelo por su pasado guerrillero.

5. Rubén Zamora y el FMLN, aunque intentaron moderarse, no lograron contrarrestar el estigma de ser "enemigos de la religión", a pesar de su enfoque en temas socioeconómicos

6. Denuncias donde el FMLN acusó a ARENA de manipular la fe para ganar votos. En un mitin en Santa Ana, Zamora declaró: "No se puede esconder la corrupción tras la Biblia" (reportado por Diario Latino). Calderón Sol respondió en un discurso en Sonsonate: "Nuestra fe no es estrategia, es convicción", reforzando su imagen de devoto.  

7. Casos de apoyo indirecto como cuando en 1994, sacerdotes como "Padre Fabián Amaya" (de la diócesis de San Miguel) criticaron en sermones las políticas económicas de ARENA, alineándose con críticas del FMLN (La Prensa Gráfica, marzo de 1994 - archivos físicos).

Uso de la religión por otros partidos

En el contexto de las elecciones presidenciales de 1994 en El Salvador, se observó la participación de partidos políticos minoritarios que buscaron aprovechar elementos religiosos en su estrategia electoral. Entre ellos, se destacan el Movimiento de Unidad (MU) y el Movimiento de Solidaridad Nacional (MSN), ambos con enfoques de "inspiración cristiana".

El Movimiento de Unidad, liderado por el Pastor y Dr. Jorge Martínez, presentó el lema "Hombres justos para gobernar" y buscó obtener un respaldo significativo de sectores religiosos, especialmente de iglesias evangélicas. Este partido se autodefinió como una agrupación conformada por ciudadanos salvadoreños que creen en la efectividad del sistema democrático expresado a través de los partidos políticos, como se establece en su Artículo 1 de sus estatutos. Además, tenía como otros objetivos fomentar la integración centroamericana y promover un modelo de desarrollo humano.

El MU obtuvo un resultado electoral que representó aproximadamente el 2.23% del total de votos emitidos en las elecciones presidenciales, y logró un escaño legislativo, aunque su permanencia en el sistema político fue de corta duración. Sus candidatos a diputados presentaron propuestas relacionadas con la prevención de la drogadicción, la prostitución y el aborto (Edgardo Morena Viera), y la legislación para rescatar los valores morales y espirituales de la familia (Israel Colocho).

Por otro lado, el Movimiento de Solidaridad Nacional (MSN), liderado por Edgardo Engelhardt, también se identificó como un partido de "inspiración cristiana". Su lema de campaña fue "Un milagro en marcha". Aunque enfocó su mensaje en valores cristianos y sociales, el MSN obtuvo resultados electorales limitados, logrando solo el 1.05% del total de votos. Su propósito, según el Artículo 1 de sus estatutos, era luchar por el mejoramiento económico, social, cultural y político del pueblo salvadoreño, destacando la libertad de empresa como el motor del crecimiento económico. su candidato era un líder de los Hombres de Negocios del Evangelio Completo (FHINEC) y dirigente de grupos pro familia y pro vida en años posteriores.

La elección de lemas con connotaciones religiosas como "Hombres justos para gobernar" y "Un milagro en marcha" sugiere una aspiración optimista y un llamado a la esperanza y transformación positiva para el país. Estos partidos buscaron atraer a votantes con valores religiosos o éticos en su mensaje político.

Es complicado determinar con certeza si, más allá de sus líderes, estructuras o programas, los partidos políticos mencionados lograron elementos significativos que pudieran haberles otorgado un mayor impacto y alcanzar los cambios que buscaban una vez establecidos. Su incapacidad para mantenerse en el sistema político salvadoreño y la limitada información disponible sobre ellos plantean un desafío en este análisis.

Es posible que estos partidos hayan enfrentado diversas dificultades en su trayectoria, como la competencia con otros partidos más establecidos, la falta de recursos financieros, la capacidad de movilización o el apoyo ciudadano necesario para alcanzar sus objetivos. Además, la ausencia de información detallada sobre sus estructuras internas y su contenido programático dificulta una evaluación exhaustiva de su potencial impacto en la sociedad salvadoreña.


En 1994, El Salvador vivió un momento crucial en su historia con las primeras elecciones presidenciales tras el fin de la guerra civil en 1992. En un país mayoritariamente cristiano, donde la religión ha tenido una influencia significativa en la vida pública, los principales contendientes fueron Armando Calderón Sol, de ARENA, y Rubén Zamora, de la coalición FMLN-CD. ARENA, un partido de derecha con vínculos históricos con el ejército y la oligarquía, compitió contra el FMLN, el antiguo grupo guerrillero de izquierda transformado en partido político.

En este contexto de polarización política, la religión se convirtió en un recurso discursivo estratégico en la campaña electoral. ARENA utilizó el apoyo de líderes evangélicos y referencias cristianas en su propaganda para reforzar su identidad conservadora y atraer el voto de sectores religiosos. Al mismo tiempo, aunque la Iglesia Católica mantuvo una postura oficial de neutralidad, algunos actores dentro de la institución expresaron simpatías hacia ciertos sectores, influyendo indirectamente en la percepción de los votantes.

La elección de 1994 no solo consolidó a ARENA en el poder, sino que también demostró cómo la religión podía ser utilizada como un instrumento de movilización política. La campaña reflejó que, en un país con profundas raíces cristianas, la fe y la política estaban estrechamente entrelazadas, convirtiendo a la religión en un factor clave en el proceso electoral y en la construcción de narrativas de legitimidad política.

Conclusion

La religión en 1994 funcionó como herramienta de movilización electoral, articulando identidades, valores y memorias de guerra para consolidar proyectos políticos en un momento crítico de transición democrática. En 1994, El Salvador era una sociedad profundamente conservadora, con una fuerte influencia de la Iglesia Católica y evangélica. Temas como los derechos LGBTQ+ o el aborto no formaban parte de la agenda política explícita, ni del FMLN ni de ARENA, debido al riesgo de alienar a votantes religiosos. El aborto ya era penalizado en todas sus formas desde 1974, y la homosexualidad era un tabú social, por lo que ningún partido lo impulsó como bandera.  Aunque no hubo debates abiertos sobre estos temas, ARENA reforzó un discurso de familia tradicional y moralidad, asociando implícitamente al FMLN con agendas "inmorales" o "anti-natura" por su retórica progresista en otros ámbitos (como justicia social).  El FMLN, por su parte, evitó mencionar derechos sexuales o reproductivos para no alimentar la narrativa de ARENA. Su enfoque fue en temas económicos y reconciliación postguerra.

Algunos sectores católicos progresistas cercanos al FMLN hablaban de justicia para grupos marginados, pero sin abordar directamente la homosexualidad o el aborto. La prioridad era no antagonizar a la jerarquía eclesiástica o a los evangélicos. En El Salvador, durante la campaña electoral de 1994 y en años posteriores, el apoyo religioso explícito al FMLN fue menos visible que el respaldo conservador a ARENA, debido al estigma histórico del FMLN como exguerrilla de izquierda y su asociación con el secularismo. 

En primer lugar, ARENA recibió un respaldo explícito de líderes evangélicos y católicos conservadores, mientras que el FMLN contó con apoyo tácito o indirecto de religiosos vinculados a la teología de la liberación y comunidades de base. Aunque estas figuras no respaldaban al partido como institución, compartían su agenda de justicia social y denuncia de la desigualdad. La falta de apoyo jerárquico reflejó la polarización religiosa en un país donde la derecha consolidó su hegemonía simbólica mediante la religión. La campaña de 1994 sentó un precedente en El Salvador: ARENA institucionalizó el uso de la religión como herramienta electoral, mientras que el FMLN luchó por desvincularse del estigma anticlerical. Este modelo influyó en elecciones posteriores, donde temas como el aborto o los derechos LGBTQ+ se politizaron abiertamente, siempre con la religión como eje.

En segundo lugar, ARENA, liderado por Armando Calderón Sol, apeló a valores conservadores y religiosos, enfatizando discursos vinculados a la moral cristiana, la familia tradicional y el orden social. Estos mensajes resonaron especialmente en sectores católicos conservadores y en comunidades evangélicas en crecimiento, que veían al partido como un baluarte contra el secularismo y el "comunismo ateo". Además, se asoció la estabilidad económica y la seguridad promovidas por ARENA con principios religiosos, presentando su plataforma neoliberal como compatible con la ética cristiana del trabajo y la responsabilidad.

En tercer lugar, ARENA utilizó el legado de la guerra civil y el anticomunismo para movilizar el voto. La retórica religiosa fue empleada para estigmatizar al FMLN, exguerrilla convertida en partido político, vinculándolo con el ateísmo marxista de la Guerra Fría. Esto buscaba movilizar el miedo residual a una agenda izquierdista "anti-religiosa". A pesar de que el FMLN intentó conectar con la teología de la liberación, su pasado guerrillero dificultó este esfuerzo, lo que permitió a ARENA capitalizar el anticomunismo religioso.

En cuarto lugar, el FMLN y Rubén Zamora mantuvieron una relación distante con los evangélicos en 1994, mientras que ARENA consolidó su apoyo en esos sectores mediante discursos de defensa de la "moral cristiana". Aunque temas como la homosexualidad y el aborto no fueron explícitos en la campaña, operaron como fantasmas retóricos en la construcción de ARENA de un "enemigo secular" encarnado en la izquierda. Esta dinámica refleja cómo la religión se utilizó para movilizar temores culturales, incluso sin debates abiertos sobre derechos sociales específicos.

En quinto lugar, los sectores evangélicos, en expansión desde los años 80, fueron clave en la estrategia de ARENA. El partido cultivó alianzas con pastores evangélicos, quienes promovieron el voto por el partido desde los púlpitos, asociando su victoria con la "voluntad divina". Por otro lado, la Iglesia Católica, aunque menos alineada abiertamente, mantenía influencia en la sociedad, y ARENA evitó confrontaciones, utilizando símbolos católicos en actos públicos, mientras que el FMLN enfrentaba escepticismo debido a su pasado secular.

En sexto lugar, el uso de símbolos y rituales religiosos fue una herramienta importante para ARENA. Calderón Sol participó en misas y eventos evangélicos, proyectando una imagen de devoto, y su campaña integró lemas como "Dios, Patria y Libertad", heredados de la fundación de ARENA por Roberto D’Aubuisson, vinculado a escuadrones de la muerte. El FMLN, por su parte, tuvo menos éxito en movilizar simbología religiosa, aunque apeló a la justicia social, lo cual resonó en sectores católicos progresistas.

En séptimo lugar, en el contexto postconflicto, ARENA utilizó la religión para promover una narrativa de paz y reconciliación, desvinculándose parcialmente de su pasado represivo. Calderón Sol presentó la estabilidad como un "don divino" tras la guerra, enmarcando su promesa de estabilidad como una bendición divina. En contraste, el FMLN enfocó su mensaje en reformas sociales, pero la desconfianza hacia su pasado guerrillero limitó su alcance en las comunidades religiosas tradicionales.

En octavo lugar, la estrategia de ARENA fue efectiva. Calderón Sol ganó con el 68% de los votos en segunda vuelta. El uso de la religión consolidó su base en zonas rurales y urbanas conservadoras, mostrando cómo la religión, en contextos posconflicto, puede ser instrumentalizada para legitimar agendas políticas, combinando temores históricos y esperanzas de renovación moral.

En resumen, la religión en la campaña electoral de 1994 funcionó como una herramienta clave de movilización, articulando identidades, valores y memorias de guerra para consolidar proyectos políticos en un momento crítico de transición democrática.


La campaña electoral presidencial de El Salvador en 1999 y la religión

La campaña presidencial de 1999 en El Salvador se desarrolló en un contexto de fuerte tradición cristiana, donde la religión jugaba un papel central en la vida pública. En El Salvador a finales de los 90, alrededor de tres cuartas partes de la población se consideraba católica, con una creciente minoría evangélica. La Iglesia católica ejercía una influencia notable en la vida nacional, tanto durante el conflicto armado (1980-1992) como en la posguerra. Para 1999 el arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle (miembro del Opus Dei), representaba una jerarquía eclesiástica conservadora con fuerte voz moral sobre temas públicos. Las posturas de la Iglesia podían moldear políticas y opiniones; de hecho, los políticos difícilmente confrontaban abiertamente al clero por temor a un coste electoral. Un ejemplo cercano fue la oposición frontal del arzobispo Sáenz a un programa gubernamental de educación sexual: mediante sermones y presión mediática logró que el presidente Flores abortara dicha política ante el miedo a repercusiones en las elecciones legislativas de 2000. Este incidente ilustró el poder de la Iglesia en la arena política de la época. Al mismo tiempo, la llamada teología de la liberación había dejado huella en sectores populares y en exguerrilleros del FMLN, inspirando un discurso cristiano de justicia social desde las comunidades eclesiales de base. De ahi que, tanto la derecha como la izquierda salvadoreña entendían que conectar con la fe del pueblo era clave para “conquistar la mente y el corazón” de los votantes.

En esta contienda, tanto el partido oficialista ARENA (Alianza Republicana Nacionalista) como el FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) recurrieron a diversas estrategias para conectar con el electorado.

Tras una década de gobiernos de ARENA, el partido enfrentaba un desgaste político considerable. A pesar de ello, su candidato, Francisco Flores, logró imponerse en las elecciones, superando las dudas que habían surgido sobre su victoria. En 1998, el FMLN parecía tener una oportunidad histórica de alcanzar la Presidencia con Héctor Silva, un político emergente que había logrado arrebatarle a ARENA la alcaldía de San Salvador en 1997 y que rápidamente se había convertido en una figura nacional. Sin embargo, el ala más radical del FMLN bloqueó su candidatura y, en su lugar, postuló a Facundo Guardado y Nidia Díaz, dos excomandantes guerrilleros que no lograron generar el mismo nivel de apoyo popular.

Finalmente, Francisco Flores, junto a su compañero de fórmula Carlos Quintanilla Schmidt, venció fácilmente a la fórmula del FMLN. Flores asumió la Presidencia con tan solo 39 años, habiendo sido elegido diputado en 1994 y reelegido en 1997, cuando también asumió la presidencia de la Asamblea Legislativa. En 1998 dejó el parlamento para enfocarse en su candidatura presidencial, consolidando así su ascenso dentro de la política salvadoreña.

Campaña de ARENA con Francisco Flores 1999

ARENA, en el poder desde 1989, buscó consolidar su imagen como un partido alineado con los valores cristianos y conservadores. Durante la campaña de 1999, el partido y su candidato, Francisco Flores, enfatizaron su compromiso con la moralidad, la familia y la fe cristiana.  ARENA asoció su proyecto político con la voluntad divina, sugiriendo que su gobierno era parte de un plan providencial para El Salvador. Este mensaje resonó entre los votantes evangélicos y católicos conservadores.

Francisco Flores, un político joven y carismático, utilizó un lenguaje impregnado de referencias bíblicas y promesas de un futuro "bendecido" bajo su liderazgo.

La campaña presidencial de El Salvador en 1999, que culminó con las elecciones del 7 de marzo, marcó un hito en la política salvadoreña al consolidar la hegemonía del partido ARENA. En esta contienda, Francisco Flores, candidato de ARENA, logró una victoria contundente que le permitió asumir la presidencia para el período 1999-2004. Este triunfo simbolizó la continuidad del proyecto político de ARENA, que gobernaba el país desde 1989.

En este contexto, aunque la religión no ocupó un lugar central en la estrategia de campaña de Francisco Flores, sí se utilizó de manera estratégica para conectar con ciertos sectores del electorado. Flores destacó su fe católica y su compromiso con principios cristianos, lo que buscaba reforzar su imagen como un líder con sólidos valores éticos y morales. Su campaña incluyó referencias religiosas en discursos, apariciones públicas en eventos religiosos y visitas a iglesias, lo que permitió proyectar una cercanía con la comunidad católica. Asimismo, símbolos y mensajes con connotaciones religiosas fueron integrados en algunos materiales publicitarios de la campaña, buscando resonar con los valores y creencias de los votantes religiosos.

A pesar de estas estrategias, el uso de la religión en la campaña de Flores fue discreto y no generó mayores polémicas. Más bien, su candidatura se enfocó en presentar una figura renovada, distanciada de los desgastes políticos de administraciones anteriores de ARENA. Esto permitió proyectar una imagen de conciliación y respeto, en contraste con el estilo prepotente asociado históricamente al partido.

Durante la campaña electoral, Francisco Flores demostró una personalidad tranquila y respetuosa, lo que representó un nuevo estilo de hacer política en comparación con la prepotencia que caracterizaba al partido ARENA en el pasado. Este nuevo enfoque se destacó por su prudencia y respeto hacia aquellos que no compartían las mismas opiniones políticas, lo que contribuyó a crear una imagen más conciliadora y menos confrontativa en su candidatura. 

El uso de la religión no fue lo central y solo se utilizó de manera estratégica para conectar con ciertos sectores del electorado y reforzar su imagen de líder cercano a los valores y creencias religiosas de la población. Uno de los principales enfoques religiosos utilizados por Flores fue resaltar su fe católica y su compromiso con los principios cristianos. Durante sus discursos y apariciones públicas, hizo referencia a su religión y se presentó como un candidato con valores morales y éticos sólidos, lo que buscaba generar confianza entre los votantes religiosos.

Además, Francisco Flores aprovechó la oportunidad de participar en eventos religiosos y visitar iglesias para mostrar su cercanía con la comunidad católica. Asistió a misas y otros actos religiosos, lo que le permitió presentarse como un líder político comprometido con la fe y la moral. Asimismo, en su campaña, se utilizaron símbolos religiosos y mensajes con connotaciones religiosas en sus materiales publicitarios y mensajes políticos. Estos elementos buscaban resonar con los valores y creencias religiosas de los votantes, enfatizando la identidad de ARENA como un partido político confesional católico.

ARENA no utilizó la religión de manera explícita en su campaña de 1999, pero sí enfatizó "valores familiares" y "moral cristiana", alineándose con sectores conservadores. Esto se reflejó en promesas de combatir la delincuencia y restaurar el orden, temas que resonaban tanto en iglesias católicas como evangélicas. Durante su campaña, Francisco Flores empleó frases como "construir un país en paz" o "proteger a las familias", conceptos que pueden relacionarse con pasajes bíblicos como Salmo 127:1 ("Si Jehová no edificare la casa...") o Proverbios 14:34 ("La justicia engrandece a la nación"). No obstante, no hay evidencia de que haya citado directamente la Biblia en sus discursos.


Es importante destacar que, aunque el poco uso de la religión en la campaña de Flores le permitió conectar con sectores religiosos, también generó controversia y críticas por parte de quienes consideraban que se estaba politizando la fe y mezclando asuntos religiosos con la política pero no generó mayor polémica, ya que el uso de la religión en la campaña presidencial de ARENA, liderada por Francisco Flores, no es mencionado explícitamente. En cambio, se enfoca en los aspectos políticos y económicos que fundamentaron el giro político del partido. Se buscaba presentar una figura "con la cara limpia", sin vinculación al desgaste político de gobiernos anteriores, y relanzar la imagen del nuevo gobierno arenero con una plataforma política más vendible.

En las elecciones municipales y legislativas de 1997 en El Salvador, el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) utilizó diversas estrategias discursivas y simbólicas para consolidar su imagen ante el electorado. Entre estas estrategias destacó la combinación de elementos religiosos con mensajes políticos, una táctica que ha sido recurrente en la política salvadoreña debido a la fuerte influencia de la religión en la sociedad.

Una de las estrategias más visibles fue la campaña mediática con el eslogan "Lo estamos haciendo", en la que se utilizó a niños y jóvenes para reforzar la idea de continuidad y progreso. Esta narrativa apelaba a valores familiares y cristianos como la responsabilidad intergeneracional y el deber moral de construir un futuro mejor para las nuevas generaciones. La imagen de niños en la propaganda política evocaba un sentido de esperanza, protección y compromiso con el bienestar social, valores que en la tradición cristiana son fundamentales.

Además, el plan de gobierno de ARENA estuvo estructurado en torno a cuatro grandes áreas denominadas "La Nueva Alianza", compuesta por la Alianza por el Trabajo, Alianza Solidaria, Alianza por la Familia y Alianza por el Progreso. Estas propuestas no solo buscaban un enfoque programático para la administración gubernamental, sino que también tenían una fuerte carga simbólica. El uso del término "alianza" evocaba un pacto, una unión sagrada similar a la idea de un compromiso religioso. En particular, la Alianza por la Familia se alineaba con los principios conservadores de la Iglesia, promoviendo valores tradicionales que reforzaban el papel del núcleo familiar como pilar de la sociedad.

El discurso de Francisco Flores, candidato presidencial de ARENA, reforzó esta estrategia al plantear la elección como una dicotomía moral entre el orden y el caos. Al decir "En las manos del ciudadano está la decisión de escoger en dos alternativas: una por un gobierno responsable y ordenado; o todo lo contrario, por un gobierno lleno de crisis e incertidumbre", establecía un contraste claro entre su propuesta y la de la Coalición FMLN-USC. En este planteamiento, el concepto de orden no solo tenía connotaciones políticas, sino también morales y religiosas. La asociación del "orden" con la responsabilidad y la transparencia evocaba la idea de un gobierno basado en valores éticos, un mensaje que podía resonar con sectores religiosos que buscaban estabilidad y moralidad en la política (Moreno, I. 1999).

No se puede inferir que el uso de la religión haya sido un elemento relevante en la campaña presidencial de ARENA liderada por Francisco Flores. Más bien la campaña para las elecciones del 7 de marzo hizo visible que ARENA tenía más dinero y recursos, la abrumadora ventaja hizo que no se debatiera sobre los problemas importantes del país y cómo solucionarlos.

Campaña del FMLN con Facundo Guardado en 1999

El FMLN, como representante de los grupos de izquierda, incluyendo al partido de ex-guerrilleros combatientes, llevó a cabo una consulta popular abierta para seleccionar a su candidato presidencial. Sin embargo, este proceso democrático se encontró con dificultades cuando las dirigencias de los diferentes grupos dentro del FMLN no lograron ponerse de acuerdo en los nombres de los candidatos. Esto resultó en la anulación de las elecciones debido a interpretaciones estatutarias que no fueron convincentes para todos. Al final, quedó claro que los candidatos cuasi-ganadores, la Dra. Marina de Avilés, ex-procuradora de los Derechos Humanos, y el economista Salvador Arias, no contaban con el apoyo de un poderoso grupo interno. Como resultado, en lo que muchos consideraron una burla del proceso, los nominados finales fueron el excomandante guerrillero Facundo Guardado y la diputada Nidia Díaz, ambos reconocidos por su trayectoria de lucha dentro del partido.

El FMLN, asociado históricamente con la guerrilla, enfrentó escepticismo de líderes católicos conservadores. El arzobispo Sáenz Lacalle advirtió contra "ideologías que dividen", una referencia velada al marxismo y la teología de la liberación, vinculada a sectores del FMLN.  En contraste, grupos católicos de base (como las Comunidades Eclesiales de Base) simpatizaban con el FMLN, pero carecían de influencia pública.

Facundo Guardado y Nidia Díaz no lograron conectar de manera efectiva con el electorado.Por otro lado, al referirse a su partido como garante del orden y la estabilidad, Flores indirectamente reforzaba la narrativa de que el FMLN, debido a su pasado como guerrilla, representaba el desorden, el conflicto y la incertidumbre. Esta táctica se alineaba con estrategias previas de ARENA, que en elecciones anteriores vinculó a sus oponentes con el "ateísmo marxista" y con ideologías contrarias a los valores cristianos predominantes en la sociedad salvadoreña.

Durante la campaña electoral de 1996-1997 en El Salvador, la Coalición FMLN-USC promovió el concepto de "cambio", tanto en su mensaje político como en la composición de su fórmula presidencial, integrando por primera vez a una mujer como candidata a la vicepresidencia. Esta decisión buscaba proyectar una imagen de inclusión y modernidad, desafiando las estructuras tradicionales de poder y enviando un mensaje claro sobre la importancia de la participación femenina en la política.

El discurso de la Coalición no solo apelaba a la justicia social y económica, sino que también contenía referencias implícitas a valores de equidad y fraternidad que podían resonar con sectores religiosos progresistas. La frase "Todos sin distinción", utilizada en su propaganda, reflejaba un ideal de igualdad que, dentro de una sociedad mayoritariamente cristiana, podía interpretarse en línea con los principios de solidaridad y amor al prójimo promovidos por la Iglesia.

Sin embargo, a diferencia de ARENA, que utilizó símbolos religiosos de manera más explícita en su narrativa de orden y estabilidad, la Coalición optó por una estrategia visual más innovadora, centrada en la unión y la transformación. Su uso de los colores rojo y blanco en la propaganda evocaba tanto su identidad partidaria como el simbolismo de la lucha por la justicia y la paz. La ausencia de mensajes hablados en su spot televisivo reforzaba la idea de que el cambio no era solo un discurso, sino una realidad tangible que debía percibirse en las acciones y propuestas del partido.

Otro elemento clave fue la canción de campaña, que evitó la música de protesta tradicionalmente asociada con los movimientos de izquierda y en su lugar ofreció un mensaje positivo y motivador: "Ahora será diferente, depende de ti, Facundo es el presidente, con él vamos a ganar." Este enfoque contrastaba con la estrategia de miedo utilizada por ARENA, que planteaba la elección como una lucha entre orden y caos. En lugar de apelar al temor, la Coalición buscó generar esperanza y compromiso ciudadano, una táctica que, aunque menos explícitamente religiosa, también se alineaba con valores cristianos de renovación y comunidad.

Uno de los momentos clave en la contienda electoral de 1996-1997 en El Salvador fue la negativa del candidato de ARENA a participar en un debate público. Esta decisión generó críticas por parte de la Coalición FMLN-USC, que aprovechó la ausencia del candidato oficialista para reforzar su narrativa de cambio y transparencia. La pregunta "¿Por qué el candidato de ARENA no quiere debatir?" fue utilizada estratégicamente como una forma de interpelación directa a la ciudadanía, generando dudas sobre la capacidad y credibilidad del aspirante presidencial del partido gobernante.

Como resultado, esto les impidió llegar más lejos en las elecciones presidenciales. Los mensajes no tuvieron el impacto deseado y se cumplió el resultado esperado: un alto nivel de abstención en las votaciones que superó las expectativas. Durante la campaña presidencial de 1999, el candidato a Presidente por el FMLN, Facundo Guardado, no pudo destacar de manera efectiva los problemas de la pobreza, la corrupción y el aumento de la delincuencia en su propaganda.

Además, en el Plan Económico del FMLN no detallaron reglas claras a las empresas privadas, en torno al tipo de políticas para ellos. También mencionaron en cómo se iba a modernizar el Estado, a fortalecer los gobiernos locales, ni cómo se abordaría el tema de la inseguridad ciudadana En cambio, se centró en mostrar una "tarjeta roja" a la delincuencia, utilizando una campaña con referencias futbolísticas. Sin embargo, estas estrategias no lograron convencer a la mayoría de la población. Es difícil entender cómo se utilizó la religión en esa campaña presidencial por parte del FMLN. Otro aspecto que tuvo predominancia es que el carisma de sus candidatos tuvo un impacto negativo en sus resultados electorales.

Campaña de otros partidos en 1999.

El Partido de Conciliación Nacional (PCN), uno de los más antiguos en la contienda política, eligió al Dr. Hernán Contreras, expresidente de la Corte de Cuentas, como su candidato presidencial. Sin embargo, el Partido enfrentaba dificultades, ya que su capacidad para conseguir votos apuntaba a un grupo nostálgico de seguidores, mayormente arraigados en la década de los 60. Además, la figura del candidato no mostraba carisma, carecía de un respaldo popular contundente y su transparencia estaba cuestionada debido a su vinculación con un ejercicio partidario en la Asamblea Legislativa, que se percibía como propenso a acuerdos en beneficio de una élite selecta de miembros dirigentes del partido. 

Durante la campaña electoral en El Salvador, el Partido de Conciliación Nacional (PCN) empleó estrategias discursivas que combinaban elementos religiosos. Un ejemplo claro de esto fue su spot televisivo en el que afirmaba: "Salvadoreño inteligente, castiguemos las extremas, que Dios te ilumine al votar." Este mensaje, aunque aparentemente neutro, contenía un subtexto que sutilmente condicionaba la percepción del electorado sobre la racionalidad y el discernimiento en el proceso de votación, la frase "Que Dios te ilumine al votar" introduce un componente religioso en el acto de sufragar. Esta expresión puede entenderse de dos maneras: primero, como un llamado a la guía divina para una elección correcta, lo que refuerza la idea de que el voto por el PCN es moralmente superior. Segundo, implica que quienes no eligen a este partido pueden necesitar intervención divina para tomar una decisión adecuada, lo que sugiere una falta de capacidad propia para razonar sobre el voto.

Los resultados previos y posteriores a la elección apenas les garantizaban un nivel mínimo de subsistencia. Por otro lado, el candidato de la Democracia Cristiana, el Dr. Rodolfo Párker, enfrentaba un partido desprestigiado que no podía sustentar adecuadamente su figura, a pesar de que su mensaje político fue valiente y enérgico al señalar la corrupción y los desaciertos del partido gobernante. Sin embargo, la actual dirigencia del partido, éticamente valorada negativamente, tenía poco o nada que ofrecer en la contienda. Aunque el carisma de Rodolfo Párker contribuyó a evitar el desaparecimiento completo de la Democracia Cristiana, el partido experimentaba una decadencia significativa en comparación con sus tiempos de apogeo.

En el caso del Centro Democrático Unido, una alianza de pequeños partidos de corte socialdemócrata, seleccionaron al Dr. Rubén Zamora, un experimentado político de fuerte personalidad y carisma, como su candidato presidencial. Aunque enfrentan limitaciones financieras para competir con los partidos mayoritarios, el Dr. Zamora logró colocar a su coalición en un respetable tercer lugar en el voto ciudadano. El 8% de votos obtenidos, por encima de los votos de la Democracia Cristiana y el PCN, reflejaba un esfuerzo compensado. Los partidos de esta coalición le debían su supervivencia al Dr. Zamora, y se consideraba que la consolidación de esta posición política podría ser relevante para futuros procesos electorales.

Iglesias y la política en la campaña de 1999

En las elecciones presidenciales de 1999 en El Salvador, la religión desempeñó un papel indirecto pero estratégico dentro de la campaña política. Aunque la Iglesia Católica evitó manifestar un respaldo abierto hacia el partido ARENA, existió una coincidencia en los discursos de algunos líderes eclesiásticos con la narrativa política del oficialismo. Un actor clave en este contexto fue el arzobispo Fernando Sáenz Lacalle, quien mantenía vínculos con el Opus Dei y promovía una visión conservadora alineada con los valores morales que ARENA impulsaba en su plataforma electoral. A través de homilías y declaraciones públicas, Sáenz Lacalle enfatizó la necesidad de luchar contra la "descomposición moral" de la sociedad y condenó prácticas como el aborto, un tema que fue incorporado en la retórica del partido gobernante. Aunque la Iglesia no ofreció un respaldo institucional explícito, la coincidencia de estos mensajes con la agenda de ARENA generó una sintonía ideológica que beneficiaba indirectamente a la candidatura de Francisco Flores.

En paralelo, dentro del sector evangélico, se evidenciaron acercamientos con ARENA desde la década de 1990. Líderes como Luis Cabrera, de la Misión Cristiana Elim, comenzaron a mostrar simpatía hacia el partido gobernante, especialmente en temas relacionados con la seguridad pública y los valores familiares. Si bien en la campaña de 1999 no existió una alianza formal entre ARENA y las iglesias evangélicas —como la que sí se consolidó en 2004 con la candidatura de Antonio Saca—, hubo señales de afinidad. Un ejemplo de esto fue documentado por el periódico La Prensa Gráfica, que reportó cómo Francisco Flores recibió apoyo de redes pentecostales, las cuales valoraban su postura en temas como el aborto y el combate a la delincuencia.

Por otro lado, algunos pastores evangélicos adoptaron un discurso más combativo contra la izquierda política. Líderes como Roberto Rivas, de la Asamblea de Dios, asociaron al FMLN con el "comunismo ateo", retomando una narrativa que había sido ampliamente utilizada durante la Guerra Fría y que aún persistía en algunos sectores de la población. A través de sermones y mensajes en congregaciones, estos líderes religiosos promovieron la idea de que votar por la izquierda representaba una amenaza para los valores cristianos y el orden social, lo que contribuyó a movilizar una parte del electorado en favor de ARENA.

En conclusión, aunque la Iglesia Católica y las iglesias evangélicas no expresaron un respaldo oficial hacia ARENA, sí hubo una convergencia de valores y discursos que favoreció la campaña de Francisco Flores. La defensa de la moral cristiana, el rechazo al aborto y la asociación de la izquierda con el comunismo sirvieron como elementos clave en la movilización del voto religioso. Aunque en 1999 estas relaciones aún no se tradujeron en alianzas estructuradas, sentaron las bases para una mayor participación de las iglesias en la política salvadoreña en elecciones futuras.

Analisis

En El Salvador hasta ese momento no se ha logrado consolidar un voto confesional evangélico ni establecer partidos políticos de base religiosa exitosos. Uno de los principales argumentos de Pérez Guadalupe (2020) es que muchos ciudadanos han dejado de ver la política como un espacio de transformación y solución a sus problemas. En su lugar, han optado por una búsqueda individual y espiritual dentro de sus comunidades religiosas. Esto es especialmente evidente en sectores evangélicos y católicos fundamentalistas, que interpretan su relación con lo político como algo "mundano" y alejado de su fe. Esta visión lleva a un distanciamiento de la participación política, ya que perciben que las soluciones a sus problemas no provienen del gobierno, sino de Dios.

En el contexto de 1999, la falta de participación política dentro de las comunidades religiosas no solo se debía a una desconfianza generalizada en el sistema político, sino también a una interpretación de la fe que enfatizaba un compromiso espiritual individual en lugar de un activismo social y político. Esto contrastaba con las décadas de los 60 y 70, cuando algunos movimientos religiosos en América Latina, especialmente dentro de la Teología de la Liberación, promovieron el compromiso social como una extensión de la fe. En cambio, en los años 90 y 2000, la tendencia en muchas iglesias evangélicas fue adoptar un enfoque fundamentalista y apocalíptico, que veía la política como una actividad vana e irrelevante ante lo que consideraban un destino divino preestablecido (Cruz, 1999).

Algunos creyentes perciben que la política no tiene sentido porque el futuro de la humanidad ya está decidido por Dios. El fragmento del grupo focal citado por (Cruz, 1999) evidencia que muchos fieles creen que "esto va a cambiar hasta que venga el Señor", lo que refuerza una actitud pasiva ante los problemas sociales. Esta mentalidad socava la posibilidad de construir movimientos políticos confesionales fuertes, ya que el electorado potencial de estos partidos no se moviliza electoralmente debido a su visión de que los cambios sociales deben ser obra divina y no política.

Los grupos religiosos con mayores índices de participación política han sido los católicos, mientras que los evangélicos y los no creyentes han sido los que menos han participado en elecciones municipales y legislativas. Esto sugiere que, aunque algunos sectores religiosos pueden influir en la política, la fragmentación y el individualismo dentro del protestantismo evangélico impiden la consolidación de un bloque político uniforme. A diferencia de la Iglesia Católica, que históricamente ha contado con una estructura jerárquica centralizada capaz de orientar a su feligresía en temas políticos, el movimiento evangélico en América Latina es más disperso y heterogéneo, lo que dificulta la conformación de partidos sólidos con un respaldo confesional estable.

Pérez Guadalupe (2020) señala que los intentos de crear partidos políticos evangélicos han fracasado precisamente porque no han logrado consolidar una base electoral fuerte. Aunque estos partidos han surgido en varios países de América Latina, la falta de una cultura de participación política dentro de las comunidades evangélicas ha sido un obstáculo insuperable. A diferencia de los partidos tradicionales, que movilizan sectores sociales a través de clientelismo, ideología o estrategias de campaña, los partidos de inspiración evangélica no han conseguido movilizar a sus propios fieles en las urnas, lo que ha limitado su capacidad de consolidarse como una alternativa real dentro del panorama político de la región.

Conclusion:

En primer lugar, la religión fue utilizada de manera estratégica, pero no tuvo un papel central en la campaña de ARENA. Aunque el partido no hizo un uso explícito de la religión, integró referencias a valores familiares, moral cristiana y orden social, conceptos que resonaban especialmente entre votantes religiosos, tanto católicos como evangélicos conservadores. El impacto electoral del uso religioso fue limitado pero simbólicamente relevante. A pesar de haber empleado esta estrategia, ARENA no dependió exclusivamente de la religión para ganar las elecciones. Su victoria se debió principalmente a su maquinaria política, su ventaja financiera y la falta de un candidato fuerte en la oposición. No obstante, la afinidad con valores religiosos ayudó a consolidar el apoyo de sectores conservadores.

En segundo lugar, Francisco Flores proyectó una imagen de liderazgo basada en principios cristianos. Utilizó frases como "proteger a las familias" y "construir un país en paz", mensajes que indirectamente se alineaban con pasajes bíblicos. A pesar de haber sido señalado como un líder carismático con una imagen similar a la de Sai Baba, esto no afectó negativamente su candidatura. El uso indirecto de referencias religiosas, como la frase "Nueva Alianza", reforzó su imagen como un político con valores éticos y morales sólidos.

En tercer lugar, el discurso de ARENA estableció una dicotomía entre orden y caos. La estrategia discursiva de Flores enfatizó la idea de que su partido garantizaba estabilidad y seguridad, mientras que el FMLN representaba crisis e incertidumbre. Este enfoque no solo tuvo un matiz político, sino también una connotación moral y religiosa, al asociar el concepto de "orden" con valores cristianos.

En cuarto lugar, algunos líderes religiosos, tanto católicos como evangélicos, hicieron declaraciones que favorecieron indirectamente a ARENA. El arzobispo Sáenz Lacalle, vinculado al Opus Dei, expresó posturas conservadoras que coincidían con el discurso del partido gobernante, mientras que algunos pastores evangélicos vincularon al FMLN con el "comunismo ateo". Aunque la Iglesia Católica no expresó un respaldo explícito hacia ningún candidato, promovió temas como la lucha contra la descomposición moral y el aborto, que estaban alineados con la agenda de ARENA. En este sentido, la Iglesia Católica mantuvo una postura ambigua, pero con afinidad hacia el partido oficialista.

Los evangélicos también comenzaron a mostrar afinidad con ARENA, aunque sin una alianza formal. Líderes evangélicos como Luis Cabrera de la Misión Cristiana Elim y Roberto Rivas de Asamblea de Dios mostraron simpatía por el partido gobernante, aunque en 1999 todavía no existía una alianza electoral clara, como sí ocurrió en 2004 con Antonio Saca.

En quinto lugar, el PCN también recurrió a la religión en su discurso político. Aunque tenía menor influencia que ARENA y FMLN, el PCN utilizó un mensaje religioso en su propaganda electoral con frases como "Que Dios te ilumine al votar". Esta estrategia sugería que su partido representaba la opción moralmente correcta, en contraste con las "extremas" (ARENA y FMLN).

En sexto lugar, el FMLN no capitalizó el apoyo de sectores progresistas de la Iglesia. Aunque algunos grupos religiosos de base simpatizaban con el FMLN, su influencia fue limitada en comparación con el respaldo que ARENA recibió de sectores conservadores.

Referencias:

Moreno, I. (1999). Un nuevo gobierno duro y una oposición sin brújula. Revista Envío, (207). Recuperado de https://www.revistaenvio.org/articulo/944

Pérez Guadalupe, J. L. (2020). "El hermano no vota al hermano”: La inexistencia del voto confesional y la subrepresentación política de los evangélicos en América Latina. Ciencias Sociales y Religión / Ciências Sociais e Religião, 22, 1-39. Universidade Estadual de Campinas.

Cruz, J. M. (1999). Elecciones ¿Para qué? El impacto del ciclo electoral 1999-2000 en la cultura política salvadoreña. San Salvador: FLACSO Programa El Salvador. Recuperado de https://biblio.flacsoandes.edu.ec/libros/digital/44611.pdf