sábado, 26 de mayo de 2018

Salvadoreños de visita en Bogotá, conociendo Bogotá


Preparados para el calor (por no consultar, ni preguntar), viajamos a Bogotá sin pensarlo mucho. En el aeropuerto nos encontramos con una de mis ex-alumnas de mis tiempos de la Escuela de enfermería, Mariela. Ella se iba a vivir con su novio y futuro esposo a Colombia, muy amable nos dijo que iba a haber mucho frío y lluvia (y así fue). Sí queríamos calor debíamos ir a Cartagena, pero ya no había marcha atrás. Bogotá era el destino.

Íbamos juntos en temporada de trabajo y yo tenía una conferencia a la que debía de asistir, en inicio pensaba que sería en la Universidad de los Andes acerca de movilidad urbana y bicicletas, ya que tenía aceptado un paper, sin embargo, al final fue uno acerca de Políticas Públicas y Administración organizado por la Universidad del Rosario en el hotel Tenkendama. Yo no iba como ponente sino como participante (ahí ví mucho estudiante que se miraba con mucha capacidad económica), las ponencias interesantes comparaban los procesos de la administración con respecto a temas como derecho ambiental, burocracia, y los procesos de paz (tema de moda en ese momento) incluso algunas dictadas en francés, y el evento era caro. Estando ahí, incluso hablé con el magistrado Reynaldo Cardoza quien iba con su esposa e hija.

Fueron tres días de conferencias, los primeros dos días terminaron a las 4 de la tarde los y el último solo era hasta las doce. Al llegar del aeropuerto el Dorado no teníamos del todo claro como viajaríamos, aunque desde ahí al hotel donde ya teníamos la reserva.

Fátima es muy intuitiva buscando lugares de alojamiento y sobretodo, tiene mucho arrojo. Ella buscó en una página tipo Trivago para pasar al menos las primeras dos noches en  un lugar conveniente.

Desde el aeropuerto logramos llamar por teléfono (lo cual fue una pequeña odisea que nos tomó algo de tiempo) y el hotel nos mandó un taxi que nos llevó a nuestro destino. Cabe resaltar que al dichoso taxista nos fue difícil pagarle, ya que pensábamos que nos cobraba de más, sin embargo, éramos nosotros los del problema para hacer la conversión, difícil el acoplamiento a la nueva moneda.  Ya en el lobby del hotel (algo Inn.)..ubicado en una zona "de caché"- encontramos unos brasileños, yo sonsacaba a Fátima para que les hablara en portugués, (ella había hecho un nivel de dos meses, y había que sacarle el jugo) al final le ganó la pena. Nunca les dijo nada.


Luego de dejar nuestras maletas, salimos a buscar comida, y encontramos un lugar de Arepas muy cerca del Hotel. Según nosotros era barato, (pero hay que recordar que estábamos en un barrio élite) entonces comimos las arepas dentro del sencillo restaurante y las disfrutamos. Luego, nos regresamos al hotel a descansar. Amanecimos un domingo ya listos para conocer la ciudad, llegamos a la parte baja del hotel donde cada quien se servía el desayuno, ese día caminamos y vimos la ciclo ruta. Mucha gente emocionada, pasamos por varios lugares incluyendo la parte de enfrente de la universidad nacional.

En la noche fuimos a un bar (antes de regresar a descansar al hotel). Entramos un poco dubitativos (cerca de la avenida 26 donde estaba ese hotel) todo era caro pero estaba rico, la cerveza era dulce, y pedimos no recuerdo si una o dos jarras y tomamos los dos juntos (algo poco usual).

Al siguiente día salimos a buscar un nuevo hospedaje, tomamos en trasmilenio lo cual fue toda una aventura, me gustaba ver las calles anchas y estaba impresionado por la cantidad de gente que usa este medio.

Luego de ver varias opciones, nos quedamos en el barrio Candelaria en un hotel de mochileros cerca del Chorro de Quevedo (donde no hay chorro pero si moteros), la habitación era sencilla (color amarillo) y hacía un frío insoportable, Fátima lo había vivido en carne propia estando ahí en los días de lluvia, que no le permitieron salir. Estando sola aprovechó para hacer un city tour y ver los lugares de grafitos con su explicación, aunque era gratis al final se le "pedía" una colaboración. Yo fuí nuevamente a la conferencia, y recorría los alrededores cuando había lugar. Ví un simulacro de terremotos y se veía mucha gente por las calles, ademas recorrí los centros comerciales cerca del área (el planetario aunque estaba muy cerca no fuí, hasta ya unos días después con Fátima). También, vimos una marcha por la Paz cerca de la avenida 7 donde tambien iban sindicatos.

En el hostal conocimos gente de varios lados, por ejemplo: un mexicano que trabajó en el gobierno y luego de ser cesado había estado recorriendo latino-américa, también un francés de padres chinos y un alemán que siempre andaba ebrio.

En la noche decidimos salir, la idea original era ir a Andrés Carne de Res pero por los precios cambiamos la discoteca por el Gringo Tuesday nos fuimos junto al alemán y el chino /francés a la zona de discotecas. Ahí bailamos mucho, fuimos y regresamos en taxi lo que nos permitió conocer la ciudad de noche.


El día siguiente, regresé a la conferencia por la mañana y al medio día (que fuí a buscar mi comida) llovió mucho y hacia mucho frío, inclusive me quedé encerrado en una venta de hamburguesas y me perdí un par de conferencias porque no paraba de llover. Ya por la noche, salimos otra vez, fuimos a un bar cercano a platicar de la vida, el alemán ya sabía varias palabras en español y era muy amable. La conversación fue muy amena y chistosa. Se respiraba en general un ambiente de mucha paz, un par de ofrecimiento de drogas cuando andábamos con extranjeros en el barrio Candelaria. Solo al alemán le ofrecían y al chino le causaba indignación que a él no le dijeran nada.

Los días siguientes recorrimos varios lugares en Bogotá, yo disfrutaba mucho del acento de la gente y lo quería imitar a cada momento que hubiera oportunidad, los libros (piratas) que se vendían a granel en las calles, pero sin duda el amor más grande fue la "bandeja paisa", la probé y quedé encantado, deliciosa sin duda. También me llamó la atención que se podía comprar Zucaritas con leche en la calle en puestos ambulantes.

Un día fuimos en la tarde al funicular/teleférico de Monserrat junto con el chino/francés. Tomamos muchas fotos pero creo que todas se perdieron, pero la pasamos muy bien: vimos las banderas de múltiples países en la boletería, contemplamos a toda la ciudad desde arriba y platicamos acerca de Dios y la vida dentro de  la capilla en Monserrat. Arriba vendían camisa con Pablo Escobar de imágen

Al día siguiente nos despedimos del amigo chino/frances cuando fuimos a hacer un cambio de moneda al centro de la ciudad. Durante el día visitamos el planetario de Bogotá donde habían suéteres de Colombia y juguetes del principito, no compramos al zorro y Fátima se ha arrepentido muchas veces hasta el día de hoy. En nuestro recorrido visitamos varios museos: el museo del oro, el museo de Botero y el Museo Nacional.Todos muy bonitos.

En las calles habían libros que se vendían de manera informal, los vendedores ponían un plástico y cubrian con otro trasparente para protegerlos de la lluvia.

Luego cambiamos de grupo de amigos, nos fuimos al parque Virrey (en la esquina había un Juan Valdés) donde hicimos picnic con extranjeros del coach surfing, después de dos horas de hablar al final se nos junto una muchacha. Caminamos con amigos latinos de varias partes (venezolanos, con raíces europeas del este -talvéz lituana- y por supuesto colombiano) fueron muy amables, nos llevaron al supermercado para comprar cosas para compartir en el picnic, vimos las frutas eran exóticas.

Al terminar la comida nos llevaron al Centro Comercial Andino. Ya en la noche caminamos quise comprar chocolates y me metí en una tienda, pero la barra valía más de $10 estaba extremamente caro en la calle, por supuesto que no lo compré. Más de tarde fuimos al Bogotá Beer Company donde conversamos acerca del costo de la vida en Colombia y de la música de moda en los 90´s. Ya para el regreso viajamos por el transmilenio, incluso Fátima tuvo miedo por un grupo de muchachos que le generaron desconfianza aunque al final no pasó a más. 

Los últimos dos días nos quedamos en el Hotel Ibis Bogotá, muy cerca del museo nacional. Estaba en la carrera 7 (yo estaba impresionado, no sé como hizo, pero lo encontró barato).  Durante esos día hicimos nuestro viaje más largo fue a la Catedral de sal de Sipaquirá, antes de entrar vimos un desfile en la parte de abajo, y había tambien una reunión de mucha gente. Ya estando adentro me agarró dolor de cabeza y vomité. Al salir ya me sentía de maravillas, y Fatima fue muy comprensiva porque se preocupó por mi almuerzo y aunque estaba muy molesta por tener que salir, afortunadamente no tuvimos mayores inconvenientes.

También disfrutamos de caminar en la Carrera 7 lo cual se convierte en calle peatonal donde hay espectáculos, gente jugando ajedrez y puestos de comida.  Fátima comió una arepa en la calle, estaba muy feliz y le tomamos una foto. Entramos a una librería y compramos un libro de Zigmung Bauman de la modernidad líquida, cotizamos los precios de las chamarras en las ventas de usadas y eran carísimas, la de menor precio $80, al final Fátima me compró un sueter muy bonito y sencillo (como se puede ver en la foto de la catedral). Además caminamos la calle lleva a la plaza Bolívar la parte central de la ciudad vieja Bogotá enfrente del palacio de Justicia famoso por el asalto del M19.

Visitamos el campamento de la paz en Plaza de Bolívar, donde campistas reclamaban la firma del Si por la paz en Colombia y nos contaron su versión del proceso, incluyendo actores como: paramilitares, narcotraficantes, movimientos guerrilleros y el gobierno y la relación entre ellos. Hablamos con un amigo que nos dio su testimonio muy sentido. El tema en ese momento realmente genera mucha conmoción. Comer pizza barata de la calle frente al museo nacional.

También comimos una cena en un restaurante muy bonito de la segunda planta del chorro de Quevedo, la comida estaba buena y estaba todo bien decorado, no estaba mucha gente.  La última noche comimos en el Spaguetto Cafe y restaurante de comida italiana donde se tardaron un montón en atendernos, al final la comida nos salió gratis por el reclamo de Fátima quien se mostró muy digna amenazando con salir del restaurante porque no soportaba el hambre. Fue bonito porque pudimos comer en un restaurante "popis" donde nos salió gratis por la cantidad de tiempo que se tardaron y el carácter explosivo y contundente de la gordis. 

Una noche antes compramos en un super algunos regalos (incluyendo cervezas y café en polvo Juan Valdez). Al recorrer la ciudad Bogotá se veía una ciudad bastante moderna, con edificios construidos y en construcción sobretodo esto último. Ya en nuestra última mañana, compramos muchos recuerdos para los seres queridos en la avenida 7  en una tienda de artesanía , y ya en el aeropuerto chocolates. Fue nuestro primer y único viaje solo los dos juntos y solos al extranjero. La tierra de Aureliano Buendía, los Hermanos Castaño, Jaime Garzon (comediante), Botero (pintor), Carlos "el pibe" Valderrama y Betty la Fea, nos trató muy bien.