domingo, 31 de enero de 2021

Vamos en las elecciones 2021 (otro) partido de inspiración cristiana

Vamos (otro) partido de “inspiración cristiana” ¿será que este sí logrará competir?

Después de los Acuerdos de Paz en El Salvador los partidos como Vamos -hasta el momento- habían sido aquellos "nuevos" con un líder bien identificado (casi unipersonales), autoidentificados como de centro o de derecha, que se proclaman de "inspiración cristiana" y que participaban con pocas o nulas oportunidades contra los consolidados Arena y FMLN. Algunos de estos partidos minoritarios han sido: el Partido Pueblo Unido Nuevo Trato (PUNTO) de Francisco Ayala de Paz, Fuerza Cristiana (FC) de Mauricio Meyer, el Partido Salvadoreño Progresista (PSP) del coronel René Hurtado, o el Fraternidad Patriota Salvadoreña (FPS) de Oscar Lemus, de estos ninguno logró ser competitivo. En esta lista hay que agregar casos especiales como: el Movimiento de Unidad (MU) de Jorge Martínez y al Movimiento de Solidaridad Nacional (MSN) de Edgardo Engelhard, que sí alcanzaron algún escaño legislativo, pero también tuvieron una corta duración. 

Sin embargo, actualmente existe una crisis de representación (entendida como una pérdida de confianza en los partidos tradicionales) por tanto, el FMLN y a Arena disminuyen su capacidad en movilizar opiniones y la simpatía de votantes insatisfechos, lo que abre oportunidades a nuevos partidos. Dicho en forma concreta, Vamos tiene una serie de ventajas que le permiten ser optimista: a) compite en un contexto de crisis de representación partidaria, b) sus discursos se proyectan contra las prácticas de los partidos tradicionales (que cuentan con poca confianza de la opinión pública). Sin embargo, aunque estas condiciones son necesarias- para que compitan nuevos partidos políticos- no resultan suficientes para volver atractivo a Vamos, ya que hay también las poseen otros partidos nuevos. Entonces, ¿qué le falta a Vamos para ser competitivo?

En primer lugar, establecer una identidad con figuras fuertes que le cohesionen. En las elecciones 2019 Vamos coqueteó con la "etiqueta" de ser un partido confesional o de tipo religioso con Josué Alvarado (su fundador y financista principal) pero con resultados bastante pobres. Sin embargo, para esta campaña 2021 el rol de Alvarado ha pasado a segundo plano, pero sin ser retomado contundentemente por ningún otro líder, por tanto, el partido busca construir una nueva ideología y líderes que lo sostengan. Existen esfuerzos como los de Claudia Ortiz o de Roberto Rivera Ocampo, entre otros que buscan proyectar candidaturas profesionales que también apuestan por lo que llaman “un humanismo cristiano de centro, que defiende la vida y la familia”, pero ellos mismos han dicho que este no un asunto central de sus planes, sino más bien es un asunto cuasi periférico. Así que su identidad y liderazgos todavía se encuentran difusos y sin una idea totalmente clara de su proyecto.

En segundo lugar, le falta colocarse en la agenda del público, los medios de comunicación y de sus rivales políticos. Los candidatos de Vamos han buscado mostrarse como coherentes, sobrios y alejados de "un uso populista de la religión" y de cierta manera lo han logrado. Sin embargo, han tenido poca capacidad para llamar la atención. Y aunque el público se interesa en redes sociales por un video de la candidata Ortiz insultando a sus opositores o una propaganda de Vamos con un collage de fotos candidatos de Nuevas ideas usando distintivos de Arena, FMLN o GANA, esto no parecería ser suficiente para hacerlos despegar en preferencias electorales. Ante la disminución de las lealtades tradicionales llamar la atención de los medios y de los opositores políticos es importante, sin embargo, los otros partidos apenas los mencionan, y en los medios tradicionales de comunicación casi no aparecen.

En conclusión, Vamos debería de analizar sus oportunidades y debilidades para consolidar su proyecto político, para evitar el mismo destino de otros partidos similares que compitieron en el pasado. Este  partido nuevo que le hablan a las minorías educadas conservadoras urbanas. Es todo un reto llegar a un discurso donde se incluyan a las mayorías, en un país donde se predice una dramática caída del poder de partidos tradicionales establecidos, pero que conserva aún muchos problemas en el área social, económica y ahora sanitaria por el Covid 19, este último apenas mencionado en la campaña. 





domingo, 24 de enero de 2021

Nuestro Tiempo, ¿un partido taxi?

Luis Eduardo Aguilar Vásquez 21/01/2021

Nuestro Tiempo (NT) es un partido reciente de oposición. Sus dirigentes más visibles han dicho que en él caben todas las ideologías. Por ejemplo, Aida Betancourt, una de las dirigentes y actual candidata a diputada por el departamento de La Libertad, expresó en una entrevista televisiva el 26 de julio de 2020: "La diversidad dentro de nuestro partido nos da una gran ventaja. Intentamos integrar y articular diferentes formas de pensamiento". Estas declaraciones dan la pauta para preguntarse: ¿Qué tipo de partido es Nuestro tiempo?

Según la ciencia política, a Nuestro Tiempo se le podría clasificar como un partido de notables. Cabe recordar que Juan Valiente, Johnny Wright Sol y Andy Failer, entre otros, fueron miembros orgánicos de Arena. De hecho, Aída Betancourt fue vetada del mismo partido cuando buscaba una candidatura como diputada suplente de Juan Valiente en 2017. Pese a ello, ahora buscan proyectarse como líderes de una plataforma política de relevancia social, económica e incluso más profesional e inclusiva. Sin embargo, parece que ellos mismos rechazan esta etiqueta de “notables” (de ser un grupo reducido con estatus), más bien, su apuesta es proyectarse como partido de centro que ven en la diversidad una ventaja (debido al desprestigio de los partidos de derecha y de izquierda). Tampoco podrían ser un partido de masas, ya que no plantean posturas contra una élite económica, ni tampoco se ha propuesto – explícitamente- la integración de diferentes gremios de trabajadores a puestos de toma de decisión dentro del sistema político.

Entonces, descartadas esas opciones - y a partir de lo dicho por sus líderes- a Nuestro Tiempo se le podría clasificar como un partido "atrapalotodo". Estos partidos, en la práctica, reducen (o dice anular) su ideología, y se centran más en competir en unas elecciones, con objetivos pragmáticos y/o construidos estrictamente alrededor de un líder. Sin embargo, aunque voces en Nuestro Tiempo dicen no tener ideología, tampoco logran ser verdaderamente pragmáticos en construir una identidad en torno a un fin. En su afán de mostrarse abiertos y diversos no consiguen ponerse de acuerdo en temas como el de la idea de familia. Por ejemplo, uno de sus candidatos a diputado ha presentado su postura en torno al “diseño original de la familia” e incluso ha compartido memes en contra del aborto. Estas acciones se contraponen a las ideas que han impulsado algunos de los miembros más visibles del partido, quienes han promovido un discurso progresista que busca reivindicar los derechos sexuales y reproductivos.

La clasificación de un partido es importante, ya que permite identificar el conjunto de ideas y valores comunes que dirigen el actuar de sus miembros. Esto es la ideología. Sin embargo, aunque Nuestro Tiempo ha intentado construir un discurso antipartidos tradicionales, anticorrupción e incluso antibukele, este no se ha convertido en un rasgo identitario del partido, ya que otros partidos nuevos como Vamos también han promovido este mismo tipo de discurso. Su distintivo identitario -que era la defensa de los derechos sexuales y reproductivos- aparentemente solo es un discurso de candidatos con carisma, que hubieran resultado igualmente competitivos como candidatos no partidarios o en otros partidos. Además, su búsqueda en resaltar la defensa de los intereses individuales sobre el Estado tácita o indirectamente defienden el derecho socioeconómico de las minorías privilegiadas a la propiedad privada por sobre las minorías. Para evitar esto último han empleado un discurso de ser un partido abierto.  

Sin embargo, ningún partido debería aspirar a ser un reflejo exacto de la diversidad ideológica que existe en la sociedad, sino que debería juntar ideales, principios laborales, doctrinas económicas, mitos, símbolos o prácticas que permitan identificar a su bancada y militancia. El problema de promover un proyecto tan “plural” es que corre el riesgo de ser utilizado por personas que aspiran a una candidatura para un cargo de elección popular únicamente para cumplir un requisito de inscripción, y de volverse un mero taxi electoral.  El problema de fondo tiene que ver con: ¿Quién es y qué pretende la “nueva derecha”?  Estos aunque con propuestas sectoriales interesantes podrían reencarnar "reajustes” neoliberales, frente al rezago de las propuestas de derecha tradicional (así tambien como las de izquierda).

miércoles, 13 de enero de 2021

Día de la Oración en El Salvador ¿plegaria sincera o táctica política?

En 2020 el presidente Bukele -por decreto ejecutivo- declaró dos días de oración. Uno el 10 de agosto (motivado por la crisis del corona virus) y otro el 17 de noviembre (por la amenaza del huracán Iota). Anteriormente en el 2003 con el decreto 161 de la Asamblea Legislativa promulgó el 23 noviembre como “Día Nacional de la Oración por El Salvador”. A partir de estos hechos, se puede discutir acerca de la pertinencia o no de la promoción de la oración por parte de las autoridades, lo cual se presenta a continuación.

En primer lugar, no debería ser despreciable que una persona tenga alguna creencia religiosa. Esto reconoce que para el creyente, que son buena parte de los ciudadanos, la oración es un recurso poderoso, donde Dios responde, sobretodo sí se hace con auténtica fe. No cabe duda que hay quienes oran con sinceridad por la justicia, la verdad y la solidaridad y lo hacen de manera respetuosa. Yendo más lejos, pueden haber muestras de promoción de la fe por parte de instituciones del Estado con el fin de servir a la comunidad, promover la prosperidad y la armonía (sin favorecer a una religión o líder religioso particular y respetando la libertad de culto). Por tanto, decretar un día de la oración como tal no sería problema mientras ningún político o religioso se beneficie directamente con ello (como sucede sobretodo en épocas de campaña), y por el contrario, sería pertinente sí esto permite que un grupo de población obtenga algún tipo de bienestar siempre manteniendo el respeto de los demás. 

Como un segundo punto, y en contraposición, se considera que no siempre son pertinentes las oraciones, cuando estas no son sinceras, ni maduras y se hacen con el fin de manipular a los demás en búsqueda del interés propio (ya sea por viveza o ignorancia), y de ahí darse un "abuso en nombre de Dios". Sí revisamos la RAE define plegaria como una súplica humilde y ferviente para pedir algo. Sin embargo, en el mundo religioso muchas "plegarias" de humilde tienen poco o nada, por ejemplo: aquellas vigilias de pastores gritando con megáfonos que irrespetan el derecho ajeno a la paz, aquellas de líderes religiosos que abusan sexualmente de miembros de su feligresía aprovechándose su cargo, o los que de forma brutal engañan y burlan del prójimo enriqueciéndose a base de la fe. Estos son solo algunos ejemplos en los que claramente se manipula la oración. Esto también puede suceder en el mundo político, donde muchos hacen sus "plegarias" para darse propaganda, evadir la justicia o actuar de manera prepotente. 

Aclarados estos puntos se considera que decretar "días de la oración" ante contextos difíciles no es impropio de una autoridad, cuando la misma permita no sea obligatoria y solo busque reconfortar y tranquilizar a la población. Sin embargo, la oración no puede ser utilizada para insultar ni dañar a los demás, ni tampoco una forma de buscar solucionar problemas mágicamente. El que una persona ore no sustituye el diálogo con respeto, ni tampoco a los mecanismos propuestos por la ciencia. No solo se debe pedir a Dios, también es necesario que dejar de fomentar la polarización, la intolerancia y la violencia política la cual, solo es beneficiosa para el autoritarismo.

Hay ejemplos en el que la oración pierde su sentido, por ejemplo, el 11 de Febrero el presidente irrumpió con militares la Asamblea legislativa exigiendo se le aprobara un préstamo, quebrantando la constitución y la división de poderes del Estado. Incluso llegó a decir: "Está claro quién tiene el control aquí",  al mismo tiempo a afirmar que oraba y que Dios le estaba hablando. Una acción como esta hace peligrosa a la oración, ya que solo justifica una forma autoritaria el irrespeto a la institucionalidad. Aunado a esto, durante la cuarentena, los policías hicieron un uso brutal de la fuerza a los ciudadanos, y al mismo tiempo andaban en patrullas perifoneando cánticos de adoración y alabanza, lo cual también resulta incoherente. 

En conclusión, la oración por sí misma no es ni buena ni mala sino que se debe analizar el contexto y la intención de quien la promueve. Y esta debe ser una práctica sincera debería llevar a todos los que ostentan un cargo público a priorizar temas como: el agua o las pensiones, donde podrían beneficiarse miles de salvadoreños y no utilizarla para fines de resaltar la propia figura, ya que en esos casos se vuelve solo una táctica política.