martes, 27 de junio de 2023

La "doctrina del shock" de Naomi Klein

La "doctrina del shock" es una teoría desarrollada por la periodista canadiense Naomi Klein en su libro de 2007 titulado "La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre". En este libro, Klein sostiene que algunos líderes y gobiernos aprovechan las crisis y los desastres para implementar políticas económicas y sociales radicales que de otra manera serían impopulares o inaceptables.

Según Klein, la doctrina del shock se basa en la idea de que en momentos de crisis, como desastres naturales, conflictos armados o ataques terroristas, las personas se encuentran en un estado de shock y vulnerabilidad emocional, lo que las hace más susceptibles a los cambios y menos propensas a cuestionar o resistir las medidas tomadas por los líderes. En ese momento, se aprovecha la desorientación de la sociedad para implementar políticas neoliberales, privatizar servicios públicos, reducir derechos laborales, imponer medidas de austeridad y promover la desregulación económica.

Klein argumenta que esta estrategia ha sido aplicada en diferentes contextos históricos, desde el golpe militar en Chile en 1973, pasando por la transición hacia el libre mercado en la Rusia postsoviética, hasta la respuesta del gobierno estadounidense a los ataques del 11 de septiembre de 2001. Según la autora, la doctrina del shock es una forma de imponer cambios drásticos en la sociedad sin el consentimiento informado y deliberado de las personas afectadas.

Según Naomi Klein las empresas han aprendido a sacar provecho de los desastres de diversas maneras. Por ejemplo:

Privatización de servicios públicos: Después de un desastre, se aprovecha la crisis para privatizar servicios públicos como el suministro de agua, la generación de energía, la salud o la educación. Se argumenta que esto permite a las empresas obtener beneficios económicos al tomar el control de sectores antes administrados por el Estado.

Desregulación económica: Los desastres se utilizan como oportunidad para eliminar regulaciones y restricciones que podrían obstaculizar la actividad empresarial. Esto crea un ambiente favorable para las empresas al permitirles operar con mayor libertad y reducir costos, pero también puede llevar a la explotación y a una menor protección de los derechos laborales y medioambientales.

Austeridad y recortes presupuestarios: Después de un desastre, se promueve la implementación de políticas de austeridad y recortes presupuestarios, argumentando que son necesarios para la recuperación económica. Estas medidas pueden implicar reducciones en el gasto público, incluyendo áreas sociales como la salud, la educación o los programas de ayuda a los más vulnerables. Las empresas pueden beneficiarse de esta situación al recibir contratos para servicios antes proporcionados por el Estado o al tener un mayor acceso a recursos naturales.

Oportunidades de reconstrucción y contratos lucrativos: Los desastres a menudo generan necesidades de reconstrucción y recuperación, lo que representa una oportunidad para las empresas de obtener contratos lucrativos. Se argumenta que, en algunos casos, se benefician ciertos actores económicos cercanos al poder, obteniendo contratos sin licitación o en condiciones favorables.

Klein sostiene que durante los momentos de conmoción social y desorientación, las empresas pueden actuar rápidamente para adquirir recursos, obtener contratos lucrativos y ampliar su influencia. En situaciones de desastre, las necesidades urgentes de la población, como la reconstrucción de infraestructuras dañadas, la provisión de servicios básicos o la atención de emergencias médicas, pueden convertirse en oportunidades para que las empresas obtengan contratos favorables y ganancias considerables.

Véase también: El síndrome de Estocolmo

Capitalismo del desastre: del discurso esperanzador a una práctica que promueve la desigualdad

Una de las formas en que se manifiesta esta doctrina es a través de la idea de "empezar de nuevo" o "pasar la página". En el contexto de un desastre o crisis, se promueve la noción de que es necesario dejar atrás el pasado y adoptar medidas drásticas para superar la situación. Esto implica la implementación de reformas estructurales y cambios profundos que a menudo benefician a actores económicos y políticos específicos. El capitalismo del desastre se basa en la idea de que los desastres y las crisis pueden ser vistos como oportunidades para implementar políticas y reformas que, en condiciones normales, serían objeto de mayor escrutinio y resistencia.

El capitalismo del desastre se manifiesta de diversas maneras, como la privatización de servicios públicos, la desregulación económica, la imposición de políticas de austeridad, los rescates financieros favorables a las grandes corporaciones y la explotación de recursos naturales en áreas devastadas por desastres. Estas medidas suelen beneficiar a las élites económicas y a las grandes corporaciones, permitiéndoles expandir su influencia y aumentar sus ganancias.

El concepto de capitalismo del desastre plantea críticas a las políticas económicas neoliberales y a la explotación de las situaciones de crisis en beneficio de intereses corporativos. Se argumenta que estas prácticas socavan la justicia social, la protección del medio ambiente y los derechos de las comunidades afectadas, al tiempo que consolidan el poder y la desigualdad económica.Se refiere a la idea de que el capitalismo y las fuerzas del libre mercado se aprovechan de situaciones de crisis, desastres naturales, conflictos o conmoción social para promover y expandir sus intereses económicos.

La estrategia del capitalismo del desastre, según planteada por Naomi Klein, implica algunos pasos principales:

Esperar a que se produzca una crisis de primer orden: En esta etapa, se espera a que ocurra un desastre o crisis de gran magnitud, como un terremoto, un conflicto armado, una crisis económica o un desastre natural. Estos eventos generan caos, miedo y desorientación en la sociedad, lo que crea un estado de shock que puede ser aprovechado por los actores económicos y políticos para implementar cambios radicales.

Miedo y desorden: La población se encuentra en un estado de shock y desorientación debido a la crisis. El miedo, la confusión y la incertidumbre prevalecen, lo que debilita la capacidad de respuesta y la resistencia de la sociedad civil.Este enfoque se basa en la idea de que la crisis y la conmoción social resultante debilitan la resistencia y la capacidad de organización de la sociedad civil y permiten que los intereses corporativos y las élites económicas obtengan beneficios económicos y políticos a expensas de los ciudadanos.

Vender al mejor postor los pedazos de red estatal a los agentes privados mientras los ciudadanos se recuperan del trauma: Durante el proceso de recuperación y reconstrucción después de la crisis, se aprovecha el estado de shock y la vulnerabilidad de la población para privatizar activos y servicios estatales. Se argumenta que esto se hace con la intención de transferir la propiedad y el control de estos activos a manos privadas, ya sean empresas nacionales o extranjeras, mediante subastas, concesiones o contratos lucrativos. Esto implica la venta de partes de la infraestructura pública, como carreteras, puertos, aeropuertos, servicios de agua o electricidad, a los intereses privados.

Beneficios para los actores privados: Los intereses corporativos y las élites económicas se benefician de la privatización y adquieren el control sobre los activos y servicios previamente controlados por el Estado. Esto puede generar ganancias significativas para estas entidades mientras se debilita el control y la influencia del sector público.

Milton Friedman y la doctrina del Shock

Friedman fue un economista estadounidense y uno de los principales exponentes del liberalismo económico y el libre mercado en el siglo XX. Su trabajo ha tenido una influencia significativa en la formulación de políticas económicas en muchos países, y abogó por la reducción del papel del Estado en la economía y defendió la idea de que los mercados libres y competitivos son la mejor forma de organizar la actividad económica. La relación entre Milton Friedman y la doctrina del shock se basa en la influencia que su pensamiento económico ha tenido en las políticas implementadas en situaciones de crisis o desastres. Naomi Klein, autora de "La doctrina del shock", argumenta que las ideas de Friedman y otros defensores del liberalismo económico han sido utilizadas como justificación para implementar medidas radicales durante períodos de conmoción social.

En su libro, Klein sostiene que las políticas neoliberales promovidas por Friedman y otros economistas influyentes se aprovechan de las situaciones de crisis para impulsar reformas estructurales y cambios profundos en la economía y la sociedad. Según Klein, se utiliza el estado de shock de la población y la desorientación resultante para avanzar agendas económicas y políticas que, en circunstancias normales, serían objeto de debate y resistencia.

Klein señala que durante la transición hacia el libre mercado en países como Chile después del golpe militar de 1973, se implementaron políticas económicas siguiendo los principios defendidos por Friedman y su Escuela de Economía de Chicago. Argumenta que la aplicación de estas políticas se realizó aprovechando el shock y el miedo de la población después del golpe militar.

En el contexto de la doctrina del shock, se ha citado el libro de Friedman "Capitalismo y libertad" (1962) como una influencia en las políticas económicas impulsadas en situaciones de crisis, ya que aboga por una mayor liberalización económica y la reducción del papel del Estado.

Algunas aplicaciones de la doctrina del Schock en otros casos:

Crisis del huracán Katrina: El huracán Katrina golpeó la costa del Golfo de Estados Unidos en 2005 y causó una catástrofe humanitaria en la ciudad de Nueva Orleans. En este caso, algunos críticos han afirmado que el gobierno estadounidense aprovechó la crisis y la desorganización para implementar cambios radicales en la ciudad, como la reestructuración del sistema educativo, la privatización de servicios públicos y la gentrificación de barrios afectados. Se argumenta que estas medidas fueron impuestas sin una participación significativa de la comunidad local y aprovechando el estado de shock y desesperación en el que se encontraba la población.

Guerra de las Malvinas: La guerra de las Malvinas ocurrió en 1982 entre Argentina y el Reino Unido por la disputa de la soberanía de las Islas Malvinas. En este contexto, algunos argumentan que el gobierno argentino utilizó el conflicto bélico para desviar la atención de los problemas económicos y políticos internos del país, aplicando así una estrategia de shock. Sin embargo, no hay consenso sobre si esta situación encaja completamente en los parámetros de la doctrina del shock tal como la plantea Naomi Klein.

Ataques del 11 de septiembre: Los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos provocaron una profunda conmoción en el país. En este caso, algunos críticos han señalado que el gobierno estadounidense utilizó el shock emocional de la nación para justificar la adopción de políticas y medidas restrictivas en nombre de la seguridad nacional. Se argumenta que se impulsó una agenda de control, vigilancia y restricciones de derechos civiles que, en ausencia de la crisis, podrían haber sido resistidas o cuestionadas.

Tsunami de 2004 en Indonesia: El tsunami que azotó el océano Índico en 2004, particularmente en Indonesia, fue una tragedia de gran magnitud. En este caso, algunos críticos han mencionado que las políticas económicas neoliberales se implementaron aprovechando la devastación causada por el tsunami. Se argumenta que se promovió la privatización de tierras y recursos naturales, especialmente en áreas costeras, y se impulsaron proyectos turísticos y de desarrollo, a menudo sin tener en cuenta los derechos de las comunidades afectadas.

Terremoto en Haití (2010): Después del devastador terremoto en Haití, se propuso una estrategia de "empezar de nuevo" que implicaba la reestructuración completa del país. Organismos internacionales y actores económicos promovieron la privatización de servicios públicos, la apertura a la inversión extranjera y la expansión de la industria turística. Esto generó críticas al considerar que no se tuvieron suficientemente en cuenta las necesidades y la participación de la población haitiana.

Crisis financiera de 2008: Tras la crisis financiera global, se adoptaron medidas de rescate financiero y estabilización económica. Sin embargo, en muchos casos, estos rescates beneficiaron principalmente a las grandes instituciones financieras y no se realizaron cambios estructurales significativos en el sistema financiero. Algunos críticos argumentan que se perdió la oportunidad de abordar las causas fundamentales de la crisis y se mantuvo el statu quo en beneficio de las élites económicas.

Privatización en Grecia: Durante la crisis de deuda en Grecia, se impusieron medidas de austeridad y recortes drásticos en el gasto público como condición para recibir asistencia financiera. Esto incluyó la privatización de empresas estatales y activos públicos, como puertos, aeropuertos y empresas energéticas. Se argumenta que estas políticas permitieron a actores económicos externos adquirir activos valiosos a precios reducidos y ejercer un control sobre la economía griega.

Regímenes autoritarios o dictaduras y la doctrina del Shock

En este enfoque, se plantea que los regímenes antidemocráticos buscan generar un clima de terror y represión para mantener a la población en un estado de sumisión y control, y han utilizado el miedo y la represión como herramientas para imponer políticas económicas neoliberales. Aprovechando este ambiente de miedo, se pueden implementar reformas económicas radicales que benefician a las élites y al libre mercado, mientras debilitan la participación ciudadana y limitan las posibilidades de oposición y resistencia.

Se argumenta que en situaciones en las que los derechos civiles y políticos están restringidos, las élites económicas y los poderes establecidos pueden influir de manera más efectiva en la formulación de políticas económicas sin enfrentar la oposición democrática y el escrutinio público. La falta de libertades civiles y políticas puede permitir la implementación rápida y sin obstáculos de medidas neoliberales, como la privatización, la desregulación y la apertura de los mercados a la inversión extranjera.

Finalmente, la relación entre la doctrina del shock y el paradigma marxista radica en la crítica a las dinámicas capitalistas y las desigualdades de poder que se manifiestan a través de la explotación y la manipulación de las crisis y los desastres. Desde una perspectiva marxista, se cuestiona la legitimidad y los efectos de estas políticas en términos de injusticia social y económica.

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