viernes, 27 de enero de 2012

Un día de María en la maquila (Tomado de la página de Aquiles Montoya Q.D.D.G)

Este escrito describe la situación de una mujer en una maquila, está narrado en primera persona para que nos ayude a entender que es lo que estas mujeres viven día a día, el escrito fue tomado de la página de Aquiles Montoya como un homenaje póstumo a su vida Académica.

Sonó el despertador y eran las 4:30 a.m. No sentí la noche, pero qué se le podía hacer, me fui a bañar rapidito y luego tuve que despertar a los cipotes, y que cuesta levantar a esos monos, pero pobrecitos era muy temprano; se bañaron, me arreglé y después les preparé la tortilla con fríjol y un cafecito de desayuno a Pedro y a Juan, para que se fueran listos y comidos a la casa de mi hermana, gracias a ella salgo adelante, ya que me los cuida en el día y me los lleva a la escuela. Empecé a caminar la cuesta, son como 10 minutos para llegar a la parada, tomé el bus luego de esperar un buen rato y me tardé como 50 minutos mas para llegar hasta la maquila, los que se sienten bien largos porque va bien lleno el bus y me toca la mayoría de las veces ir parada. Son $0.50 centavos los que se me van solo en pasajes ¡Y como se sienten, si casi solo en eso y la comida se le va a uno la quincena! Fui llegando como a las 6:30 a.m., me bajé del bus y fui a buscar desayuno en el chalet de la niña Toña, que es la que me lo da más barato, para ya a las 7:00 a.m. estar adentro de la fabrica, que es la hora a que lo quieren a uno ya sentado en el cubículo, aunque mi hora de entrada sea a las 7:30 a.m.

Ahora, no me ha tocado muy pesado como otros días, aunque el desgaste siempre se siente igual, apenas son las 12:00 p.m. y todavía me faltan mas de 4 horas de estar aquí, ¡Uy qué hambre tengo! Lo peor es que tengo que salir luego porque si no me apuro se acaban las tortas con el jugo que da a dólar la niña Juanita y los otros platos son más caros; gracias a Dios que no se habían acabado cuando llegué y ya con mi comida empecé a buscar donde sentarme, pero con el calor que estaba haciendo, me voy buscando una sombrita y debajo del palo de mangos todavía había un espacito. Cuando ya iba terminando llegaron unos muchachos de esos que van a la universidad y me dijeron que si me podían hacer unas preguntas acerca de mi vida y mi trabajo...

Me empezaron a preguntar cosas bien personales, que me hicieron sentir un poco incomoda y desconfiada al principio, pero al tiempito se me pasó, se miraban buena gente, así que les empecé a contar mis experiencias trabajando en las maquilas, porque no solo he trabajado en ésta, sino en una bien fregada, la que era de unos chinos, si que eran fregados esos chinos desgraciados.

Pues si, mi nombre es María Esperanza, tengo 37 años de edad, y no estoy ni casada ni acompañada pero tengo dos hijos: Pedro de 13 años que va a séptimo grado y Juan que va a tercer grado, aunque tendría que ir a cuarto, pero aplazó el mono haragán, ¡Como si no me costara estarles pagando la escuela!

Así que vivo sola, y gracias a mi hermana puedo salir adelante, ella me hace el favor de verme a los niños mientras vengo a trabajar y la ventaja es que vive a la par de mi casa. En esta maquila tengo ya 10 años de estar trabajando y solo me cambiaría si me pagaran más, y me costaría encontrar otro trabajo, porque ahora piden bachillerato y yo solo a noveno grado llegué y aquí no les interesa si uno estudió, porque todo es de aprender el oficio que nos toca hacer... Así que esa es mi vida.

Bueno, al fin me dejaron sola esos muchachos y aun me quedaban 7 minutos antes de entrar a la fábrica de nuevo.

Qué rápido pasaron ahora los 40 minutos, pero ni modo empecé de nuevo a cortar como hasta la 1:30 p.m. pero de pronto me dieron ganas de ir al servicio, pero no tenía ganas de decirle a don Jesús, porque ese viejo si que es enojado, solo me acuerdo de una vez que le gritó a doña Conchita porque estaba platicando con una de confección, el viejo vino y le silbó, casi en el oído, porque esos viejos asi son, no les importa nada, y la pobre niña Conchita pegó un gran salto y casi me cae encima de lo mareada que termino; igual no importa, estoy mejor aquí, porque nada se compara con lo de “CHARLES PRODUCTS S.A. de C.V., una maquila de coreanos, que se encuentra camino al aeropuerto, en la zona franca. Solo de recordarme como me trataban ahí y me dan ganas de llorar de la cólera, me hacían cumplir meta de trabajo, yo trabajaba en el departamento de limpieza de las camisas ya elaboradas, así que mi meta era limpiar 50 docenas de camisas en el día, no me dejaban hablar nada, ni siquiera preguntarle algo a mis compañeras porque me gritaban, el ambiente laboral era malo, no habían ventanas y era un calor insoportable, el ruido de la maquinaria era exagerado, y una luz toda pálida, que hasta ciego quedaba uno porque no se veía nada; y los baños eran un asco, todas sucias las carambadas.

Cada vez que me miraban trabajar lento, según ellos, me gritaban en chino y yo no les entendía nada, me gritaban de forma bien violenta y yo sentía que ya me pegaban y cuando les entendía me decían “Tu mucho problema causas, tu no trabajar, la otra despido”, un miedo que me metían, no nos dejaban ir al baño, los abrían hasta la hora de almuerzo y solo 30 minutos nos daban; me recuerdo de cuando me enferme trabajando ahí, como yo padezco de los riñones, me dio una gran infección y sentía un gran dolor que me hacia revolcarme en el suelo, le suplicaba al chino que me dejara ir al ISSS pero bien enojado me veía y solo me decía “No tu regresar a trabajar”, le decía que yo no podía, que sentía que me moría ahí mismo, y el chino solo repetía la misma frase y no me dejó ir, eso fue lo último que aguanté, así que renuncié. Y me fui sin nada, no vayan a creer que me indemnizaron los malditos.

¡Ay Dios! Sólo habían pasado como 20 minutos y ya no aguantaba las ganas de ir al baño, así que aunque con miedo, me levante y le pedí permiso al Chus, como nosotras le decimos:

-Don Jesús, ¿puedo ir al baño?

Y el hombre con su voz de ogro me dijo:

-¿Y que no habías ido ya en la mañana vos? ¡Apúrate pues!

Gracias le dije y asentí con la cabeza, así que salí corriendo hasta llegar al baño, pero al llegar a la puerta me di cuenta que estaba con llave, entonces fui a ver si estaba abierto el otro baño, el que esta cruzando el área de confección, pero cuando iba a abrir la puerta sonó el silbato del supervisor:

-¡Hey! Ana ya se te acabó el tiempo, así que venite a cortar ya.

Me dijo el Chus todo enojado, y es que se me había olvidado que en la mañana me había tardado bastante y como solo me dan 5 minutos al día para ir al baño, me tocó aguantarme y me fui a sentar a mi lugar de trabajo.

Bueno, seguí cortanto hasta como a las 4:00 p.m., pero a esa hora ya me sentía desesperada, primero de este gran calor, que a pesar de que vinieron a instalar unos ventiladores, hace como dos años, el vapor es bien agobiante, y segundo porque el ruido de las máquinas no lo deja tranquila a una.

Ahora tenía que haber ido al Seguro, pero como si falto un día no me lo pagan, preferí ir hasta el otro mes, porque como ya va siendo 30 tengo que tener dinero para pagar el alquiler de la casa, si no me sacan rápido. Y quizás ahora me va a tocar hacer los 4 sábados porque Rolando me pidió que le comprara unos zapatos, porque los que tiene ya están todos rotos, y con los $73.6 que me faltan de esta última quincena no me va a alcanzar para comprárselos, además con esto que le han subido de precio a todo: al bus, a la corriente, al agua, menos que me alcanza.

Al fin se llegaron las 4:30 p.m., la hora de salida. ¡Gracias a Dios! Hoy que ya acabó el día si que me siento cansada, no aguanto los dedos ni este dolor de cabeza que me dijeron los de la fábrica que era por el calor de estos últimos días. Empecé a caminar para ir a tomar el primer bus y como me deja en Metrocentro, aproveché un mi rato para distraerme y darme una vuelta viendo las tiendas y lo que venden, pero si me da cólera porque como dan ganas de comprar pero de dónde, al menos me distraigo viendo todas las cosas bonitas que venden, ya tipo 6:30 p.m. tomé el otro bus que me lleva a mi casa, otros $0.50 centavos para el regreso, y llegué tipo 7:15 p.m. Fuí a traer a los cipotes donde mi hermana y les hice la cenita, después revisé si tenían tareas y si puedo les ayudo, ya cuando terminamos nos ponemos a ver un ratito tele, y cuando salió el anuncio: “Es hora de que los peques nos vayamos a la cama” me llevé a Juan a dormirse y ya me quedé sola con Pedro, como ya está más grande se puede ir a dormir tipo 9:00 p.m. y yo tipo 11:00 p.m., porque me quedé lavando los trastos y dejando medio preparada las cosas para el día siguiente. Bueno, hoy solo me toca esperar que mañana sea un poquito menos pesado...

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